↓
 ↓
Atemporalidad geoestética: desierto y diseño en Bestial de Miriam Salado

Reseña

Atemporalidad geoestética: desierto y diseño en Bestial de Miriam Salado

por M.S. Yániz

En N.A.S.A.L.

->

Tiempo de lectura

4 min

El hueso del animal más simple es un encuentro entre procesos geológicos en los que la materia se torció y posibilitó una forma, un movimiento, una resistencia; la utilidad de este es permitir sobrevivir a quien encarna el hueso. Vida, territorio, contingencia material y guerra son los ejes de los ensamblajes poéticos de Miriam Salado (Hermosillo, Sonora, 1987).

Miriam Salado, Dragón, Lápiz de color sobre papel, 101 x 71cm, 2022. Cortesía de la artista y N.A.S.A.L.
Miriam Salado, Dragón, Lápiz de color sobre papel, 101 x 71cm, 2022. Cortesía de la artista y N.A.S.A.L.

En N.A.S.A.L. se exhibe Bestial: una especulación, una arqueología, un museo geológico o una muestra de diseño compuesta por una serie de dibujos hiperprecisos, esculturas de metal y tres fotografías. La artista cuenta que Bestial parte del imaginario de la comunidad yaqui y su relación con el paisaje, la utilería de guerra y la naturaleza. Salado me contó que los yaquis utilizaban veneno en sus lanzas y flechas para que, sin la necesidad de atravesar a sus enemigos con la lanza, murieran por envenenamiento al rozar el veneno. Para asegurarse de su efectividad, lo probaban con los cactus. Atravesaban un cactus con sus lanzas envenenadas y si el cactus amanecía seco, el veneno era efectivo. Este relato de prueba armamentística conjuga sabiduría antigua, ímpetu de guerra, defensa y un entendimiento complejo de la naturaleza como técnica.

Miriam Salado, Nopal, Inkjet print, 31.5 x 27.5 cm, 2016. Cortesía de la artista y N.A.S.A.L.
Miriam Salado, Nopal, Inkjet print, 31.5 x 27.5 cm, 2016. Cortesía de la artista y N.A.S.A.L.

Bajo esta premisa especulativa, Miriam Salado realiza dibujos y esculturas de metal que son esquemas y registro de posibilidades geológicas de la naturaleza y de la líbido que conllevan tanto la historia antropomórfica como el supervivencialismo orgánico. Imagino la historia que une a la muestra así: formas y contingencias geológicas —llámense humanos, plantas, animales y minerales— se enfrentan a un territorio desértico durante cientos de años, para sobrevivir cada forma se torna hostil y su mutismo material. Animismo bélico.

De antaño, el desierto es un campo de batalla ideal: desertificar la tierra es convertirla en un espacio listo para la modificación, en nombre del monopolio de lo divino y en oposición a los ídolos terrestres. Así, el desierto se abre como el lugar de lo posible en el horizonte de la guerra entre creación y obsolescencia. Los diseños de Salado son posibles por situar su creación en este espacio, lo que le permite agenciar su licencia como dadora de vida y como estratega cruel que produce las formas técnicas con las que todos se habrán de atacar bajo la sospecha de que no hay objetos inocentes. Esta no ingenuidad también se da en los materiales que utiliza en sus esculturas: casquillos de bala y metales preciosos producto del saqueo minero que atenta contra los pueblos que defienden la tierra y la sabiduría ancestral.

Valdría la pena preguntar cómo llegaron las balas ahí, de dónde viene el metal y quiénes fueron parte de ese proceso. Las obras funcionan desde una concepción genealógica de los materiales; cada imagen y escultura corresponde a un material, a una idea de este y a su función orgánica o armamentística. Siempre queda la pregunta sobre si al usar los materiales que se denuncian, no se está siendo parte del círculo de producción y explotación. No creo que 140 balas y un par de kilos de metal afecten el desenvolvimiento de la desterritorialización de un pueblo o sean cómplices del ecocidio, pero puede ser necesario hacer la pregunta en el contexto de una exposición que trabaja materia y territorio.

Miriam Salado, Bestial, Vaciado en metal sobre casquillos, Medidas variables, 2022. Cortesía de la artista y N.A.S.A.L.
Miriam Salado, Bestial, Vaciado en metal sobre casquillos, Medidas variables, 2022. Cortesía de la artista y N.A.S.A.L.

En la muestra yace una idea de tiempo que disloca una identificación instantánea con lo que se ve. Hay algo anacrónico y por lo mismo inmanente en Bestial, parece que los objetos representados en sus dibujos son antiguos: reliquias abandonadas en un tiempo en el que los objetos tenían vida, hablaban el idioma de las piedras y convivían con los dioses y la oscuridad. A la vez, se les puede leer dentro de un imaginario de los más avanzados diseños especulativos que permiten las tecnologías digitales. Su fondo blanco, la perfección del trazo y la infactible probabilidad de la existencia material de los diseños, los sitúan en un tiempo sin tiempo que sólo existe en el espacio ficticio y autónomo del arte, donde el lagarto cornudo se vuelve aliteración de su fuerza defensiva, tornándose en un violento mazo, y las balas en lenguas y garras.

Finalmente, la fractura en la idea de tiempo posibilita y abre exploraciones con las organizaciones biológicas hacia el pasado y el futuro. Al hacerlo, el uso de materiales cuestionables, en tanto extractivismo, se vuelve un juego serio con las posibilidades reales de las criaturas y formas que Salado propone como rutas y contingencias de la naturaleza y los deseos de autoaniquilación.

M.S. Yániz

Publicado el 5 octubre 2022