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Para alternar color y silencio. Sobre 'is anybody here?' de Manuel Forte en Galería Karen Huber

Reseña

Para alternar color y silencio. Sobre 'is anybody here?' de Manuel Forte en Galería Karen Huber

por Bruno Enciso

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Tiempo de lectura

5 min

Manuel Forte, artista portugúes radicado en la CDMX, presenta su primera exposición individual en la galería Karen Huber. La muestra presenta obras en distintos formatos y combina lenguajes provenientes de la pintura, el dibujo, la escultura y la instalación. Es fácil identificar el eje temático de las obras: habitaciones, espacios interiores y domésticos. Aunque esta premisa contempla cierta contención, aquí no hay lugar para una mirada que busque quietud o reposo. Una serie de decisiones de composición, montaje y manejo del color ponen en marcha dinámicas hiper estimulantes para los ojos y el cuerpo. La invitación a entrar a estas habitaciones implica espabilarse y sacudirse el letargo para poder reaccionar ágilmente ante las variaciones de gravedad y velocidad. Conviene ir a paso firme, pero con calma.

Manuel Forte, Camarão da costa, 2024. Cortesía del artista y Galería Karen Huber. Foto: Ramiro Chaves
Manuel Forte, Camarão da costa, 2024. Cortesía del artista y Galería Karen Huber. Foto: Ramiro Chaves

Lo más interesante de este cuerpo de obra, como conjunto, es que ofrece una aproximación singular y vibrante sobre lo laberíntico. No lo aborda desde su sentido más arquitectónico, en el que una intrincada traza requiere una salida específica, sino desde una sensación de desorientación que fácilmente produce variaciones de la angustia. Tanto las paletas como el vocabulario de figuras utilizado en las pinturas mantienen una atmósfera diurna y estable. Las perspectivas son primordialmente realistas y las proporciones de los objetos no son descomunales. Lo inquietante llega como un regusto (aftertaste), que se va instalando conforme proliferan las preguntas sobre lo que ha sucedido en las habitaciones. Primero son preguntas acerca de personas y sucesos reales localizados en el mismo tiempo y espacio de quien mira. Luego, el sonido de unos cuantos animales vivos y muertos introducen un tono absurdo. Las colecciones de ítems y símbolos dejan de perfilar el retrato de una subjetividad para adquirir un aire de abandono. Descubrimos que las flores en el jarrón se han marchitado. Lxs habitantes de estos espacios ahora son sólo especulaciones fantasmales.

Manuel Forte, Cuarto de sanación, 2024. Cortesía del artista y Galería Karen Huber. Foto: Ramiro Chaves
Manuel Forte, Cuarto de sanación, 2024. Cortesía del artista y Galería Karen Huber. Foto: Ramiro Chaves

Los patrones también merecen su análisis. Da la impresión de que el artista ha optado por sintetizar la idea de un patrón a su versión más somera: un motivo y su repetición. Manchas y rayones producidos con distintos grados de desenfado y armonía van expandiendo las zonas de sentido, a veces sostenidas en su trazo y otras en el color que los acuerpa. Algunos de estos patrones se han resuelto de modos tan simples que acarrean una sensación de descuido: en términos formales, aplanan demasiado la superficie. Con todo y que pudiera ser deliberado, este efecto no favorece la sensación de habitabilidad del espacio, que es central en la obra. Sorprendentemente, el juego de multiplanos prevalece y se nutre de su variedad. Para cuando llega el aire de inquietud que he señalado antes, los patrones ya no parecen equivaler ni acompañarse en su labor decorativa, al contrario, cada uno es un flujo ansioso distinto, compiten unos con otros, determinados a abarcar la mayor cantidad de espacio posible.

Manuel Forte, White Ferrari, 2024. Cortesía del artista y Galería Karen Huber. Foto: Ramiro Chaves
Manuel Forte, White Ferrari, 2024. Cortesía del artista y Galería Karen Huber. Foto: Ramiro Chaves

De entre las pinturas destaco White Ferrari (2024), protagonizada por una curiosa escultura de talante humanoide erguida sobre una plataforma cilíndrica. A su ¿cuerpo? le da forma una serie protuberancias que evocan un racimo de algún banano imposible, aunque también podrían ser extremidades. No hay cabeza, pero sí un par de piececillos. Los rombos en el patrón del suelo azulado apuntalan su presencia como pirañas nadando hacia su presa. Al fondo, una colección de pinturas donde distinguimos la figura de unas flores, pero también algunas composiciones abstractas. Colocadas por ahí: una carreola, una computadora y una mascota ciega hecha de peluche. La idea de una pintura y una escultura a escala humana conviviendo juntas en un espacio doméstico es una proposición audaz y juguetona. En ella, además encontramos un par de accesorios asociados semánticamente con las infancias. ¿Cuál es la función de las piezas, del arte, al interior de esta fantasía? La escultura posee una extraña luz propia, un verdor ácido que resplandece a pesar de la luz que todos los demás colores arrojan a su alrededor. La luz, entonces, ¿le concierne más a la escultura, a las pinturas o a la pantalla de la laptop? ¿Deberíamos estar preocupades por el paradero de la o las infancias que juegan con este osito?

Vista de la exposición 'is anybody here?' de Manuel Forte. Cortesía del artista y Galería Karen Huber. Foto: Ramiro Chaves
Vista de la exposición 'is anybody here?' de Manuel Forte. Cortesía del artista y Galería Karen Huber. Foto: Ramiro Chaves

Hay algo cautivador en la manera en que la multiplicidad de planos arquitectónicos y cromáticos presentes en las pieza conforman una especie de patchwork, mismo que constituye la riqueza y el sabor de la muestra completa. Sin embargo, la irregularidad en los tiempos implica encontrarse con algunas zonas que pueden sentirse muy crudas o, en sentido inverso, muy especiadas. Desde luego, esta irregularidad temporal puede ser muy interesante en términos narrativos si pensamos que las presencias que rondan estas habitaciones recién se han marchado o están todavía por llegar. El asunto es que las pequeñas habitaciones localizadas en papel se transitan de una manera muy distinta a las de lienzo. El espejo en la sala sumergida en la cuadrícula azul pastel y blanco me confronta con una imagen de mi rostro, mientras que en el muro, al otro lado de la sala, un desgarre sobre la superficie blanca me muestra un gradiente que va desde el amarillo hasta un púrpura que, aunque lo complementa, le resulta extrañísimo; el rastro de una de transmutación, sin figura que lo habite. Sin duda, esta variedad de soluciones formales puede hablarnos de la versatilidad plástica del artista, pero puede acarrear un recorrido fragmentado donde los efectos particulares de cada obra no han terminado de resonar cuando ya muy pronto se han activado otros. A ciertos enigmas conviene permitirles desplegarse a su propio ritmo, sin interrupciones.

La muestra puede visitarse hasta el 7 de septiembre.

Bruno Enciso

Publicado el 22 agosto 2024