Travesía Cuatro presenta la exposición colectiva Habitaciones. Un retrato polifónico de la creación contemporánea española, a través de la obra de seis artistas: Laia Estruch (Barcelona, 1981), Eva Fàbregas (Barcelona, 1988), Sara Ramo (Madrid, 1975), Claudia Pagès (Barcelona, 1990); Marina González Guerreiro (A Guarda, Galicia, 1992) y Nora Aurrekoetxea (Bilbao, 1989).
Cada artista ocupa una de las seis habitaciones de la Casa Franco, diseñada por Luis Barragán en 1929. Esta muestra llega después de 11 años de presencia de Travesía Cuatro en Guadalajara, y supone un hito en una trayectoria enfocada en tender puentes entre la península ibérica y la escena mexicana.
La exposición abre la mirada hacia diferentes centros de producción dentro de la geografía española. Excepto Sara Ramo, quien divide su tiempo entre Madrid y São Paulo, el resto de artistas viven y trabajan fuera de la capital. No solo provienen de distintas comunidades (Cataluña, País Vasco y Galicia) sino que la mayoría han estudiado y vivido en el extranjero y sus trayectorias están marcadas por importantes exposiciones en el ámbito internacional.
Aunque el conjunto de intervenciones abarca un amplio abanico de disciplinas, entre ellas, la escultura, la pintura, la videoinstalación y la performance, hay varios aspectos que unen las prácticas de estas artistas, entre ellos un interés por la dicotomía entre lo orgánico y lo artificial, la exploración del cruce entre deseo y memoria, una voluntad de expandir la escultura mediante la relación con el espacio, el cuerpo o el sonido. Hay también coincidencias en una aproximación al arte desde la investigación y el proceso, entendido como resultado en sí mismo.
Interesada por las estructuras físicas de los espacios urbanos y cómo inciden en la vida cotidiana y sus pautas de relación social, la obra de Laia Estruch se presenta a menudo en forma de esculturas-escenarios. En la muestra encontramos dos dispositivos en los que enmarca sus performances y su experimentación con la oralidad y el archivo, sus principales herramientas de trabajo. Crol (barana II) es una escultura de hierro basada en asideros de piscinas, que la artista activa con la voz, la interpretación y el cuerpo. Mientras que en Ocells Perduts (Windsock) Anuncio y poema de viento (Ens han canviat el cel a ple vol. / Nos han cambiado el cielo a pleno vuelo.), Laia utiliza la idea de anuncio como continente y contenido.
La obra se compone simplemente de una pieza de nylon y un ventilador, que con su potencia hace que el brazo de viento se estire y se encoja y nos permita así leer cada ciertos segundos el texto. En la obra de Laia Estruch todo es escultura, dado que entiende la performance como un acto de volúmenes. Cuando nuestro cuerpo se mueve, genera llenos y vacío, de la misma forma que los sonidos crean materialidades y texturas en el espacio.
Esta manera de conmover y desconcertar al espectador a través del volumen y el poder somático de los objetos escultóricos está también presente en la obra de Eva Fàbregas. Oozing #4 es parte de una serie en la que la artista emplea materiales elásticos e hinchables, que recuerdan a membranas, células, intestinos u órganos sexuales y cuyos colores amables y sensación de suavidad atraen por su inocencia y perversión a partes iguales. La instalación da la impresión de ser un enorme organismo vivo que obedece a su propia lógica libidinosa y caníbal, una máquina deseante con un potencial de crecimiento incontrolable. En su mayor parte, la escultura está compuesta por aire y por tanto respira. El acto de respirar es uno de los pocos que compartimos con todos los seres vivos de la tierra. En su reciente entrevista con Anna-Catharina Gebbers, publicada en el catálogo de la exposición Devouring Lovers en Hamburger Bahnhof, Eva dice:
"Supongo que lo que intento alcanzar es una forma más somática y corporal de aprender y comunicarnos con el mundo que nos rodea. En su jerarquía de lo sensorial, la modernidad occidental considera el tacto y la experiencia táctil como un sentido básico, primario o incluso «primitivo», es decir, muy por debajo de la vista o el oído.
Hemos sido educados en un entorno cultural que socava nuestra capacidad de aprender de forma intuitiva. Tendemos a olvidar lo enormemente importante que es el conocimiento que proviene de nuestros dedos, de un compromiso directo con la materia. ¿Hasta qué punto somos conscientes de los ritmos internos, los afectos y las cadencias de nuestro propio organismo? ¿Has sentido alguna vez una canción en el estómago?”
La mirada del ser humano a la naturaleza y su relación o distanciamiento es una inquietud que ha quedado patente en la obra de Sara Ramo desde sus inicios. Para esta exposición, la artista hispano-brasileña presenta un cuerpo de obra inédito. Sus pinturas-collage realizadas sobre cartón son tributos a la capacidad de sobreposición, multiplicación y transformación de la naturaleza. Podrían tratarse de capturas realizadas a través de la lente de un microscopio de un telescopio, jugando con la percepción de nuestra propia escala en relación con el universo. Son portales de entrada al lugar de origen, de luz o de oscuridad. En cambio, sus esculturas en forma de meta-urnas funerarias nos recuerdan que la obra de Sara Ramo profundiza en cómo el arte ocupa la memoria. Superando la condición esperada de los objetos, y dotándolos de magia y ritualidad, Ramo realiza incrustaciones en el barro, ocupando los espacios negativos, las hendiduras y fisuras, abriendo circuitos en los que los sentidos silenciados por las versiones dominantes de la historia encuentran vías para revelarse.
Si en la obra de Ramo la memoria está latente, en la de Claudia Pagès la encontramos en un diálogo confrontacional con el presente a través del gerundio en el que nos atrapan ciertos espacios institucionales, como los puertos. Pagès profundiza en el concepto de “arquitecturas de contención”, diseccionando estructuras que sostienen el poder a través de la fluidez de las mercancías y el capital, mientras que propone mundos hechos de lenguaje y movimiento que crean flujos ininterrumpidos. La videoescultura Walking the Gerund Mountain (Montjuic bando port) muestra a la artista paseando por Montjuïc, la montaña que domina el puerto de Barcelona. Durante once minutos la acompañamos paseando por diferentes momentos de la historia pasada y presente del lugar, cargados con estructuras simbólicas violentas.
Jardines con palmeras importadas, miradores para los turistas, un cementerio del siglo XIX para la burguesía y una fosa común de la Guerra Civil; por otra parte, ropa dispersa, recortes, rábanos y puestos de crucero. En un momento del paseo, Pagès se pone en cuclillas detrás de los árboles para orinar, el arroyo corre cuesta abajo o se estanca en un charco, definiendo su particular goteo del tiempo.
Del espacio público saltamos a los ecosistemas íntimos de Marina González Guerreiro. En su instalación, la artista realiza pequeños ensayos que hacen referencia a prácticas menores, maquetas y construcciones muy precarias a partir de la imaginación que van tomando peso en la realidad. Entre los materiales que emplea están el plástico, la madera, el papel, la cuerda, la cera y más recientemente la cerámica, todo ello mezclado con residuos que atesora en su estudio para darles un nuevo lugar y significado. Marina consigue que el tiempo se vuelva denso al colocar las diferentes arquitecturas, juegos y bodegones en una línea de tiempo que recorre la habitación, en el transitar por esta línea aparecen momentos que activan nuestra memoria o transiciones entre uno y otro. Hay un interés por quedarse en ese entre, entre el caos y el orden, el pasado y el presente, el control y el azar.
La figura, o su ausencia, es un aspecto fundamental en obra de Nora Aurrekoetxea, que también incorpora en su práctica escultórica textos, objetos y performances. En esta exposición Nora propone una investigación sobre los objetos domésticos y su relación con los cuerpos, a través de una experimentación con las propiedades materiales y formales del colchón hinchable, un objeto íntimamente ligado a la idea del encuentro con el otro o con uno mismo. Un cuerpo de aire es también una exploración de la arquitectura dada, de suelo a techo y de pared a pared, y del cuerpo que la recorre.
— Travesía Cuatro