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Willem Boel

El eje curatorial de la muestra se sitúa en torno a la noción de residuo: entendido no como desecho, sino como  resultado no intencionado de un conjunto de operaciones materiales y temporales. Willem propone un modelo de  producción que pone en entredicho el control autoral tradicional: introduce obstáculos deliberados, limita su propio  margen de decisión y permite que fuerzas externas —como el clima, la duración del proceso, o la reactividad de los  materiales— intervengan en la configuración final de la obra. En lugar de planificar un resultado, el artista se orienta a  la generación de condiciones para que algo emerja, sin haber sido del todo previsto.

En series como De Nieuwe Molens, Reward Paintings o Split Paintings, esta metodología se traduce en la acumulación  paciente de capas pictóricas, la documentación indirecta del uso del color o la experimentación con soportes en  rotación continua. Cada gesto está al servicio del tiempo y de lo aleatorio. En otras propuestas, como Planetas o Pare  Feu, la materia asume un rol protagónico: el papel se oxida lentamente en contacto con estructuras metálicas, o bien la  pintura se vierte para solidificarse en el aire, desafiando las convenciones del plano pictórico.

En la serie MEMO, punto de partida y eje conceptual de esta muestra, Willem sustituye el soporte de madera por rejillas  metálicas, enfatizando el carácter híbrido de su obra entre lo bidimensional y lo objetual. El procedimiento es inverso  al acumulativo: el objetivo ya no es superponer capas, sino cerrar lentamente los vacíos de la estructura. En este gesto  reiterativo y contenido —una suerte de acto devocional— el artista trabaja únicamente una cara de la rejilla. La otra, no  intervenida de manera consciente, se configura como una superficie autónoma: un residuo en sentido estricto, donde  la pintura adquiere formas no buscadas, resultado directo de las acciones previas pero sin haber sido dirigidas.

Así, la exposición propone una revisión crítica del lugar de la pintura en el arte contemporáneo: no como dispositivo  retiniano ni como forma cerrada, sino como campo expandido de operaciones materiales, poéticas y conceptuales.  La obra de Willem articula un modelo de práctica donde la imagen no se produce, sino que se encuentra; donde el  residuo no se descarta, sino que se valora como verdad estética. En su aparente pasividad, el residuo revela la potencia  de lo no-intencionado: aquello que la voluntad no puede fabricar, pero sí permitir.

–Galería Hilario Galguera