Arróniz presenta la exposición individual Piedra de Agua de Ishmael Randall-Weeks.
En Piedra de Agua, Ishmael Randall-Weeks introduce las bases formales y materiales de elementos cotidianos para abordar un discurso en torno al urbanismo, la educación y el tiempo. El uso de materiales de construcción que han sostenido su uso —desde las culturas precolombinas hasta América Latina contemporánea— demuestra su interés por entablar un diálogo sobre lo colectivo a través de la forma y la materialidad.
Explora una conversación entre el pasado y el presente, con asociaciones puntuales a figuras y movimientos históricos precursores del pensamiento latinoamericano del siglo XX. De ahí que, podemos hallar en sus esculturas motivos geométricos con guiños a las obras de Manuel Felguerez y de Pedro Ramirez Vásquez expuestas en el Museo Nacional de Antropología. Así como, de los dibujos de perspectivas usados desde la Bauhaus como por Diego Rivera en la elaboración de frescos y murales.
IRW retoma el uso de las conexiones eléctricas de la casa-studio O’ Gorman, repisa Barragán, entre otros elementos, y los presenta en la serie Pupitres, conjunto de muebles escolares, arquitectónicos y escultóricos que mantienen en desbalance tres formas geométricas construidas en base a sillar, tezontle y cantera rosada mexicana. La poética del trabajo afila la relación entre lo concreto, lo espiritual y sus potencialidades.
La esencia geométrica presente en Parábola Tezontle hilvana traba jos tempranos del estudio de arquitectura italiano Superstudio —en los cuales, desde una postura crítica a la tendencia modernista, se desarrollan modelos de una ciudad futurista donde prima lo distópico y lo real en un mismo plano— con sistemas de medición, planetarios actuales, como así la Intihuatana y la Piedra Solar.
En Carpetas, texturas de petates y textiles grabadas sobre placas de concreto, cerámica y pizarras constructivistas dialogan junto a objetos escolares como escuadras y transportadores de madera integrados a modo de bisagras móviles en los extremos de las obras, permitiendo, alterar su posición en el espacio. Por último, en Biombos se presenta una serie de piezas elaboradas en base a azulejos, vidrios pizarras, espejos que abordan un lenguaje común a través de los tramados, textiles y códices.
Los ritmos presentes en las piezas y la posibilidad de reinvención de ellas a través del movimiento —estirar, plegar, tensar, extender— pareciera no solo referirse a las obras en sí mismas, sino a procesos propios del pensamiento humano. La narrativa atraviesa un vaivén continuo entre la exposición y la intimidad, lo distante y lo cercano, lo manifestable y lo discreto.
— Arróniz