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Ese horizonte en el pliegue entre la memoria y el olvido: Jorge Rosano Gamboa

Reseña

Ese horizonte en el pliegue entre la memoria y el olvido: Jorge Rosano Gamboa

por Nicolás García Barraza

U en Casa Equis

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Tiempo de lectura

5 min

A cuatro meses de iniciada la cuarentena en CDMX, la imparable Casa Equis, gestionada por Diego Beyró y Carleti López Traviesa, sigue con un dinámico y repentino programa expositivo virtual que se ha vuelto necesario en este tiempo de alta incertidumbre y aislamiento.

Ha sido durante estos meses que hemos recordado la importancia de las conexiones humanas y la comunidad. El arte, más allá de ser una fuente de entretenimiento, ofrece un sentido de pertenencia, mantiene activa la mente, nos lleva a pensar con mayor amplitud y nos regresa el ánimo de congeniar y dialogar.

Ahora, en Casa Equis, el turno es de Jorge Rosano Gamboa, quien presenta U. El solo show reúne un conjunto de impresiones en cianotipo de los pliegues de una tela que el artista manipuló durante su encierro. El resultado nos muestra una serie de relieves que pretenden jugar con la percepción del espectador. La tela está adherida a otras que mantienen la textura rugosa de la original, produciendo un engaño óptico que se acentúa al ser exhibidas en un espacio-tiempo-digital. Este aspecto también proporciona un carácter plástico a la obra, el cual suele asociarse más a la pintura que a la fotografía.

Rosano Gamboa se ha caracterizado por utilizar la fotografía como medio, no como fin. Parte de la estética fotográfica, para desplazarse hacia la instalación o el dibujo, explorando su lado más conceptual. Utiliza distintas técnicas hasta llegar a nuevos territorios que no sólo proponen algo novedoso y distintivo, sino que mantienen a la fotografía en un estado de constante renovación. En esta ocasión, mediante las cianotipias, el artista mexicano reflexiona sobre la relación entre el instante y su representación, lo que él describe como “el momento perdido atrapado en forma de imagen”.

En la versión en línea de la galería, Rosano Gamboa continúa investigando e interesándose en la física y el cosmos; comparte con el pintor rococó Jean-Antoine Watteau, el maestro de los grabados japoneses Katsushika Hokusai y la botánica Anna Atkins, una fijación con el azul de Prusia, que funge como el protagonista de la obra.

Jorge Rosano Gamboa, U-07, 2020, Mono-cianotipo sobre lino. Cortesía del artista y de Casa Equis
Jorge Rosano Gamboa, U-07, 2020, Mono-cianotipo sobre lino. Cortesía del artista y de Casa Equis

Jorge Rosano Gamboa, U-17, 2020, Mono-cianotipo sobre lino. Cortesía del artista y de Casa Equis
Jorge Rosano Gamboa, U-17, 2020, Mono-cianotipo sobre lino. Cortesía del artista y de Casa Equis

U pretende ser una contemplación del “espectáculo de la ausencia” y una reflexión sobre los pliegues de la memoria. El alcance poético y simbólico de la obra se despliega en las veinticinco piezas que cuelgan de las paredes del espacio digital, pues evocan, en las distintas plegaduras, el desarrollo de la memoria y su capacidad de definir la identidad de un individuo.

Las intensidades cambiantes de los dobleces azulados aluden a la infinidad de momentos superpuestos que habitan en nuestra cabeza, pero que no siempre nos es posible distinguir. El conjunto de bastidores refleja lo incierta, enredada y accidental que suele ser la memoria del ser humano, la cual, al igual que la tela, es capaz de mostrar diferentes formas cuando se le mira (ilumina) desde otro lado.

Me parece que el acento más fuerte sobre la memoria se encuentra en el hoyo negro que se posiciona tan tentador como arriesgado en el centro del lugar. La obra alude a la indagación individual de nuestro pasado, así como a la recolección y perdida de recuerdos en la vasta y complicada memoria; de ahí, el agujero negro.

Al observar las piezas y leer el texto curatorial de Gerardo Chávez-Maza, surge en mi cabeza la pregunta: “¿Nuestra memoria es de fiar?”. El autor escribe que los agujeros negros son “un horizonte de sucesos” y que “toda información tangible o intangible que ingresa se pierde”. No obstante, estudios más recientes sostienen que en estos se “almacena y codifica la información”.

A partir de la doble cara del agujero negro, pienso en la función de la memoria, tanto en las piezas de Gamboa como en el confinamiento. Durante estos meses, recuerdos que creía olvidados han salido a la luz, amigos que se volvieron extraños se han manifestado, heridas que quedaron sin sanar reclaman su momento de cuidado, enojos reprimidos salieron a respirar y exigieron, a gritos, ser calmados, perdonados, superados.

La cuarentena y su intrínseca relación con el recuerdo reverbera en los plisados profundos y en los monocromos. Como si ahí almacenáramos tanto lo mas bello y próspero de nuestra existencia como lo más triste y doloroso. Aquellos recónditos escondrijos que, como en las telas, apenas son iluminados, esperan ser notados y permanecer en una parte de nosotros. Al igual que en los hoyos negros, los recuerdos no se pierden, simplemente se codifican y se convierten en aprendizajes, hábitos y rutinas.

Vista de la exposición "U", Jorge Rosano Gamboa, Casa Equis, 2020
Vista de la exposición "U", Jorge Rosano Gamboa, Casa Equis, 2020

El proyecto funge in memoriam del décimo aniversario de la muerte del padre de Gamboa. Quizá la obra permite entrever un aspecto del duelo y de la perdida que no se menciona con tanta frecuencia, pero que el mismo agujero negro devela: el óbito nunca nos abandona, tampoco el recuerdo de los que más quisimos y se han ido.

En nuestra memoria habitan infinidad de recuerdos intangibles, algunos se modifican con el paso del tiempo; en el espacio persisten objetos tangibles, como evidencia del paso de un ser querido por el mundo. La obra de Gamboa me hace pensar en la necesidad de honrar a nuestros muertos, en lugar de sucumbir a la pesadumbre de un duelo eterno: celebrar la vida y la muerte, atesorar los recuerdos y el tiempo que nos ha tocado vivir.

Publicado el 13 ago 2020