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Una especie de deriva situacionista administrativa: entrevista a Carolina Magis

Entrevista

Una especie de deriva situacionista administrativa: entrevista a Carolina Magis

por Sofía Ortiz

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Tiempo de lectura

10 min

Querida Carolina:

Tuve el impulso de empezar este correo diciendo "espero te encuentres bien", pero casi inmediatamente me vinieron a la mente todos los memes que imaginan cómo un correo realmente nos encuentra. Mejor te cuento que al escribir yo me encuentro en mi taller, intentado canalizar la energía Virgo para organizarme: ¿te interesaría que te entrevistara para ONDA MX?

Querida Sofía:

Tu correo me encuentra sentada en mi silla morada, viendo mi escritorio de madera, a la izquierda tengo una caja rosa, al lado un UHU amarillísimo, a su lado un estuche verde, más atrás un vaso no tan amarillo que sostiene, entre otras cosas, dos tijeras naranjas, a la derecha un vaso transparente y detrás de él papelitos rosa fosforescente, a lado una montaña de cuadernos que sostiene mi primer collage, después un cuaderno azul y, finalmente, mis manos que escriben este correo en una computadora plateada y una pantalla increíblemente blanca.

Leo tu propuesta y me encanta la idea de intercambiar palabras e imágenes.

¿Cuándo empezamos? ¿Cómo empezamos?

Querida Carolina:

Me parece muy oportuno que describas todos los colores en tu escritorio; creo que hay una tendencia, por no decir fijación, en tu trabajo con los colores saturados y artificiales. Inclusive cuando le tomas fotos a flores, pareces escoger aquellas que tienden a lo químico: morados intensos y naranjas fogosos. Me viene mucho a la mente tu uso del confeti como material, y me pregunto cómo surgió ese interés y hacia qué apunta.

Carolina Magis Weinberg, Staying in Touch, 2017, Registro del performance en Nook Gallery
Carolina Magis Weinberg, Staying in Touch, 2017, Registro del performance en Nook Gallery

Querida Sofía:

El color ha sido siempre una atracción muy natural para mí. Lentamente, a lo largo de mi carrera como artista, he entendido por qué. En un inicio, cuando estaba en quinto semestre de la Esmeralda, Sofía Táboas nos dejó de tarea hacer un performance. Yo agarré una bolsa de confettï, la agarré intuitivamente porque era mucho color muy rápido, además de que era un material inherentemente feliz. Ya estaba, ya existía, ya significaba. Ese performance consistió en clasificarlo por color frente a todos los compañeros, lentamente, muy lentamente. Una vez clasificado, lo puse en vasos y luego les serví agua hirviendo. De inmediato, cada montañita de confettï liberó su color y saturó cada uno de los recipientes de morado, amarillo, rosa, azul, verde. El performance terminó cuando serví un cubito de azúcar en cada vaso.

Diversidad en muestras de confettï de territorios centrales del Valle de México, 2011, Serie de seis cajas, Cajas, plástico, confettï y alfileres
Diversidad en muestras de confettï de territorios centrales del Valle de México, 2011, Serie de seis cajas, Cajas, plástico, confettï y alfileres

En ese momento de mi vida, el confettï también era nieve, una especie de nieve de bajo costo, mucho más divertida, mucho más nuestra que la nieve que yo no conocía. Era un espectáculo que duraba poco y del que se esperaba mucho.

Luego estudié la maestría en el California College of the Arts, en San Francisco. Llegué queriendo hablar de nieve, de deseo y de símbolos. Pero el contexto me acentuó, y yo, en respuesta, hice una pieza que consistió en enviar una carta a la Real Academia de la Lengua Española para pedir que le pusieran diéresis a la palabra confettï. Mi solicitud fue muy formal, la hice en 2014 y sigo esperando respuesta. La petición solicitó agregar una marca tipográfica que emulara visualmente lo que representa la palabra, una propuesta para ampliar el carácter autológico del término. El asunto se convirtió en un tema de lenguaje, pero no sólo, también de opresión y marginación: eso mínimo que puede acabar deshaciendo el sistema, irrumpiendo desde lo minúsculo, desde lo festivo. Eso que nadie ve, que se considera basura.

Carolina Magis Weinberg, Considerando “confettï”, 2015 - ?, Correo electrónico, impresión digital
Carolina Magis Weinberg, Considerando “confettï”, 2015 - ?, Correo electrónico, impresión digital

Lo cierto es que desde hace tiempo en mi obra el confettï ya no es confettï, sino un mundo.

Mi pieza final de la maestría consistió en tres larguísimas tiras de plástico en las que organicé confettï de tres orígenes distintos ( hecho en China, comprado en San Francisco; hecho en México, comprado en Los Angeles; hecho en México, comprado en México). Cada tira contiene horas infinitas de trabajo. Las pegué al muro en una caída detenida, estática, aburridísima. Clasifiqué la fiesta.

Carolina Magis Weinberg, Made in China; Bought in San Francisco, Made in Mexico; Bought in Los Angeles, Made in México; Bought in México, 2015. Plástico sobre confettï
Carolina Magis Weinberg, Made in China; Bought in San Francisco, Made in Mexico; Bought in Los Angeles, Made in México; Bought in México, 2015. Plástico sobre confettï

Querida Carolina:

Me permito especular que tienes un historial de confrontaciones que abrazan la absurdidad burocrática, como en una figura kafkiana menos deprimida y más diligente; planteas situaciones que resultan en una especie de deriva situacionista administrativa. Te imagino de niña escribiendo al contacto en las cajas de cereal para abogar por otro tipo de premio. ¿Alguna vez te han contestado? Pienso en tu proyecto para el FONCA entre 2018 y 2019, en el cual lanzaste una investigación desde varios frentes, incluyendo una correspondencia con el gobierno de la CDMX, para localizar algo. Para nuestros lectores, diré brevemente que el kilómetro cero es un punto singular a partir del cual se miden las distancias de una ciudad o un país.

Querida Sofía:

Sí, justamente mi postura ante el mundo: participar activamente. Desde siempre el asunto de lo político ha sido central para mí, sobre todo explorar sus límites y sus formatos (en lo minúsculo, en lo poético, en lo efímero). En algún momento me obsesioné con los grosores de las líneas en los mapas, con la manera en que, al representarlos a escala, parecían no tener área. Lo cual sería un serio problema territorial en la escala 1:1.

La premisa del proyecto que realicé con la beca del FONCA partió de la búsqueda del kilómetro cero en México. El título de la pieza es Principio de incertidumbre, robé el término de la física cuántica: no se puede querer saber la velocidad y la posición de una partícula al mismo tiempo, si se sabe una se tiene que aceptar que se deja de saber la otra. Una verdad puede coexistir con otra verdad. Este ha sido el método de búsqueda que he seguido durante los últimos 8 años. Hoy puedo declarar con toda autoridad que el kilómetro cero de México no existe. México no tiene centro. México no tiene ombligo. En todo caso, tiene múltiples centros.

Carolina Magis Weinberg, En busca del kilómetro cero del proyecto “Principio de incertidumbre: en busca del kilómetro cero de México (2012-)”, 2019, Folleto, edición abierta
Carolina Magis Weinberg, En busca del kilómetro cero del proyecto “Principio de incertidumbre: en busca del kilómetro cero de México (2012-)”, 2019, Folleto, edición abierta

Carolina Magis Weinberg, Nivel verdadero del proyecto “Principio de incertidumbre: en busca del kilómetro cero de México (2012-)”, 2019, Fotografía digital
Carolina Magis Weinberg, Nivel verdadero del proyecto “Principio de incertidumbre: en busca del kilómetro cero de México (2012-)”, 2019, Fotografía digital

La idea ha sido buscarlo por todos lados, escuchar todas las historias, aceptar todas las verdades como ciertas simultáneamente (aunque se contradigan). El proyecto es casi una mitología que resulta de mitos fundacionales de diferentes tipos: el kilómetro cero es la puerta Mariana de Palacio Nacional o la puerta central de Palacio Nacional o el asta bandera del Zócalo o la esquina de Argentina y Guatemala o la Plaza del Aguilita o está escondido debajo de la Catedral Metropolitana o está en un sótano secreto en la calle de Argentina 72 o en el segundo piso del Palacio Nacional, frente a la oficina del Secretario de Hacienda, o en el Monumento Hipsográfico (que se movió de su posición original, de un lado al otro de la Catedral). O no está... en síntesis, no está.

Es un proyecto de desobediencia civil que busca cuestionar los límites de la ciudadanía, la fuerza del poder para cambiar la historia, para construir la historia, la posibilidad que tiene lo minúsculo de agitar todo el sistema de valores, de verdades y de autoridades, incluso desde su abstracción y su eventual inexistencia.

Lo dejo por aquí no sin antes decir que tal vez todo esto se veía venir cuando a los 10 años hablé al teléfono de Clemente Jacques para corregir un error gramatical en la etiqueta de un aderezo.

Querida Carolina:

¡Nunca he pensando en el grosor de las líneas! ¡Qué maravilla! ¿Te imaginas poder declarar esos territorios como una especie de no-man's land?, ¿o como un espacio para hacer paisajismo que esconde un país dentro de otro? Como en los suburbios adinerados que exigen “x” metros de árboles entre una casa y otra. Pensar en fronteras —cómo las medimos, sus mitologías y su forma— cobra otro sentido en estos momentos de encierro. Como bien dices, una verdad puede coexistir con otra verdad, y las fronteras pandémicas son dos verdades encontrándose: más presentes y más líquidas que nunca.

Pienso en el viaje que hiciste a la Triennal Kamais en Manila, Filipinas, en febrero de 2020: ¡febrero! Quiero leer cómo estuvo, qué presentaste y cómo se está manifestando el movimiento de tu cuerpo en tu obra, en tus ideas. Transitaste de trazar líneas (pienso en las líneas que trazan los aviones sobre el mapamundi), a convertirte en uno de los puntos que te persiguen (un punto azul, pulsando quedito y fijo, en la aplicación de Google Maps, en tu celular).

Querida Sofía:

Podría decir que mi obra se divide en dos. Por un lado, el color al que asocio todo lo que te conté sobre confettï, serpentinas y derivados, por otro lado, pienso en la parte de mi obra que es blanco y negro, y es aquí que suelo ubicar mi fascinación con los mapas. Hablando de líneas y fronteras, he realizado muchísimos proyectos al respecto. Me interesa mucho la manera en la que una línea ocupa el espacio: si está en el muro se vuelve paisaje, si está en el piso se vuelve frontera, crea espacio, divide, obliga a decidir cruzarla.

Recientemente han habido proyectos en los que se mezclan los colores y el blanco y negro, especialmente en la exposición en Manila.

Carolina Magis Weinberg, Mangos de Manila, 2020. Pulpa de papel de Manila hecho en México, pegamento, canasta para mangos hecha en Filipinas
Carolina Magis Weinberg, Mangos de Manila, 2020. Pulpa de papel de Manila hecho en México, pegamento, canasta para mangos hecha en Filipinas

El proyecto implicó en todo momento una conciencia de mapa muy intensa, en la que el ir lejos, darle vuelta al mundo y ser un punto azul en un mapa que da la vuelta al mundo, se volvió el centro de mi reflexión. Las piezas que produje para esa exposición partieron de una reflexión sobre el lenguaje, los materiales y su circulación. Todas ellas surgieron de una historia que me contó mi abuela: cuando ella visitó Las Filipinas fue al mercado y le ofrecieron "mangos mexicanos" y ella dijo: "¡Pero si estos son mangos Manila!".

Esta historia siempre me fascinó porque me hacía imaginar unos mangos intersticiales, que crecían a la mitad del Océano Pacífico, sin identidad. Con la historia en mente, produje una serie de piezas que juegan con el lenguaje, sobre todo con esos objetos que denominamos "de Manila". Hice unas piezas de papel maché: mangos Manila con pulpa de papel Manila. También hice una serie de mantones de Manila post-post-post historia, consumo, capitalismo... Me intrigaban esos mantones de seda que se bordaban en China, que luego viajaban vía Filipinas en la Nao hasta Acapulco, luego cruzaban México y navegaban finalmente a España, para convertirse en parte de la identidad de Sevilla. Así que hice mi versión de estos mantones míticos, pero con manteles de plástico hechos en China, frutas de papel de China hechos en Puebla, hilos rosas fluorescentes hechos en China, comprados en Nueva York, y manta de algodón hecha en México.

Volví del viaje a finales de febrero y muy pronto empezó la pandemia. Sentí que volvía del futuro y me parece que todavía no he procesado del todo esta fantástica experiencia. Fue una suma de distancias y de encuentros, en la que sigo perdida.

Creo que cerraría nuestra conversación justamente con esta idea: la manera en la que siempre estamos en una búsqueda dentro de nuestra propia obra, como un territorio, siempre en el límite, desde el límite. Ese espacio que en cuanto entendemos y sentimos dominado, nos empeñamos en volver a complicar. Así es mi obra, algo que en cuanto empiezo a entender, me devora.

Un abrazo enorme,

C

Querida Carolina:

Recuerdo que la última vez que platicamos así fue junto a una alberca en Veracruz. ¡Qué gusto escucharte de nuevo!

xx

sofía

Carolina Magis Weinberg, Mantel de Manila, 2020, Mantel de plástico hecho en China, hilo de poliéster hecho en China, frutas de papel de China hechas en México
Carolina Magis Weinberg, Mantel de Manila, 2020, Mantel de plástico hecho en China, hilo de poliéster hecho en China, frutas de papel de China hechas en México

sofiaortiz.work/ (Instagram @sofia_ortiz_s)

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Publicado el 17 septiembre 2020