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Raúl de Nieves

Morán Morán invita a la vivita guiada de la exposición Entre las manos del tiempo de Raúl de Nieves en compañía de Aurélie Vandewynckele, directora de la galería.

Ésta exposición marca su debut en la Ciudad de México y su primera muestra con la galería. De Nieves es un artista profundamente interdisciplinar, cuya producción material está marcada por la performatividad ritual de la vida cotidiana y por el papel fundamental que la comunidad juega en nosotros. Su práctica está impregnada de referencias a la resplandeciente imaginería de su infancia michoacana, así como a la alegría y al bullicio de la cultura queer y club de Nueva York, donde vive actualmente. Toda su obra se sincretiza en un lenguaje visual barroco, a la par siendo ferozmente contemporáneo, que toma prestado de la iconografía religiosa y de las narraciones místicas para elaborar sobre los distintivos y siempre tortuosos caminos de la identidad. En esta ocasión, su proceso se vio profundamente afectado por la cacofonía sensorial de la Ciudad de México, especialmente por los mercados del centro de la ciudad que ofrecen una experiencia desbordante en cuanto a texturas, colores, materiales, sonidos y vistas.

Entre las manos del tiempo reúne un conjunto de obras escultóricas que abordan la idea de encontrarse ante un portal — un espacio atemporal, transitorio y trascendental, situado justo más allá del pasado donde lo nuevo aún está por llegar. La factura de las piezas refleja esta idea de un tiempo suspendido, evidenciando un ejercicio de trabajo intensivo y meditativo, reflejo de la dedicación del artista a la adaptación constante y a la ciclicidad crítica de la construcción de uno mismo. Hay fe en la resiliencia y en la importancia de las tradiciones propias, pero también en la aceptación del cambio así como a la apertura a la fluctuación, a la novedad y a la diferencia.

Las obras de De Nieves encarnan potencialidades, tienen orígenes humildes pero siempre centelleantes, hechas de materiales cotidianos como cuerdas de nilón, perlas de plástico y fragmentos corporales de poliestireno. Se unen con retazos de prendas que solían estar de moda para convertirse en un ensamble totalmente distinto: manos industriosas y alegres que delinean un mandala tintineante en Treinta y tres segundos de compasión; un cuerpo enjoyado de un niño anfibio en Los hilos de la vida; trajes de una performance convertidos en reliquias rituales veneradas a muro en la serie La piel de la celebración; hilos que se convierten de puerta en rostro, y luego en mapa, en una suerte de metamorfosis continua en la pieza El pasaje.

Por su acumulación ornamental, las piezas representan una piel de celebración, una superposición de momentos, lugares y experiencias que dan forma a una presencia tentativa, transitoria y aventurera. Su representación de la transformación constante evoca a Xipe Tótec, la deidad centromexicana de la vida-muerte-nacimiento y regeneración.Dios igualmente oscuro y auspicioso, Xipe Tótec significa “el desollado”, ya que vestía su propia piel como traje, en representación tanto de la cáscara del maíz que se quita antes de convertirse en alimento, como de la sabia serpiente que muda continuamente. Como de Nieves recuerda, una serpiente puede provocar miedo en la mayoría, pero también es un poderoso símbolo de conocimiento – dos conceptos que tienden a enlazarse en nuestros ciclos de auto-configuración.

— Morán Morán