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Polvo del capitalismo tardío y joyerías del juicio final: Cristóbal Gracia en Pequod Co.

Reseña

Polvo del capitalismo tardío y joyerías del juicio final: Cristóbal Gracia en Pequod Co.

por M.S. Yániz

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4 min

En la multicitada tesis IX Sobre el concepto de historia, Walter Benjamin menciona un cuadro de Paul Klee titulado Angelus Novus. Ese fragmento construye una alegoría del progreso: un ángel alado mirando al pasado mientras un huracán lo lleva hacia el futuro sin poder detenerse. El movimiento deja a su paso una catástrofe única que llega hasta el cielo. La imagen ha dado para leer toda clase de fenómenos culturales y políticos dentro del marco epistémico de la modernidad y la ideología de lo nuevo. Ese ángel imparable puede hacernos ver nuestra condena irresoluta o la posibilidad de la crítica, pues en su mirada hacia atrás yace la pulsión de enjuiciar la producción, al tiempo que produce su propia barbarie.

Si el cuadro de Klee es la figura que visualiza el inevitable peligro del fascismo y la producción histórica de la ideología de lo nuevo, Perlas barrocas cultivadas; el mundo es una ostra, que se abre con cuchillo de Cristóbal Gracia, en Pequod Co., es el huracán en ruinas que el progreso dejó a su paso.

Vista de la exposición ‘Perlas barrocas cultivadas; el mundo es una ostra, que se abre con cuchillo’ de Cristóbal Gracia. Fotografía: Sergio López. Cortesía de Pequod Co. y el artista.
Vista de la exposición ‘Perlas barrocas cultivadas; el mundo es una ostra, que se abre con cuchillo’ de Cristóbal Gracia. Fotografía: Sergio López. Cortesía de Pequod Co. y el artista.

La post Shakespeareana muestra comienza, como casi todo, en la época clásica, cuando el mundo estaba poblado de dioses y los seres humanos hacían mármoles y marfiles en su honor; y luego de estos, cuando hacían yesos de imitación para estar cerca del poder —dado por el valor de culto que los convertía en fetiches vacíos cargados de un sentido que nosotros mismos hemos olvidado.

La exposición consiste en tres perlas del tamaño de una persona, una serie hecha en heliografía que muestra cómo funciona el cambio cultural y la génesis de una perla: tres pinturas materialmente significativas, más no estéticas, y una fotografía que se creó como invitación.

Vista de la exposición ‘Perlas barrocas cultivadas; el mundo es una ostra, que se abre con cuchillo’ de Cristóbal Gracia. Fotografía: Sergio López. Cortesía de Pequod Co. y el artista.
Vista de la exposición ‘Perlas barrocas cultivadas; el mundo es una ostra, que se abre con cuchillo’ de Cristóbal Gracia. Fotografía: Sergio López. Cortesía de Pequod Co. y el artista.

Las piezas son difíciles de ver: materialmente no hay modo de agotar el objeto con la mirada, la acumulación excede tanto al entendimiento como a la retina y sólo queda explorar las perlas como módulos singulares de gestos culturales en un acomodo juguetón y nostálgico. El barroquismo, tanto para el artista como para Roselin Espinosa su curadora, tiene más que ver con la atomización del cosmos que con el pliegue. Es decir, las obras exponen una crítica a la idea del valor históricamente constituido, más no una crítica al mundo como superficie cuyo origen está ausente, como se establece en el texto curatorial. Su barroco tiene origen y se mofa de sí en parodias que funcionan por acumulación de capas significativas: de la antigüedad clásica a las chácharas de mercados de pulgas. En esa maniobra, se imagina especulativamente el fracaso del progreso occidental como mero polvo sin historia. Aunque uno puede reconocer fragmentos del polvo, dentro de las piezas todo elemento es descontextualizado y presentado como neutralidad cultural: ya sea la fuente de Neptuno, una columna, el brazo perdido de Laocoonte, lego, paracetamol, Cupido con máscaras, caballos, el dólar americano o la noche de Miguel Ángel.

La obra improvisa lo contingente de lo culturalmente valioso. La metáfora-motor de la muestra es la perla, cuyo origen se puede pensar como pus coagulada de las ostras que el ser humano encontró hermosa. Los ciclos del gusto son tan arbitrarios como interesantes.

Vista de la exposición ‘Perlas barrocas cultivadas; el mundo es una ostra, que se abre con cuchillo’ de Cristóbal Gracia. Fotografía: Sergio López. Cortesía de Pequod Co. y el artista.
Vista de la exposición ‘Perlas barrocas cultivadas; el mundo es una ostra, que se abre con cuchillo’ de Cristóbal Gracia. Fotografía: Sergio López. Cortesía de Pequod Co. y el artista.

Gracia toma el endurecimiento por acumulación de la naturaleza para desentrañar la historia estética de las formas. Parte de la obsolescencia de los yesos para extrapolarla a las mercancías: a cualquier pedazo de material que se pueda vender en un tianguis. La fuerza de su obra es proporcional a lo angustiante que es generar equivalencias generales de todo objeto cultural. Aunque ciertamente cualquier objeto puede ser revalorado, se antoja peligroso saberse en el sistema de equivalencias generales del capitalismo.

Esta angustia crece cuando en algún punto del recorrido notas que todo el espacio de la galería está tapizado de fieltro negro, como si estuviéramos en la caja de un anillo de lujo. Estar en la muestra es ser el parásito, el cliente de la tienda y el mismo objeto abandonado que quedó en el huracán de la historia. Lo que las piezas nos develan en su barroquismo capitalista no es la obsolescencia de la moda –la cultura o la joyería– cuya lectura se puede hacer de modo irónico, sino la actualidad del juicio final. Las piezas alegorizan poéticamente la marcha de la humanidad a la catástrofe como un movimiento natural.

M.S. Yániz

Publicado el 13 marzo 2025