El viento sigue soplando en La permanencia de las piedras de Federico Pérez Villoro
por Bruno Enciso
Casa del Lago Virtual
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Conforme hemos adoptado algunas medidas que regulan nuestra presencia en distintos espacios para atender la actual emergencia sanitaria, nuestra relación con el entorno ha cambiado profundamente. En lo más inmediato, parece que el cambio radica en tener o no acceso a ciertas experiencias, fincadas en lugares actualmente restringidos. Luego, otros tipos de complejidades se despliegan en varias direcciones: ¿qué espacios tengo a la mano?, ¿qué sería conveniente, o siquiera posible, hacer en esos espacios?, ¿con quiénes los comparto? Naturalmente, las experiencias alrededor del arte en la ciudad se ven directamente alteradas.
En esta coyuntura, Federico Pérez Villoro presenta La permanencia de las piedras, un proyecto comisionado por Casa del Lago, UNAM. La exposición virtual se conforma por un cuento escrito por el artista, narrado en la voz de Paula Villanueva Ordás y editado por Isabel Zapata, y una serie de imágenes de Julieta Gil. Todo está integrado en un sitio web diseñado y programado por Tyler Dingsun. Al acceder al sitio, el visitante escucha un audio que cuenta la historia de un personaje que regresa a la CDMX y busca un monumento que conoció cuando era niño. Mientras el audio corre, se puede navegar un inmenso espacio de color blanco: girar en todas las direcciones, acercarse o alejarse a discreción. Este espacio alberga distintas imágenes que operan como paisajes plásticos.
La pieza se localiza en el marco de la pandemia y trabaja con la idea de un individuo cuya interacción con el mundo está mediada por inmensos sistemas de captación y procesamiento de datos, a través de dispositivos inteligentes. Para quienes contamos con una computadora o un smartphone con acceso a internet, es fácil sentirse apelado.
En el cuento, el personaje regresa a la capital mexicana después de un largo tiempo. “Volver es darse cuenta que nada es lo mismo”, dice. Su intención es visitar el monumento a Rosa Espino en la calzada de los Poetas, dentro del bosque de Chapultepec, para revisitar un recuerdo de infancia que comparte con su madre. Rosa Espino fue una poeta ficticia que el general porfirista Vicente Riva Palacio utilizó como alter ego para escribir y publicar poesía sin que esta actividad interfiriera con sus labores políticas; un secreto que el militar se llevó a la tumba y que Francisco Sosa, historiador, revelaría años después. Una vez en la calzada, el personaje no encuentra el monumento que busca. Con la intención de verificar que ese es el lugar correcto, acude a Google Maps con su celular y tampoco lo encuentra. Si no está en Google, quizás el monumento no existe, ¿o jamás existió?
Aquí comienza una reflexión profunda sobre los entrecruces de la memoria, la identidad, los relatos históricos y los sistemas de información que actualmente perfilan nuestra idea de realidad. La narración prosigue hasta el final contando las aventuras del protagonista, que se da a la tarea de añadir el monumento a Rosa Espino a la base de datos de Google Maps. El cuento desarrolla un recorrido por el minucioso proceso que implica volverse un guía al servicio de un sistema que va concediendo puntos hasta eventualmente poder sugerirle un lugar nuevo en el mapa; un paseo por una enorme ciudad llena de tránsitos anónimos que se resisten a ser datos duros. La voz de la narradora es cuidadosa con su manera de entonar y mantiene la atención haciendo uso de un ritmo ameno. La historia está repleta de imágenes generosas y convicciones críticas firmes.
Still de La permanencia de las piedras, Federico Pérez Villoro, 2020. Cortesía de Casa del Lago Virtual
En el sitio web, la operación visual es distinta. El visitante va dirigiendo la mirada por el espacio utilizando el cursor, la función del click y, opcionalmente, las flechas del teclado. Hay 13 imágenes disponibles que se exploran una a la vez. Dado que el cursor es muy sensible a los cambios de dirección y velocidad, al principio puede incluso parecer complicado, pero cuando se ha adquirido cierta familiaridad, los distintos valores visuales y plásticos que ofrecen las imágenes pueden recorrerse a gusto. Todas ofrecen una variedad de volúmenes matéricos que parecen hechos de algún tipo de cerámica brillante. Su color blanco, su brillo y las sombras que producen sus relieves hacen que destaquen dentro del fondo gris, tan claro que parece extenderse al infinito.
Estos objetos-paisajes cerámicos fueron desarrollados a partir de los monumentos ubicados en la calzada de los Poetas. A pesar de que parecen desdoblarse principalmente sobre un eje horizontal, hay bastantes variaciones plásticas que brincan en todas direcciones. Algunos pedazos de materia quedan suspendidos. Estas imágenes son un complemento interesante a la narración del cuento, que precisamente plantea una conexión matérica viscosa entre los espacios, los recuerdos y los datos que circulan en planos invisibles. La mínima información visual, fundida en el color blanco, desdibuja las líneas que distinguen al suelo de las plantas, de los árboles, de los monumentos y de nosotros que contemplamos.
Still de La permanencia de las piedras, Federico Pérez Villoro, 2020. Cortesía de Casa del Lago Virtual
Al cuento y a las imágenes las atraviesa un elemento en común: el viento. Se trata del sonido de un viento que corre y no cesa durante toda la estancia en el sitio web. La narración termina, la navegación visual se agota, pero el viento sigue soplando. No es molesto al oído, es prácticamente ruido blanco; un elemento sutil pero muy poderoso para advertir un flujo que se mantiene en curso, a pesar de las palabras y de las imágenes. Un flujo que corre en un espacio amplio y en un tiempo que no está todavía medido.
Si bien es cierto que la especificidad con que el sitio web funciona conforma una especie de limitante, la acción conjunta de escuchar el cuento y explorar las imágenes mantiene su fuerza. Además, encamina a reflexiones pertinentes sobre las posibilidades de obras concebidas para espacios virtuales en el contexto actual. Casa del Lago anuncia que esta es sólo la primera entrega de una serie acciones dirigidas a añadir el monumento inexistente a Google Maps, por lo que sugiero quedar al pendiente.