La Nao presenta la exposición dual Paisaje Póstumo que presenta obra de Cecilia Barreto y Hugo Robledo.
“Mirando las pantallas para no ver al planeta morir”
-Kate Tempest
“Imagine you are falling. But there is no ground.”
-Hito Steyerl
“Desde las cuestiones más íntimas hasta las más colecti- vas, desde lo individual hasta lo planetario, todo se hace y se deshace bajo la sombra de un «hasta cuándo»”
-Marina Garcés
La noción de paisaje implica siempre la construcción de un sentido de habitación; nuestra interacción con él excede el campo de la experiencia visual y se articula en relaciones de poder ya no solo sociales sino planetarias, en las que se pueden leer algunas condiciones y disposiciones fundamentales de la vida cultural, o de su muerte…
En la historia de la pintura occidental, la tradición “paisajística” se ha constituido en un código visual que orienta a su espectador en un esquema que pretende objetivar el mundo a partir de lo medible, de lo matemáticamente cognoscible. Esta construcción se desarrolló de la mano de una particular subjetividad cuyo sentido de habitación se despliega en la promesa de realización de aquel mundo objetivo, hacia la que abalanza su producción cada vez más industrializada, más tecnologizada, más globalizada, reafirmando un supuesto dominio del Hombre sobre la Naturaleza. En este sentido, para la pintura, el paisaje nunca ha sido un mero tema para la representación, sino el vehículo que proyecta su entendimiento mismo de la representación en tanto modos de aprehensión.
En este entendido, Cecilia Barreto y Hugo Robledo ensayan paisajes cuya aprehensión no despliega la promesa de ningún futuro, sino un presente desarticulado en el que los signos de su construcción aparecen como los signos de su propia devastación (nitidez, claridad, perspectiva, mesura.)… Un paisajismo cuyo proyecto está vacío. Condición de la vida actual: sin futuro, operación de un frenético presente sobre su mera inercia. Y aun sus paisajes…
De esta manera, la noción de paisaje cobra un sentido más allá del ejercicio de un extractivismo visual para llevarlo a uno de producción del sentido de habitación, sentido ontológico que hoy comporta una profunda crisis. Si el paisaje siempre representó el alcance epistemológico del proyecto de habitación del mundo ¿Cómo proyectar-se en un mundo que ya no alcanza?
Estamos ante una pintura crítica, mas no por distante para el análisis, sino por partícipe de la crisis, una pintura que se sitúa en la conciencia de su condición bidimensional: la ilusión superficial y el proyecto de mundo que ésta implica. En la conciencia de este binomio lo habitamos como un paisaje póstumo.
— La Nao
Curaduría: Manuel Sentíes