Reseña
por Lia Quezada
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Dice Lucia que (Li)temia, el proyecto de largo aliento del que se desprende Litemia .01, su exposición en Salón Silicón, comenzó en el momento en que le informaron que tendría que tomar litio todos los días por el resto de su vida. Nacida en una generación que ha perdido la capacidad práctica y cognitiva de imaginar el futuro, buscó mitigar la ansiedad que le produjo el diagnóstico preguntándose por su materialidad volumétrica.
Con trayectorias relativamente propias, aunque nunca del todo independientes, el litio ha sido extraído, procesado y empleado tanto en la fabricación de psicofármacos como de baterías para celulares y automóviles. Mi cuerpo dispositivo consume una batería diaria [100 días] (2025), una suerte de cortina integrada por cien baterías de litio descartadas, señala las equivalencias del elemento en sus dos usos principales: así se ven cien días del resto de su vida.
mi cuerpo como yacimiento salino*
La exposición incluye, además, dos series escultóricas. Escrituras mnemónicas (2025) reúne tabletas de cerámica intervenidas con conectores de las baterías utilizadas en el resto de la muestra y blísteres de medicamento. Aludiendo tanto a los microchips como a los cuerpos, plantean que los circuitos electrónicos y las memorias químicas son formas paralelas de almacenamiento.
La Serie no-dispositivo (2024-2025), integrada por pequeños rectángulos de cerámica intervenidos con fuego, aluminio, desechos electrónicos o grafito de baterías descartadas, explora la relación afectiva y táctil que mantenemos con nuestros celulares. Una pieza conserva las huellas insistentes de una contraseña; otra, el gesto de un scrolleo infinito. A pesar de sus dimensiones familiares, se rehúsan a encender o funcionar.
litio como energía
litio para funcionar
La funcionalidad es una dimensión clave en Litemia .01, así como un eje en la relación micro-macro que le interesa resaltar. Tanto el cuerpo de la artista como los dispositivos móviles con los que pasamos la mayor parte del día dependen del litio para funcionar. Como señala danie valencia sepúlveda en el texto de sala: “el litio refleja la lógica de la modernidad-colonial que necesita y exige que todo –minerales, cuerpos, tecnologías– funcione a pesar de la promesa de estabilidad que se desborda en el derrumbe”.
En su forma salina y metálica, el litio permite controlar flujos de energía y estados de ánimo. Al mismo tiempo –como sus usuarios humanos y no humanos–, es un elemento inestable. el grafito contiene al litio, el litio me contiene a mí (2025), una dupla de dibujos realizados con grafito de baterías sobre papel de algodón, refleja la identificación que la artista ha alcanzado con la sustancia.
una litemia monitorea mi sangre
usuaria de este psicofármaco
En menos de un metro cuadrado, Imagen intermedial del litio [Todo lo que sé sobre el litio me lo contó alguien o lo aprendí en internet] (2025) señala la conexión entre el mercado energético globalizado y los abusos sistemáticos a comunidades indígenas y campesinas en Chile, Bolivia y Argentina; el consumo inadvertido del litio en productos como el agua mineralizada Vichy Catalan; la ironía detrás del eslogan de Litiomx (“la paraestatal para explotar el oro blanco”), así como su uso terapéutico medieval y psicofarmacológico actual; en síntesis, las complejas e intrincadas relaciones que hacen del litio –como afirma desdoblar (2025), pieza audivisual presentada en seis dispositivos móviles– una “sustancia que hiere y cura”.
delirio
delitio
delito
* Esta cita, así como las siguientes, proviene de desdoblar (2025), pieza audiovisual de Lucia R. incluida en (Li)temia.
Publicado el 5 junio 2025