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Justicia narrativa en tropos marinos: 'Tank' de Andrew Roberts

Reseña

Justicia narrativa en tropos marinos: 'Tank' de Andrew Roberts

por Paulina Félix Cunillé

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6 min

Al entrar a Tank, la segunda exposición de Andrew Roberts en Pequod Co., venía con una pregunta en mente, ¿acaso sus piezas de silicona me hablarán del dolor? Esta silicona translúcida abunda en el espacio de la galería, entre esculturas a gran escala e ilustraciones marítimas. La investigación de Roberts recoge información sobre el océano abusado por la violencia industrial y su inserción en la ciencia ficción, que se remonta a los mitos sobre las Américas creados durante la época colonial. En esta nueva serie, el dolor surge al desmembrar la mitología marina. Conocido por sus icónicos zombis de silicona que el año pasado formaron parte de La Bienal del Whitney, Roberts muestra ahora espectros marinos –algunos de ellos mutilados– como piezas de utilería.

Tank es tanto un tanque de autopsia como un estudio de filmación donde se diseccionan monstruos marinos pálidos y la investigación del artista. Lo primero que resalta en la exposición, además de las paredes azules Chroma Key, es la escultura de gran formato que se encuentra al fondo, Paroxysmal Positional Vertigo (2023): un sireno sin cabeza que cuelga desde un anzuelo, cual presa. Al carecer de una cara, centrado como experimento, este monstruo disecado nos habla de un dolor colonial causado por la diferenciación del Nuevo Mundo (América) como peligroso y sólo digno de explotación. Retomando mitos fabricados por colonizadores, Roberts identifica denominadores raciales y clasistas. Por ejemplo, un relato describiendo a los sirenos de América como feos, en contraste con la sirena europea, infunde miedo hacia lo desconocido.

Detalle de Paroxysmal Positional Vertigo, 2023. Silicón de platino, espuma de poliuretano, resina, impresión 3D y pintura. Dimensiones variables. © Foto por Sergio López. Cortesía del artista y Pequod Co.
Detalle de Paroxysmal Positional Vertigo, 2023. Silicón de platino, espuma de poliuretano, resina, impresión 3D y pintura. Dimensiones variables. © Foto por Sergio López. Cortesía del artista y Pequod Co.

Las piezas de Roberts, al no poseer identidad ni color alguno, transforman dichos mitos, eliminando estas diferencias. Por lo tanto, esta exposición cruza el mito con la realidad. La realidad es que la industria cinematográfica hollywoodiense se ha beneficiado de los cuerpos de aguas mexicanas, tal como Baja Studios. En cuanto a la vida marina, esta ha sido sujeta a explotación por caza o como daño colateral de la industria petrolera internacional. A través de esta simulación de mitos y espectros, Roberts produce Tank para desvelar los trapos sucios de la narrativa colonial.

Aunque las piezas de Roberts surgen de la ficción especulativa, comparten una similitud con la fabulación crítica de Saidiya Hartman, pues reescriben una alternativa al pasado explotador. Hartman propone que narrar contra-historias de la esclavitud está inextricablemente relacionado con la escritura de la historia del presente, la finalidad es poder darle justicia a las vidas de las y los africanos que no sobrevivieron el atroz pasado esclavista, cuyas historias fueron borradas como arma de poder.* En Tank no es la esclavitud, sino la historia del océano. A través de ella, Roberts opera una reescritura de la mitología como método de justicia desde el mundo cinematográfico. Los bestiarios de silicona de 50 x 45 cm, todos titulados Silicone tracking marks, los cuales inician y terminan la exposición, aluden a lo anterior al desafiar los estereotipos de monstruos horribles. Por ejemplo, Silicone tracking mark: solar seaweed muestra atributos físicos de un alga solar que podría encontrarse en una caricatura, al presentar un trazo suave. Sus tres estipes camuflan parte de su estructura solar. Su orbe –a diferencia de todo lo demás que es silicona– se presenta tatuado en tinta negra. Algunas láminas que emanan del estipe medio asimilan una boca o, incluso, un bigote. Sus ojos, ubicados en la parte superior, poseen una expresión facial siniestra pues sus pupilas verticales se asemejan a las de una serpiente. No es el típico monstruo marino.

Vista de sala. De izquierda a derecha: Silicone tracking mark: solar seaweed y Silicone tracking mark: phantom compass, 2023. Tatuaje sobre silicón de platino y marco de metal, 55 x 45 x 5 cm c/u. © Foto por Sergio López. Cortesía del artista y Pequod Co.
Vista de sala. De izquierda a derecha: Silicone tracking mark: solar seaweed y Silicone tracking mark: phantom compass, 2023. Tatuaje sobre silicón de platino y marco de metal, 55 x 45 x 5 cm c/u. © Foto por Sergio López. Cortesía del artista y Pequod Co.

Roberts nuevamente menciona la colonización del saber mítico al colocar estas piezas dentro de un marco de metal, similar a una bandeja quirúrgica, recalcando el acto de observación del otro. La presencia del metal nos remite a una frialdad hacia la historia, pues estimula la metáfora de la observación científica gobernada por la violencia epistémica eurocentrista donde la objetividad debe mantenerse. Jugando entre el papel decolonial (reescribir la historia) y el del colonizador (disección), una justicia prolifera. Roberts exhibe a los monstruos marinos como tiernos y peligrosos, eliminando los estereotipos del monstruo horroroso americano. Las piezas de utilería se convierten en vengadores del océano ficticio en una posible película.

El dolor en Tank es silencioso, pues no hay sangre ni sonido alguno, refiriendo al pasado irreparable. Sin embargo, el texto que acompaña a la exposición (disponible en línea) da voz al explotado como reconstrucción del dolor. Narrado en primera persona por un animal o monstruo marino desconocido, describe los últimos momentos de sus compañeros marinos. Sus muertes terminan en chirridos causados por el petróleo que carcome sus pieles, reduciéndolos a cenizas. El narrador sobrevive y despierta en un tanque azul: la exposición. El monstruo marino no sabe diferenciar entre un mecatrónico, que yace a su lado, y un animal. Confundiéndolo por su amigo, acompaña al objeto inerte. El texto tiene una actitud pesimista, ya que no hay salida ni final feliz. Aunque expresa felicidad antes del desastre petrolero, el personaje no vuelve a manifestar sentimiento alguno durante el relato, pues en estado de shock indica: “Mi amigo ha muerto”. En estas oraciones es inevitable preguntarse el impacto colonizador y explotador dentro del imaginario marino donde el dolor es normalizado, nada alejado de la realidad.

Vista de sala, Tank, 2023. © Foto por Sergio López. Cortesía del artista y Pequod Co.
Vista de sala, Tank, 2023. © Foto por Sergio López. Cortesía del artista y Pequod Co.

Tank utiliza la frialdad para exponer nuevas versiones de mitos y personajes que nos recuerdan las injusticias del poder colonial y, en paralelo, lo que el océano ha tenido que adolecer. Sin embargo, al crear voces decoloniales, el artista nos remite a una fabulación crítica desde la periferia y a cuerpos explotados que utilizan como plataforma el dolor ocasionado por la narrativa colonizadora. Aunque centrados en eventos del pasado, los espectros de Roberts tienen potencial para visualizar los mitos existentes en el presente y tal vez hablar de un futuro para el océano.

— Paulina Félix Cunillé

La exposición continuará abierta al público hasta el 10 de junio.

*: Saidiya Hartman, “Venus in Two Acts”, en Small Axe, No. 26, Volumen 12, Junio 2008, pp. 1-14. Publicado por Duke Press.

Publicado el 31 mayo 2023