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Maria Svarbova

Maria Svarbova

Surface

La fotografía de Svarbova pertenece, en su mayoría, a un  contexto muy específico, su natal Eslovaquia. Su infancia estuvo  profundamente marcada por los edificios soviéticos, de estilo  brutalista, construídos antes de la caída del Muro de Berlín. Pero  no fue sino hasta el año 2014, cuando redescubrió la piscina de una  secundaria pública, que encontró el potencial atemporal de estos  sitios. Fascinada por el buen estado de conservación del lugar a  pesar de haber permanecido cerrado por mucho tiempo, decidió  retratar no solo las albercas de Eslovaquia, sino también en otras  partes del mundo durante los siguientes diez años. 

Además del empleo de la simetría, el cual es un elemento clave  en su obra, Maria utiliza en su práctica fotográfica otros recursos  como la tensión, el ritmo y el movimiento. Sin embargo, el recurso  más importante y poderoso en la obra de Svarbova es el tiempo. Al respecto, la artista comentó en una entrevista: “Me entristece  pensar en el tiempo, ver cómo no se detiene. Siempre que regreso  a casa, veo que mis padres han envejecido y eso me aterra.  La fotografía es mi forma de usar el tiempo, a través de ella lo detengo”.

Entendida así, la fotografía de Svarbova es tanto una herramienta  eficaz para expresar la plasticidad de la superficie del agua en  las albercas, en la cual “lo único que pueden hacer los bañistas  es ver su propio reflejo en el espejo perfecto del agua de la  piscina”, como el lugar donde el tiempo se detiene. Continúa Maria: “Últimamente utilizo muchos relojes en mi trabajo, los  relojes marcan el tiempo, pero la fotografía lo detiene, entonces el  tiempo no avanza más”.

En la colección de obras que conforman esta muestra debut de Maria Svarbova en México, Surface, sobresale la atemporalidad como eje rector de su ejercicio fotográfico: la característica de aquello que permanece igual a lo largo de los años, aquello que perdura aunque los muros de los imperios colapsen y en medio del cual el acto artístico, y destacadamente la fotografía, es un acto de resistencia contra el pasar del tiempo. La obra de Maria Svarbova tiene entonces el cometido de fijar en la memoria del espectador y de sí misma instantes que se pierden, para así permanecer, como sucede con los reflejos en la superficie del agua en cualquier alberca alrededor del mundo, en todo momento. 

— Manuel Tuda