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El camino serpenteante | Sobre la obra de ASMA

Ensayo

El camino serpenteante | Sobre la obra de ASMA

por Christian Camacho

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Tiempo de lectura

4 min

Antes de que hubiera dioses, existían sólo Tiamat, el agua agria, y su compañera, Apsu, el agua dulce, quien, sin embargo, también era Abzu, el abismo.
— Cybernetic Culture Research Unit


Hanya Belia y Matías Armendaris poseen el alias compartido de ASMA, desde el cual surge una práctica artística de doble hélice para la mutación, la simultaneidad y la reciprocidad de sustancias discretas.

En la obra de ASMA no se detecta una multitud de miradas, sino la síntesis de una nueva posición, una tercera mano fantasma producto de la intuición y contraintuición de dos mentes: la transformación del doble en la unidad.

Existe una buena tradición de fondo al hablar de artistas que han adoptado la ecología y éticas del duo en colectivo, el sistema doble que en su complejidad tiende a la producción de lo que Peter Fischli ha denominado un pegamento mental. Bajo este signo me interesa iniciar un recorrido. Un tipo de paseo por una senda simultáneamente orgánica e inorgánica, en constante ondulación.

La hermética lógica de ASMA arroja un repertorio a la vez fluido y fragmentario para la transformación de la materia: el escrutinio que hace posible mirar una pintura, se utiliza para encontrar una escultura; el haz electrónico que hace posible la precisión de un instrumento sobre la madera es también el camuflaje sobre el que se deposita un sello vaciado en bronce. La obra ocurre en la yuxtaposición y el ensamblaje de capas de tiempos distintos: la talla en madera y los arcos vectoriales resuenan con transparencias de todo tipo.

Cortinas, vidrios velados o vaciados de resina, que como planos sugieren la consciencia de los parámetros de un brush tool de Adobe, como contenedores proponen la vida exacerbada de la variación material: en sus canales interiores se aparecen, sin mezclarse, agua de lluvia, aceite de algas marinas, licores, powerade, agua de río, líquido limpiador, té, antiséptico ocular, mercurio y agua de mar. En esto pareciera haber un guiño a ideas moleculares de composición, o a composición en un sentido capilar.

Considerar la presencia de un material en las partes por millón, insertar materia en angostísimas rendijas, crear circuitos mínimos para la conductibilidad de las sensaciones y para el depósito o salvaguarda de la información, estos modos de composición se suman a uno segundo, en el que no estamos hablando sólo de un sistema de proporciones materiales, sino también de la consciencia de las demandas visuales y táctiles generadas por las disciplinas, muchas veces artesanales, que nutren los procesos de ASMA. En este campo, surge un abanico específico para el trazo, el dibujo, la penetración del color y la textura, así como una observación de los divisores: las superficies, márgenes y estructuras de soporte de cada pieza contienen información valiosa. Somos frecuentemente compensados por inspeccionar todas las caras de una obra.

Aquí es también donde aparecen las figuras. La vegetación y la herrería. Un entramado de flores y nudos que también comprenden el origen de nuevos signos. Espacios interiores, estanques, ojos, extremidades y follajes que confían uno en el otro como lo hacen las partes de un relato. La obra se abre a un campo narrativo particular en el que su mitología se escribe a cuentagotas. Entre sus pasajes encontramos personajes y voces, pero también tipografía; el eje vivo/inerte del que es capaz cierta literatura cuando entra en contacto con la materia: no pienso como el diamante no piensa (Clarice Lispector).

El trabajo de ASMA organiza un tiempo para la ambigüedad de una agencia doble y el consenso de una práctica artística compartida. El resultado es una forma de vida nueva para la obra y su labor, un sitio específico para la transformación de los afectos en materias a la vez vinculantes y anónimas, cuya complicidad con lo desconocido es también un foco de pausa y de placer.

ASMA, Vitral, 2019
Vaciado en bronce, esmeralda en bruto
Cortesía de los artistas
ASMA, Vitral, 2019 Vaciado en bronce, esmeralda en bruto Cortesía de los artistas

ASMA, Vitral (detalle), 2019.
Vaciado en bronce, esmeralda en bruto
Cortesía de los artistas
ASMA, Vitral (detalle), 2019. Vaciado en bronce, esmeralda en bruto Cortesía de los artistas

ASMA, The Nymph by the Window, 2019
Fibra de acero, bronce
Cortesía de los artistas
ASMA, The Nymph by the Window, 2019 Fibra de acero, bronce Cortesía de los artistas

ASMA, Perfume V, 2018
Resina epóxica con líquidos suspendidos: Head note: powerade, Heart note: agua de río, Tail note: limpiador para pisos
Cortesía de los artistas
ASMA, Perfume V, 2018 Resina epóxica con líquidos suspendidos: Head note: powerade, Heart note: agua de río, Tail note: limpiador para pisos Cortesía de los artistas

ASMA, Perfume II, 2018
Cadena cromada, anillos de acero, resina epóxica con líquidos suspendidos: Head note: enjuague bucal, Heart note: mercurio, Tail note: agua de mar. Cortesía de los artistas
ASMA, Perfume II, 2018 Cadena cromada, anillos de acero, resina epóxica con líquidos suspendidos: Head note: enjuague bucal, Heart note: mercurio, Tail note: agua de mar. Cortesía de los artistas

ASMA, Clairvoyant (curtain), 2018
Grafito y pintura al óleo sobre lodo crudo humedecido con antiséptico ocular, caja de plexiglass
Cortesía de los artistas
ASMA, Clairvoyant (curtain), 2018 Grafito y pintura al óleo sobre lodo crudo humedecido con antiséptico ocular, caja de plexiglass Cortesía de los artistas

ASMA, Soft wax night, 2019
Parafina micro blanca, pintura encáustica, mdf
Cortesía de los artistas
ASMA, Soft wax night, 2019 Parafina micro blanca, pintura encáustica, mdf Cortesía de los artistas

Publicado el 20 nov 2019