Necesité personas
Exposición
-> 4 sep – 30 oct
Ferrari define su trabajo como un “barroquismo grotesco-pasional”, un mundo poblado de escenas intensas donde lo vegetal, lo animal y lo humano conviven en tensiones extremas: roces, mordidas, desgarramientos, fragilidades. Sus pinturas y dibujos evocan tapices de caza decimonónicos olvidados en casonas ruinosas, donde cada gesto —ya sea delicado o brutal— pone en juego la línea que separa al cazador de la presa. Esa mirada hacia la frontera difusa entre naturaleza y cultura, entre pulsión y representación, se extiende en “Necesité personas” hacia un terreno colectivo donde Ferrari invita a nueve artistas a dialogar a partir de reacciones y resonancias.
La propuesta parte de un contexto marcado por la migración y el desarraigo. Ferrari llegó a México en medio de una crisis social en Argentina, y desde entonces ha planteado su práctica como un modo de agencia personal ante la precariedad y el cierre de fronteras globales y personales. Este proyecto encarna también un gesto de agradecimiento hacia México y Argentina, un reconocimiento a los territorios, afectos e imaginarios que la han acogido y transformado. En palabras de la artista: “Hábito este mundo, y nunca olvido que se trata de un mundo compartido; por eso convocar este ejercicio lo enriquece, me enriquece. Este planteamiento es mi forma de generar en compañía otras formas de relacionarse desde la generosidad, la diferencia y el afecto”.
“Necesité personas” se articula así alrededor de dos modos de trabajo: la reacción — responder en consonancia a la obra ajena— y la resonancia —asimilar, prolongar y expandir un gesto externo dentro del propio proceso creativo—. En ambos casos, lo central es el encuentro. Así, la exposición traza un espacio de interculturalidad donde lo común y lo diferente se reconocen mutuamente: un ensayo de comunidad desde el saber sensible.
Los materiales elegidos por cada artista refuerzan esa voluntad de hibridación y diálogo. La cerámica de Imanol Castro se entrelaza con los experimentos en papel de Luciana Lubreto, los dibujos antropomorfos y vegetales realizados con grafito por Florencia Rodríguez Giles y Samuel Lasso encuentran eco en la resina y cera de origen natural de Maggot Mushh, mientras que María Laura González introduce biomateriales elaborados con cebolla y alcachofa en tensión con los tratamientos de resina industrial y hoja de cobre de Mauricio Orduña. A su vez, la placa de metal recubierto con óleo de Edgar García Ruiz expande los límites entre el dibujo, la pintura y el objeto, en concordancia con la práctica de Ángela Ferrari y Guido Contrafatti. El conjunto revela un abanico material donde lo manual, lo experimental y lo precario desplazan la noción de manufactura industrial, enfatizando el error, la fragilidad y el gesto como potencias críticas ante un sistema del arte inconexo y monótono.
Los temas que emergen en este entramado son múltiples: desde la flora y fauna de México y Argentina —donde especies de aves como el colibrí irrumpen como contrapunto al imaginario occidental dominante en la historia del arte— hasta la reflexión sobre cuerpos en agonía, descomposición y transformación. El proyecto plantea así una resistencia a los relatos hegemónicos y abre espacio a otras memorias y otras genealogías.
En el trasfondo, “Necesité personas” también pone en cuestión las dinámicas de formación y trabajo artístico: Ferrari, quien ha sido tanto docente como asistente para distintos artistas, tensiona aquí el modelo académico tradicional que concibe la creación como un proceso individual, cerrado al colectivo. Por el contrario, esta exposición propone hibridar la enseñanza con la producción, lo profesional con lo cotidiano, el oficio con el ocio. En esa hibridación late una crítica al paradigma capitalista de productividad y éxito individual, en favor de un hacer compartido que privilegia lo humano sobre la lógica del mercado.
En suma, “Necesité personas” no es solo una reunión de obras, sino un espacio de reciprocidad donde lo común se produce y se sostiene en las relaciones que cada acción establece con el conjunto de prácticas congregadas y con quien las contempla. Un gesto político y afectivo que nos recuerda que el ejercicio creativo siempre necesita del sentido de comunidad para existir. O, como declara Ángela Ferrari: “Hacernos entender desde la diferencia y desde lo compartido”.
La curaduría de esta exposición es, asimismo, una colaboración entre Ángela Ferrari y Christian Barragán.
–Saenger Galería