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Magaly Ugarte

Magaly Ugarte

Archivo vivo

La distinción entre la cámara y el dispositivo móvil no es aquí un fetichismo tecnológico ni nostalgia analógica, sino una operación conceptual. Al separar el acto fotográfico del aparato multifuncional, esa prótesis cognitiva que todo lo captura, procesa y distribuye, se recupera lo que podríamos llamar la dignidad del propósito único. La cámara dedicada establece un pacto distinto con el mundo: no registra para acumular, sino para sostener la mirada.

Estas fotografías funcionan como un archivo afectivo: presencias que habitaron brevemente, objetos que pertenecen a otros, instantes surgidos en medio del dolor. Son fragmentos de una documentación íntima que rechaza la lógica del respaldo automático. Aquí, cada imagen es una decisión, un acto deliberado de preservación donde la espontaneidad no se opone a la conciencia, sino que se vuelve su condición.

Lo que une estas imágenes no es un estilo ni una estrategia formal, sino un gesto ético: el intento de extraer del flujo continuo visual contemporáneo ciertos momentos que merecen permanecer. Como Susan Sontag observó, fotografiar es un esfuerzo por coleccionar el mundo. Pero en el contexto actual, donde todos somos curadores involuntarios de archivos infinitos, coleccionar implica también una política del olvido selectivo.

Esta exposición nos invita a considerar qué significaría volver a mirar en lugar de simplemente procesar. A preguntarnos si es posible, en medio de la saturación visual, mantener vivo un diálogo con aquello que fotografiamos. A reconocer que algunas imágenes no buscan circular, sino permanecer; no aspiran a la visibilidad total, sino a existir como presencias discretas que atraviesan el tiempo.

¿Puede la fotografía, hoy, ser todavía un acto de presencia?

— Anent Gallery