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Las balas invisibles de una violencia silenciosa. Sobre Luis Miguel Suro

Reseña

Las balas invisibles de una violencia silenciosa. Sobre Luis Miguel Suro

por Nicolás García Barraza

En Galería Enrique Guerrero

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4 min

Luis Miguel Suro nació en 1972, en Jalisco. Creció en un período en donde el capitalismo proliferaba por el mundo, la agitación política era tremenda, la discrepancia de la distribución de la riqueza se volvía cada vez mas significativa y los medios de comunicación se hacían de más y más poder. Gran parte de su obra se interesa por los temas recién mencionados, así como por la confluencia entre el arte contemporáneo y el arte popular. La propuesta del artista se traduce, principalmente, en cerámica. Un atributo heredado de la tradición familiar en el Taller de Cerámica Suro en Tlaquepaque, México. Aunque también incursiona en la performance, la instalación y la intervención.

Como resultado de una fortuita amistad con el coleccionista y galerista Enrique Guerrero, el artista expuso en el espacio hace quince años. Ahora surge una nueva muestra que presenta proyectos tempranos, los cuales se mantienen relevantes al mirar el actual panorama socioeconómico y cultural del país. Suro, de carrera joven, prometedora y efervescente, creó un cuerpo de obra sutil, audaz y preciso sobre la violencia y los efectos que tiene en las relaciones humanas y culturales. En Pull the Button, del año 2000, Suro reinventó un teclado de computadora: aisló las teclas para presentarlas de manera individual y en cerámica, con términos como “POWER”, “CANCEL”, “MUTE”, “HABLAR” y “PÁNICO”. En esta serie se muestra cómo los medios son indispensables en una sociedad dependiente y autodestructiva. Aunque aquellos botones han sido suplantados por las pantallas táctiles, la codependencia y obsesión por los medios sociales sigue siendo una parte intrínseca del desarrollo humano y cultural. Es complejo imaginar un mundo sin medios, es difícil imaginar el progreso sin la tecnología; las armas poseen un doble filo, uno que pincha y perfora, otro que seduce y carcome.

Luis Miguel Suro, de la serie Pull the Button, 2000. Cortesía de Galería Enrique Guerrero
Luis Miguel Suro, de la serie Pull the Button, 2000. Cortesía de Galería Enrique Guerrero

Se presenta también el último proyecto de su autoría, titulado Flower paintings project, de 2004, para el cual invitó a Rodolfo Rivera, un colaborador constante en el taller, quien realizó una serie de pinturas al óleo a partir de los patrones florales que se utilizan como decoración en la cerámica tradicional. Con este proyecto, propone una reflexión sobre los efectos decorativos de la pintura: al intercambiar los materiales, intenta apelar a la interpretación de las flores y de la naturaleza en la historia del arte y en la artesanía. También le interesa pensar las relaciones de producción, entre un objeto artesanal (único) y la fabricación masiva de elementos decorativos y de diseño.

Luis Miguel Suro, Flower paintings project, 2004. Cortesía de Galería Enrique Guerrero
Luis Miguel Suro, Flower paintings project, 2004. Cortesía de Galería Enrique Guerrero

Otra pieza que se presenta es Assassination - Suicide Pistol Series, de 1997, una serie que alude a la violencia que consumía al país en la época, al igual que a la creciente tasa de suicidios. Consta de un grupo de pistolas y balas inventadas, que realizó en cerámica y decoró con patrones precolombinos. La pieza adquiere mayor potencia al conocer el lamentable destino del artista, quien fue asesinado a mano armada al salir de un banco en la ciudad de Guadalajara, por ahí del año 2004. Teresa Margolles se encargó de recordarle al mundo su muerte con 32 años, Levantamiento y traslado donde cayó el cuerpo asesinado del artista Luis Miguel Suro. La artista trasladó las baldosas del piso en el que se cometió el crimen a un espacio expositivo, desplazando así la violencia, característica en la obra de ambos artistas. Las piezas de Suro resuenan directamente en la memoria y en la conciencia colectiva de una sociedad que se ha visto empañada por una creciente ola de violencia que corrompe y pudre al país.

Luis Miguel Suro, vista de la exposición en Galería Enrique Guerrero, 2021. Cortesía de la galería
Luis Miguel Suro, vista de la exposición en Galería Enrique Guerrero, 2021. Cortesía de la galería

Luis Miguel Suro, Assassination - Suicide Pistol Series, 1997. Cortesía de Galería Enrique Guerrero
Luis Miguel Suro, Assassination - Suicide Pistol Series, 1997. Cortesía de Galería Enrique Guerrero

Suro fue una víctima más; al igual que en casos similares, resultó difícil encontrar información. Los cuerpos se quedan como cicatrices que comienzan a habitar las grietas del asfalto, los terrenos baldíos, los silencios en los campos y en la memoria. Estamos rodeados de espíritus que fueron injustamente separados de sus familias, de sus amigos, de sus trabajos y de un futuro digno. Sin embargo, las palabras persisten, los recuerdos reavivan a los fantasmas. No les permitimos irse porque se fueron antes de lo que debían y, probablemente, mantenerlos cerca, nos recuerda la importancia de seguir.

La obra de Suro funge como recordatorio del estancamiento que padecemos: en donde lo violento es lo cotidiano; el terror, la tristeza, la vida se juntan y bailan, sin saber cómo moverse ni a dónde ir.

No los olvidamos.

No hay cuerpos anónimos.

Aquí siguen todos,

con nosotros,

esperando respuestas, esperando justicia.

— Nicolás García Barraza

Publicado el 2 junio 2021