Materia estética disponible. Miguel Calderón en MARCO.
por Rubén Gutiérrez
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En la reciente exposición de Miguel Calderón se plantea un acercamiento a un cuerpo de obra muy prolífico y que ha sido producido en un periodo de más de 20 años. Con una formación en cine experimental en San Francisco, el trabajo de Miguel siempre ha estado muy cercano a la lógica de este medio. Desde un principio su propósito fue hacer cine, sin embargo, de regreso en México, el artista participó en la gestión de una serie de exposiciones y en un proyecto independiente de difusión de arte alternativo (lo que después se convertiría en el mítico espacio dirigido por artistas: La Panadería). A partir de ahí quedó, en sus propias palabras: “atrapado felizmente en la producción de arte”. Sin embargo, logró producir obras en formato de video como La discípula del velocímetro (2000), que se estrenó en el Festival Internacional de Cine de Rotterdam y que predijo a obras maestras del cine como Inland Empire (2006) de David Lynch.
Miguel siempre trabajó sin prejuicios, haciendo piezas audiovisuales sin pensar si serían distribuidas en una galería o en un festival de cine, sin embargo, su obra eventualmente ejecutó una superposición hacia el mundo del cine, fenómeno que ahora está normalizado gracias a factores de democratización de tecnologías y asimilación de fenómenos de masas. Los escenarios que construye Miguel son un cruce entre una estética fotográfica cercana a formas documentales, referencias del arte clásico y lo cotidiano. Su desarrollo hace alusión al encuentro entre escenarios de su entorno inmediato, imágenes con reminiscencias de diario familiar que nos parecen demasiado cercanas, elementos de la cultura popular y formas derivadas de ciertas subculturas urbanas. Piezas como Chapultepec (2003) son ejemplo perfecto de la forma en que Miguel opera. Enfatizar la rareza de situaciones cotidianas con la participación casual de personajes que lo circundan es un método en su producción artística.
Ante estas piezas no puedo dejar de pensar en el cine de Rainer Werner Fassbinder, de alguna manera la obra de Miguel podría considerarse también una forma de acercarse a una vida social, a su encuentro con los otros. Miguel siempre ha creído en el fracaso como método de aprendizaje. En el caso de Demonios Juveniles (1992-en curso) acierta al hacer un juego narrativo con su propio material desechado y contenido en formatos diversos y extraños que nos presentan momentos aún mas extraños que remiten más a un flujo de consciencia que a una película narrativa. Y esta pregunta cuestiona directamente esa lógica del cine: ¿Por qué el cine debe contar historias de manera lineal? ¿Por qué no puede ser más como un flujo de pensamientos? Quizá por eso le es fácil acercarse a ciertas obras terminadas como si se tratara de objetos encontrados y reapropiarlos para seguirlos trabajando y reeditando en búsqueda de resultados diferentes.
Vista de la exposición de Miguel Calderón, "Materia estética disponible", 2021-2022. Cortesía del Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey
Moribundo (1999) juega con la noción del objeto encontrado, apropiado e intervenido para revertir su significado. Esta pieza funciona perfectamente en nuestra actualidad pandémica como un meme bizarro en donde el mensaje publicitario trastocado es un vehículo que contiene una advertencia apocalíptica. “El arte te ayuda a navegar la realidad”, sostiene el artista mientras su pieza apunta a la ingenuidad de un sistema político y cultural que insiste en la posibilidad de conservar una cierta normalidad en un mundo que se está cayendo a pedazos. Con sus obras, Miguel reflexiona sobre las contradicciones ideológicas de una sociedad inmersa en una crisis política y social en donde es difícil enunciarse frente a un futuro que parece no existir. Tal es el caso de Candidato Ciego (2021), que en una serie de pósters no se aleja de la forma de distribución y promoción política. Esta poderosa pieza pareciera que comenta sobre el surgimiento de proyectos políticos que resuenan desde la superficialidad, pero que no han demostrado su eficacia ni razón de ser y, por tanto, se convierten en fantasmas sociales que se sostienen en ficciones.
Miguel Calderón, Candidato Ciego, 2021. Cortesía del Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey
Las relaciones humano-animales, la vida cotidiana, las historias y leyendas urbanas, el desastre, el arte contemporáneo, la situación socioeconómica y política actual son temas que podemos apreciar en la exposición. El resultado es un cuerpo de obra que, más que una sucesión de referencias, presenta un verdadero cruce entre estas. Desde ahí opera la obra de Miguel Calderón. Se trata de alguien que ha incorporado la duda y el humor a su estar en el mundo, y como consecuencia a su proceso artístico. Los gestos provocativos, aparentemente inofensivos, en sus obras son producto de un profundo y genuino cuestionamiento sobre aquello que conforma su realidad y su condición como artista.
Miguel sabe que el artista no puede dejar de hacer arte por hacer películas, más bien debe aprovechar el arte para hacer sus películas. El uso de estos métodos de producción híbridos permite a Miguel Calderón inventar escenarios alternos que nos invitan a reflexionar sobre nuestras propias experiencias inmediatas, las cuales están saturadas de sinsentido.
— Rubén Gutiérrez
Materia estética disponible de Miguel Calderón puede visitarse en el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey hasta el 17 de abril del 2022.
Imagen de portada: Miguel Calderón, Demonios Juveniles, 1988 (still de video), cortesía del artista y kurimanzutto.