No era aquí
Exposición
-> 4 sep – 31 oct
Galería de Arte Mexicano presenta No era aquí de Francisco Ugarte.
Es un mago. Es un impostor. Es un artista.
a) Ninguna de las anteriores
b) Todas son válidas
c) La segunda frase es la cierta
Existe la prestidigitación. No existe la magia. Sin embargo, el arte de Francisco Ugarte es un acto de magia, cumplido larga, morosamente, mediante la más lenta de las prestidigitaciones: la que ejerce el artista, la que le importa.
La presente exposición, dispuesta cuidadosamente, con minucia casi maníaca, resulta un inesperado compendio de las preocupaciones, inquietudes y atisbos de Francisco Ugarte. Son pocas piezas. Algunas apelan de inmediato a la metafísica de su lugar de destino; otras apuntan sobre la ciudad, aspiran —con su gentil magia— a remediar algún paraje desastrado de nuestras raídas tramas urbanas.
La magia no existe: Francisco Ugarte es un mago. Por lo tanto, existe nomás en la memoria de quien ha visto su obra. Sus indagaciones estéticas tienen una admirable claridad y coherencia; la manera como esta muestra de su trabajo está compuesta es elocuente. Y se habla aquí adrede de composición, aludiendo al hecho básico de que Francisco es, primero y sobre todo, un arquitecto que compone sus intentos. Intentos que son, en el fondo, asedios a un propósito: que con sus inventos y sus ingenios de prestidigitador cauto, la ardua y difícil belleza comparezca para quien atienda al juego que como artista propone.
El grupo de obras aquí propuesto tiene una extraña unidad, a pesar de la aparente disparidad de sus componentes. Desde una línea amarilla que cruza el patio del recinto, imantándolo entero, hasta un resplandor dorado que provoca la luz transfigurada con extrema sencillez.
Francisco Ugarte recoge, una vez más, sus cartas: las mismas que son diferentes. Luego, con gesto displicente, las vuelve a desplegar. Y el espectador no puede creerlo: todas las cartas brillan con radical novedad, y la magia del gran arte —ese que conmueve y es capaz de cambiar la vida— refulge para sus ojos y para su corazón.
Y luego todo comienza de nuevo.
–Juan Palomar
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