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Ejercicios materiales | Aire de Manuela García

Reseña

Ejercicios materiales | Aire de Manuela García

por Alan Sierra

En Plomo Gallery

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Tiempo de lectura

4 min

“Convertir lo interior en exterior sin usar el cuchillo” es la primera invitación en el poema Ejercicios materiales de la escritora peruana Blanca Varela. El poema tematiza disciplinas espirituales a través de instrucciones simples pero también plantea una actitud que se repetirá durante todo el texto: una disposición a estirar plásticamente los límites de las palabras que permite que el espacio de los cuerpos y el espacio poético se confundan. La pregunta que seguiría al primer ejercicio podría ser ¿cómo dejar de usar el cuchillo? Enseguida, parecería lógico añadir: ¿cómo dejar que la forma sea determinada por las lógicas internas de una obra?

En la gran ventana que comunica el espacio de exhibición con la calle cuelga una escalera fabricada solamente con sogas. Más que una escalera, parece un montón de nudos, un tejido. La escultura invita a ingresar a la galería valiéndose de la fuerza física y el equilibrio, facultades que encaminarán al visitante al proceso mental necesario para asimilar el trabajo de Manuela García. Si uno es particularmente torpe y evade la sugerencia no deberá perder de vista que la exhibición busca transmitir conocimientos que sólo pueden producirse al entrelazar las experiencias del cuerpo y la mente.

La forma en que Manuela se aproxima a la creación es compleja, su síntesis parece venir de la observación directa de los materiales en su naturaleza privada, en campos de prueba alejados de la sociedad y sus interrupciones; sin embargo, su obra es profundamente humana, está fuertemente vinculada al aparato perceptivo y parte de una meditación constante sobre el cuerpo de la artista y el de los otros, ¿de dónde más podrían venir soluciones como colorear textiles usando solo polvo, pintar con cera o tejer sin urdimbre?

Es afortunado notar que las obras que la artista elaboró para esta exhibición están debidamente instaladas. Su seguridad reside en el calzado justo de sus extensiones a los techos y muros del lugar, al buen balance de su apariencia, función y condiciones de conservación. Algunas como el Círculo o la serie Arcos producen órbitas sutiles por la tensión con la que fueron integradas.

En su texto Trabajar con el material, Anni Albers menciona que el proceso de “dar forma” está tan dividido en pasos que solo en raras ocasiones una persona se involucra en toda la manufactura y, la gran mayoría de las veces, sólo conoce el producto final: “si queremos obtener de los materiales el sentido directo, la aventura de estar cerca de las cosas de las que el mundo fue hecho, tenemos que volver al material en sí, en su estado original, y de ahí participar de sus etapas de cambio.”

Manuela García, Superficie, 2019. Cortesía de Plomo Gallery
Manuela García, Superficie, 2019. Cortesía de Plomo Gallery

Una pieza que participa de dicho entendimiento es Superficie, constituida por una placa de vidrio sostenida por imanes de neodimio a una serie de clavos en la pared. Superficie no exige una referencia externa para ser leída, mientras se sostenga podrá presumir de una esperanza de vida. La artista instala personalmente estos objetos, se vale de su cuerpo para lograrlo, dice que no sabe con anticipación si funcionará, pero en el momento en que la obra se queda quieta, el arte está sucediendo.

En relación a su economía de medios, Manuela menciona que le parece importante decir cada vez menos. Irónicamente, su trabajo obliga a reemplazar palabras de la tradición escultórica como devastar, modelar y ensamblar por cubrir, ajustar y equilibrar.

Es cierto que sus obras pueden ser entendidas desde el punto medio entre el experimento y la broma. Para Obsidiana, de la serie Piedras Preciosas, cubrió papel con cinta de manera que aparenta ser una roca sólida y pesadísima. La artista relata cómo durante el montaje, a la hora de buscarle un lugar adecuado, le preguntaban si necesitaba ayuda para cargarla: en una situación como esa la lógica del trampantojo se cuela y demuestra su vigencia. Sólo puedo imaginar la alegría de Manuela al comprobar sus poderes mentales, al descubrir que lo que intuía era verdad: el trabajo que le imprime al objeto al cubrirlo le da peso ante los ojos del visitante. Parece necesario insistir en que sus obras se completan en el instante de la broma, en el momento de su verificación.

Vista de instalación, Manuela García, Aire, Plomo Gallery, 2019. Cortesía de Plomo Gallery
Vista de instalación, Manuela García, Aire, Plomo Gallery, 2019. Cortesía de Plomo Gallery

Manuela García ha ideado un conjunto de piezas que parecen experimentar una física del engaño, requiere de mucha inteligencia lograr un timo que después de provocar la risa siembre conocimiento de los entornos. Sus obras invitan al presente porque están sucediendo, porque fuerzas físicas y mentales las mantienen unidas y les dan sentido de unidad, de la misma forma que nuestros cuerpos en este momento.

Publicado el 20 septiembre 2019