Things We Do For Love (Cosas que hacemos por amor) en Arte Abierto
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Todo amor es urgente porque vamos a morir. Raúl Zurita
“Para pasar el dolor de un corazón roto, puedes tomarte un paracetamol”. Esta es una de las joyas del conocimiento que navega entre lxs paramédicxs de la Cruz Roja, quienes acuden día y noche a tratar los malestares que cruzan los cuerpos de esta ciudad. Alergias, medicinas, padecimientos son guías para evaluar los síntomas de unx paciente. El corazón roto es como una fiebre y podemos darle tratamiento. Es doble el remedio cuando tu amiga paramédicx es quien te da el paracetamol, con la mano en el hombro y la noche entera para debrayar sobre las fracturas emocionales.
Things We Do For Love (Cosas que hacemos por amor) de Erick Meyenberg es una instalación, la cual se compone de una pieza de video multicanal a cinco pantallas. Entre estas proyecciones reposan los pétalos gigantes de un crisantemo de cerámica; habitan el espacio como algo que flota en un lago negro. La ideación de la pieza se desarrolló cuando Meyenberg viajó a Japón para realizar una residencia donde filmó las situaciones que le cruzaban en su día a día. Al mismo tiempo, el artista estaba transitando un duelo personal. Así, la pieza se comenzó a articular como capas de reflexión que acompañaron el proceso de su sanación interior, a través de la belleza que registran los gestos más mundanos. Al superponer las imágenes, jardinerxs, flores, paramédicxs, lagos y pescadorxs navegan por las pantallas como para insertarnos en la memoria de Meyenberg. En las dimensiones trastocadas de las proyecciones gigantes, nos convertimos en las moléculas pasajeras que contemplan la reflexión de un gato en un cementerio o la respiración de los lotos. Lxs espectadorxs miramos desde los bordes, habitamos desde el silencio, tratando de imitar el comportamiento suave de lo no humano.
Erick Meyenberg, Things We Do for Love, Arte Abierto, 2022. Cortesía de Arte Abierto
La sanación implica la idea de que hay una herida. Meyenberg retoma la práctica japonesa del kintsugi, tradición de la cerámica en la que una pieza rota se repara a través de pegarla con hoja de oro. En ella, más que esconder los detalles de tal ruptura, se resaltan como algo bello. A través de la cámara, el artista se hace de las piezas para sanar una historia personal. La ojo-cámara que logra ver la belleza de los gestos nimios a través del encuadre. Luego, es a través de la edición que se rearticulan las memorias. Bajo la premisa de que las imágenes están dislocadas, sólo la costura de la edición permite que se unan para la creación de una tercera cosa que existe sólo en lx espectadorx. En el montaje, la herida se sana con la narración: la costura de las imágenes en la mente: el empalme de las emociones en el cuerpo. En Things We Do For Love, el video y la memoria funcionan como una vasija rota donde las heridas son espacios de luz por donde podemos vislumbrar la sustancia que se mueve bajo las imágenes.
“Atravesaba por un momento personal que hacía lucir todo fragmentado. Y, como en todo proceso, la intuición y el azar guiaron el camino.” Al llegar a la exposición, nos recibe un texto/testimonio donde el artista nos cuenta su proceso de primera voz. En él, Meyenberg nos narra sus reflexiones y cómo involucró a sus amigxs*1 en la realización de las distintas partes de la pieza, que es, finalmente, lo que todxs lxs creadores hacemos para hacer sentido de nuestras prácticas artísticas. La amistad es uno de los aglutinantes de nuestras piezas.
Erick Meyenberg, Things We Do for Love, Arte Abierto, 2022. Cortesía de Arte Abierto
Tuve la fortuna enorme de que, junto conmigo, entraron a la exposición un grupo de niñxs con su abuelo. Como a las piezas, lxs contemplé bailar por el espacio, deslizarse sobre los calcetines que obligatoriamente nos hicieron usar dentro de la sala. Maravilla de la niñez: encontrar posibilidades en el límite. Respiro corto, que no me noten. Lxs niñxs se acercaron a las imágenes en un amago por tocarlas. Sus mismos cuerpos se convirtieron en pantallas móviles, se insertaron en los escenarios a partir del bloqueo de la luz. Dos de ellxs se acostaron en el piso, mientras en él se reflejaba la toma de una bóveda celeste. Ellxs nadaron en las estrellas, yo lxs miré con la atención que merecía su performance. Llegó el momento inminente y apareció un guardia que le pidió al abuelo sentar a sus nietxs, quienes en un ímpetu desenfrenado ya saltaban sobre las piezas de cerámica. Lxs danzantes se sentaron. Se cerró el telón. Aplausos. Añoro un arte con bordes suaves.
Erick Meyenberg, Things We Do for Love, Arte Abierto, 2022. Cortesía de Arte Abierto
Siempre nos estamos preguntando sobre las cosas absurdas, profundas, que hacemos por amor. Pienso en ese abuelo con sus nietxs, en el acto de amor que es la paciencia, la enseñanza, el decidir compartir un mundo con otrx. La pieza de Meyenberg es una oda a la vida como un homenaje a la fuerza que nos lleva a buscar la reparación que muchas veces requerimos luego de estas acciones amorosas. Una sanación corporal, emocional, física, simbólica. En este mundo, la vida es el ímpetu del tropiezo constante, que se para y se cae, se para y se cae, y sigue andando para seguir queriéndose parar.
Lxs amigxs son lxs médicxs de nuestras vidas emocionales, Meyenberg convoca a una serie de ellxs a completar su pieza, a través de la música, la edición, la escritura; todxs son parte de esta instalación. Para estos dolores afectivos requerimos llamar a todo el ejército de las amistades para que nos ayude a zurcir el dolor invisible que nos atraviesa. Mis amigas son las paramédicas de mi vida y aglutinantes de mi obra. En la piel siempre queda una sutura luego de la fractura de corazón porque materialmente no somos lo mismo. Y para comenzar a sanar, hay que reconocer que hay dolor.
La exposición Things We Do For Love estará abierta hasta el 18 de diciembre del 2022 en Arte Abierto, ubicado en Artz Pedregal.