Salto generacional, sobre Biquini Wax y Salón Silicón en Siembra
por Fabiola Talavera
En kurimanzutto
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La sede de kurimanzutto en la Ciudad de México se divide en siete pequeñas galerías que albergan a distintos artistas y espacios independientes. Siembra es un ejercicio curatorial que busca dislocar el espacio-tiempo habitual de la programación de exposiciones al darle libertad a los diferentes proyectos invitados de elegir la temática y temporalidad de aquello que presentan. En su comunicado de prensa, kurimanzutto se cuestiona sobre cómo se puede experimentar el tiempo de una forma diferente, qué lugar ocupa la galería en las comunidades de las que forma parte, cómo permea en el entorno y moldea el futuro y de qué modos se puede re-imaginar su función a 20 años de existir. En la segunda emisión, Siembra alberga a dos espacios independientes que forman un paralelismo con la historia de la prestigiosa galería: Biquini Wax EPS y Salón Silicón.
A finales de los ochenta e inicios de los noventa, una impenetrabilidad de los discursos artísticos hegemónicos perpetrados por las grandes instituciones públicas propició la creación de espacios independientes llevados por artistas que se interesaban por el arte contemporáneo que se movía en circuitos internacionales. Algunos de ellos habían presenciado nuevas modalidades de trabajo en el extranjero.
kurimanzutto, ideada por Gabriel Orozco y fundada por Mónica Manzutto y José Kuri como una galería nómada para proyectos específicos, inauguró en 1999 su primera exposición, Economía de mercado, en la cual rentaron durante un día un local comercial dentro del Mercado Medellín, en la Ciudad de México. Sus siguientes exposiciones se instalaron en distintas locaciones, entre ellas, en una tienda de alfombras y en el departamento de los fundadores, hasta establecerse en 2006 en una bodega de la Condesa y, a partir de 2008, en su amplia sede actual en la San Miguel Chapultepec.
Un punto de inflexión en la historia de México, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), firmado en 1992 y puesto en vigor en 1994, representó una nueva etapa de liberalización económica y cultural para la nación. Un acuerdo que prometió riqueza y creación de nuevos empleos resultó en la práctica en una explotación de la mano de obra abaratada y en un creciente endeudamiento de la nación latinoamericana con sus contrapartes primermundistas debido a la falta de infraestructura para soportar la demanda de productos exacerbada. A la par, una oleada de nuevos productos americanos invadió la vida de los mexicanos, cambiando para siempre nuestra forma de vestir, comer y entretenernos.
A diferencia de algunos espacios independientes que lo antecedieron, kurimanzutto siempre tuvo un fin comercial. Sus artistas hablaban el lenguaje internacional del arte que demandaba el mercado global.*1 La galería explotó dentro de los nuevos mercados que se abrieron y pronto algunos de sus integrantes tuvieron exposiciones individuales en instituciones prestigiosas, ingresando a sus colecciones. kurimanzutto se convirtió así en una de las instituciones de arte contemporáneo en Latinoamérica más reconocidas a nivel global.
A partir de la segunda década del siglo XXI, una nueva generación de espacios independientes se instaló en la Ciudad de México, entre ellos Biquini Wax EPS, concebido en sus inicios en León, Guanajuato, por su fundador Daniel Aguilar Ruvalcaba, quien se trasladó a la Ciudad de México en 2013. En esta ciudad, siguiendo con su naturaleza nómada y acogiendo nuevos miembros a lo largo de su camino *2, Biquini Wax tomó como residencia una casa en la colonia Escandón, posteriormente se trasladó a la colonia Buenos Aires, hasta llegar a su espacio actual en la colonia Iztaccíhuatl. Difícil de definir aquello que hacen, Biquini Wax inició en un principio como un espacio de exhibición, pero ha adoptado diferentes funciones conforme han pasado los años, entre ellas, espacio para discusiones de filosofía y estética en azoteas, para gestar programas pedagógicos y de residencias, así como punto de reunión por excelencia de jóvenes entusiastas del arte.
Siembra también acoge a Romeo Gómez López, Olga Rodríguez y Laos Salazar, quienes en 2017 abrieron Salón Silicón en un pequeño local en la colonia Escandón. Un espacio de 18 metros cuadrados que antes solía ser un salón de belleza se adaptó como cubo blanco para presentar un programa conformado en su mayoría por arte hecho por artistas mujeres y queers.
En un salto generacional, gran parte de los integrantes tanto de Biquini Wax como de Salón Silicón se formaron académicamente en instituciones citadinas como La Esmeralda y SOMA, donde tuvieron como maestros a muchos de los artistas fundadores de los espacios alternativos de los noventa. Mientras espacios como Temístocles 44 o el Taller de los Viernes estaban en su punto más álgido, varios de los miembros de Biquini Wax y Salón Silicón apenas nacían. Mientras los artistas del Centro*3 y de La Panadería comenzaban a abordar en su obra temáticas del recién inaugurado neoliberalismo en México, la nueva generación se crió en un estado de crisis perpetua.
Sa la na, a yuum, iasis / Laissez faire, laissez passer es el título de la instalación de Biquini Wax emplazada estos días en Siembra. En ella toman la figura de Keiko, la ballena que estuvo en cautiverio de 1986 a 1996 en el parque de diversiones Reino Aventura, en la Ciudad de México. De sus vísceras expuestas brota una serie de figuras hechas en foamy moldeable que simboliza diferentes eventos económicos y culturales que transcurrieron en los años en los que Keiko habitó tierras mexicanas.*4 Las formas de estos personajes y objetos de la cultura popular forman parte de un imaginario colectivo globalizado, donde McDonald’s, Nike y Windows 95 fueron parte central de la infancia de muchos. El sentir subjetivo de enunciarse desde la experiencia individual de la globalidad es lo que Biquini Wax define como NAFTAlgia.
Detalle de Sa la na, a yuum, iasis/ laissez faire-laissez passer, Biquini Wax en Siembra, kurimanzutto, 2020. Foto: Fabiola Talavera
La monumental instalación en fibra de vidrio, casi en las mismas dimensiones que tuvo la orca real, fue concebida en un principio para la exposición Prince·sse·s des villes (2019), en el Palais de Tokyo de París. Esta muestra agrupó dentro de un mismo techo a artistas, colectivos y galerías de la escena artística de ciudades del mundo consideradas periféricas. Desmarcándose de las narrativas colonialistas y de estereotipos del subdesarrollo, Biquini Wax presentó ahí a Keiko como una metáfora plástica del proceso indigesto de las políticas económicas que perpetúan la desigualdad de México ante los poderes hegemónicos. Además de la ballena, dos videos acompañan la instalación, uno trata sobre los momentos más emblemáticos de la película Free Willy (1993) y otro muestra una versión humanizada de Keiko que narra en cetáceo su experiencia emocional después de la fama. En la realidad, el éxito mundial de la película Free Willy (1993), estelarizada por Keiko, dio paso a una campaña mediática por la liberación de la ballena a su supuesto hábitat “natural”. Sin embargo, tras pasar toda su vida en cautiverio, sirviendo al entretenimiento de los humanos, Keiko nunca logró readaptarse a la vida salvaje.
Detalle de Sa la na, a yuum, iasis/ laissez faire-laissez passer, Biquini Wax en Siembra, kurimanzutto, 2020. Foto: Fabiola Talavera
Dentro de Siembra, Salón Silicón presenta SEX, una muestra dividida en tres tiempos y ejes diferentes: SEXplay, SEXwork y SEXtrauma. Tomando el sexo como tema, pero nombrándolo en inglés en referencia al libro fotográfico de Madonna y a la tienda de ropa que tuvieron en Londres Vivienne Westwood y Malcolm McLaren, la exposición explora el deseo, los fetiches, el capitalismo, el poder, la violencia, la desilusión y la enfermedad implicada en esta actividad.
Fotografía de Alan Balthazar en SEXplay por Salón Silicón en Siembra, kurimanzutto, 2020. Foto: Fabiola TalaveraVista de SEXplay por Salón Silicón en Siembra, kurimanzutto, 2020. Foto: Onda MX
La primera entrega de Salón Silicón en kurimanzutto es SEXplay, la cual presenta a una serie de artistas nacionales e internacionales que ahondan en el componente lúdico y placentero del sexo. Varias fotografías relacionadas con la vida nocturna y la intimidad cuelgan de las paredes de la galería, entre ellas, una de Alan Balthazar, difunta figura icónica de la cultura queer de la Ciudad de México, quien falleció por complicaciones relacionadas al VIH. Otras obras en SEXplay toman elementos de la cultura popular y la era digital: Romeo Gómez López presenta un teatro guiñol donde usa muñecos de silicón para montar un fantasioso encuentro sexual entre el cantante Shawn Mendes y el rapero Kevin Abstract, denunciando así los oscuros deseos de la sociedad heteronormativa. Lucas Lugarinho muestra una vibrante y colorida pintura que retrata a personajes de la subcultura furry, desarrollada en gran parte por comunidades formadas en internet. Por otro lado, Carla Lamoyi resignifica obras de los artistas de kurimanzutto por medio de una narración que lleva al espectador a un recorrido erótico, extirpando así a las obras de su habitual racionalidad sacra para convertirlas en objeto de goce lujurioso.
Romeo Gómez López, La Dimensión Deconstruida, 2020. Instalación: teatro guiñol, títeres de silicón y escenografía de acrílico. Foto cortesía de Salón Silicón y kurimanzutto
La generación de Biquini Wax y Salón Silicón ha vivido los efectos la globalización económica y cultural: estos artistas toman elementos de la cultura popular como punto de partida para las reflexiones críticas desde las que se posicionan. Los artistas de los espacios independientes de los noventas buscaron participar en el arte contemporáneo internacional que se fermentaba en ese tiempo, pero esta generación ya no sólo aspira a estar dentro del circuito, sino responder a las inequidades que el discurso del arte contemporáneo lleva consigo. Este avistamiento desde la distancia crítica ha propiciado reflexiones desde posiciones como la poscolonial o la queer, las cuales se vuelven especialmente pertinentes al estar emplazadas en una galería de la magnitud de kurimanzutto.
Algunos reprocharán la incursión de estos espacios independientes dentro de kurimanzutto como un supuesto acto de institucionalización de la crítica, apelando a un purismo del arte, a su enajenación ante el capitalismo rampante y los entes de poder o bien exigiendo un activismo político por medio del arte. Pero ¿cómo habrían de cambiar los discursos hegemónicos si la crítica no se hace desde la misma institución? Como apunta la artista y crítica Andrea Fraser, el límite de la crítica institucional reside en los mismos bordes del campo del arte, de ser derribados por completo, la crítica no sólo dejaría de tener algún efecto, sino que también dejaría de existir.*5
Recordando de nuevo las preguntas que se hace kurimanzutto en torno a Siembra, el espacio de exhibición funge aquí como un campo fértil para pensar nuevos discursos y formas de trabajar. Un espacio que, por medio de la inclusión de proyectos como Biquini Wax y Salón Silicón, se vuelve una tierra de cultivo para re-pensar y re-negociar aquello que define y definirá lo que se entiende como contemporáneo.
Romeo Gómez López activando la pieza “La Dimensión Deconstruida” en kurimanzutto, 2020. Foto: Sandra Blow
*1 Sobre el concepto de “lenguaje internacional del arte” consultar: Gerardo Mosquera “Lenguaje internacional del arte” en Caminar con el diablo (España: Exit Publicaciones, 2010) pp.65-69.
*2 Biquini Wax EPS tiene actualmente como miembros a: Daniel Aguilar Ruvalcaba, Neil Mauricio Andrade, Paloma Contreras Lomas, Gerardo Contreras Vásquez, Gustavo Cruz, Natalia de la Rosa, Cristóbal Gracia, Roselin Rodríguez e Israel Urmeer. Y como colaboradores a Irak Morales y Bernando Nuñez.
*3 Me refiero aquí a los “artistas del Centro” como aquellos que a inicios de los noventa se congregaron en el Centro Histórico de la Ciudad de México, en lugares como Salón dès Aztecas, Mel’s Café y en la calle de Licenciado Verdad. Entre ellos, Francis Alÿs, Melanie Smith, Silvia Gruner, Thomas Glassford y Guillermo Santamarina.