Un canto en el Pequod: sobre ABLAR HA DEFESIOS, HABLAR ADEFESIOS, DEFESIOS ABLAR HA
por Mariel Vela
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Cuando busqué la dirección de Pequod & Co en internet llegué a Nantucket, el puerto desde donde zarpó la tripulación en la novela de Moby Dick. Unos siglos después, una galería de arte (el ballenero contemporáneo) tomó el nombre y abrió sus puertas en la calle de Lancaster #29, en la colonia Juárez. La invitación a su nueva exposición se realizó por medio de un video que sugiere la necesidad de expresar un mensaje urgente y enrojecido en comunicados espasmos pronunciados por una voz femenina. Su entonación oficial hace que casi no se note cómo los enunciados que pronuncia poco a poco comienzan a desfigurarse gramaticalmente, mientras convocan a asistir a una puesta en escena fallida, a presenciar un parásito de crisis. Después de tantos meses sin ver una exposición me emocioné ante la promesa de un intercambio plurivalente de rigor contemporáneo.*1
ABLAR HA DEFESIOS, HABLAR ADEFESIOS, DEFESIOS ABLAR HA es una e̶x̶p̶o̶s̶i̶c̶i̶ó̶n̶ invocación colectiva de Víctor Palacios en la cual participan lxs siguientes a̶r̶t̶i̶s̶t̶a̶s̶ intérpretes: José Luis Sánchez Rull, Pilar Villela, Jippies Asquerosos, Cristian Franco, Ana Navas, Bruno Gruppalli, Juan Kraeppellin, Todos a cubierta (¿un llamado?), Louise A. Griselle Thomas, Raúl Rueda, Mauricio Limón, Els Maññaññiere & Diego Martínez, Juan Manuel Salas, Sebastián Romo, Valerio Ruscelli Parnetti (Aureato), Jesús Cruz Caba, Victoria Núñez Estrada, Enrique Arriaga, Gnixel Sepiaw y Diego Pérez. Todxs aparecen bajo el título unificador de Palacios Orchestra. El texto curatorial muta cada semana como una reverberación sonora de lo que acontece dentro del Pequod & Co.
¿Si lxs adefesios hablaran qué nos dirían? Pienso que toda exposición colectiva es ya en sí una especie de criatura; un despropósito, un disparate, una extravagancia.
Al entrar a la galería, lo primero son los colores. Casi suenan. Las paredes están pintadas de piso a techo con amarillo, rosa y azul. Hacia el fondo se encuentra la pieza de Bruno Grupalli titulada Prefiero convertirme en hipopótamo, imperceptible hasta que la arena teñida en los mismos tonos cruje debajo de las suelas de los zapatos. Paulina Félix, la gallery manager, nos guio hacia un cuarto misterioso donde presionó varias veces un botón cercano a la pieza de Jippies Asquerosos: Ceci n'est pas une roue de bicyclette, c'est une boîte de carton. La caja de cartón despidió una niebla roja que inundó el cuarto alfombrado hasta no poder ver por fuera de la ventana. Una verdadera cortina de humo. Al salir veo las ruinas de unas galletas oreo y me pregunto si alguien las habrá mordido en serio o tan sólo fueron despedazadas cuidadosamente con las manos: acciones que sólo se ejecutan en nombre del arte contemporáneo, hacer como que las galletas han sido masticadas.
Una de las primeras imágenes del recorrido es No es cierto que el artista sólo diga algo después de muerto. Pero tal vez es cierto que un artista muerto sea mejor que uno vivo... Una declaración acotada de lo que por lo general es un pequeño poema que el artista José Luis Sánchez Rull usa para dar título a sus piezas. El óleo muestra a un hombre con un gran penacho, un dios punk que sostiene la cabeza encogida de una mujer como ramo de flores. También están las 45 cabecitas (INHUMACIÓNES ¡Huevos de alguien!) muy siniestras, acomodadas en un cartón. Otras se encuentran recargadas contra la pared, con los ojos cerrados y mirando hacia la nada.
ABLAR HA DEFESIOS tiene momentos tenebrosos pero muy bellos como Abrazos de vainilla mascullar de Victoria Núñez Estrada que me recordó a una montaña de huesos apilados. Es una caja de acrílico llena de escombros de inodoro de cerámica mezclados con tierra que despide un aroma de vainilla sintética. Es una pieza que susurra algo entre dientes y que siento en absoluta correspondencia con el texto impreso sobre papel para trazar de Raúl Rueda, titulado Tomar los cuernos por el toro. Del enunciado, llama la atención una oración que evoca otra clase de sonido: la melódica nota de la cerámica que su puente dental hizo al chocar contra el asfalto. Es una pequeña ficción o tal vez un instructivo que propicia la actitud correcta para participar del sinsentido. Provoca deseos de ser una motocicleta.
La combinación de madera, esmalte, campanas de viento, huesos (de conejo) y estoperoles es muy punk, sin embargo, el nombre que lleva la obra de Cristian Franco es más sentimental: Se anda tirando a mi novia. Una denuncia franca y quizás un poco triste que se emite desde la inmovilidad de dos campanas situadas a los extremos de un tablón. No hay viento que sople sobre ellas dentro de la galería. Al enterarme sobre los huesos de conejo, comencé a percatarme de la fauna en la exposición. Hay un par de loros verdes titulados Tropicalia negra y un Cachazorro de Atelier Romo. Ambos conviven con la garza dormida de Louise A. Griselle Thomas pintada contra un fondo áureo en un momento de quietud. El galope de los caballos miniatura sobre el textil en The days go by like wild horses over the hills de Diego Pérez es prácticamente un Western. ¿Quién disparó para que las aves volaran así?
Me doy cuenta de que al escribir esto he creado mi propio adefesio tratando de crear situaciones o intrigas donde tal vez no las hay. Aún así quise ponerme a cantar con lxs demás y entonar quién sabe qué cosas.
La exposición estará abierta hasta el 03 de abril, agenda previamente tu cita.