Espacio Morelos presenta No se hace el silencio, una exposición de Israel Martinez.
La obra de Israel Martínez se articula a partir de una serie de interrogantes continuas alrededor de la experiencia aural: ¿qué es el sonido, cómo funciona, cómo circula? ¿Qué es la escucha y qué acontece cuando el sonido es silencio? (¿El sonido es silencio? ¿Se hace el silencio? ¿El silencio no se hace?). Estas preguntas lo han llevado a elaborar una cantidad de piezas que sería imposible enumerar aquí, pues van desde tocadas masivas de punk o conciertos donde priman la sutileza sónica y el sigilo, hasta instalaciones sonoras en las que están imbricados textos, imágenes e imágenes en movimiento.
En esta indagación sobresale su interés por aproximarse al sonido (¿o su ausencia?) a partir del tejido histórico y social, en el cual caben tanto las tradiciones de la música experimental como las conversaciones cotidianas. De hecho, en diversos proyectos ha abordado la relación del universo sonoro con el lenguaje, y aunque se ha interesado por su cualidad fónica y performativa, en esta muestra explora el ámbito de la literatura.
En consonancia con las prácticas contemporáneas de escritura —así como de su propia experiencia en tanto músico y productor— Martínez sitúa en el centro de esta aproximación las prácticas de apropiación y remezcla. La mayor parte de las piezas en esta exhibición son resultado de horas y horas de lectura, en las cuales subraya y transcribe pasajes de todo tipo de textos donde se alude de una manera u otra al universo aural, para después remixearlos y darles una nueva existencia. El resultado son una serie de obras que van y vienen de lo verbal a lo visual, lo legible a lo audible y lo inaudible a lo multisensorial.
En este conjunto es posible encontrar ecos, resonancias, exploraciones lúdicas en torno a la materialidad del lenguaje y acercamientos a la relación entre sonido e imagen. De igual forma, en la exposición se escuchan (¿se escuchan?) diversas grabaciones de campo con ruidos y sonidos apenas perceptibles, generando una especie de sala de lectura para ver y leer las obras.
La pieza principal, realizada ex profeso para el espacio, consiste en 666 hojas de papel donde es posible leer citas textuales o moduladas alusivas ya no al sonido, sino al silencio. Las 666 hojas se comunican sigilosamente con el mismo número de casetes dispuestos en el piso, con los cuales Martínez indaga los vínculos del sonido con la arquitectura y el entorno cotidiano, así como con el vertiginoso cambio de tecnologías de reproducción musical. Ambas piezas se mueven a contracorriente del flujo desenfrenado del tiempo y la lógica productivista de nuestros días, pues para su creación fueron necesarias incontables horas de lectura y escucha.
Israel Martínez argumenta, con este corpus de obra, que No se hace el silencio. Como una resonancia siniestra, la afirmación resuena inevitablemente en la cabeza a la manera de una interrogante: ¿No se hace el silencio? (¿No se hace el silencio?).
— Esteban King Álvarez