Galería Galería presenta Superarme de Andy Medina (Oaxaca, 1993), exhibición que parodia los mecanismos de producción y distribución de Supreme, inconfundible marca neoyorquina de streetwear y patinetas nacida en 1994.
La exhibición se inaugura en el mejor año para Supreme: a pesar de la crisis de la moda durante la pandemia, este noviembre VF Corporation —dueña de Vans, The North Face, Timberland, Kipling y JanSport— la adquirió por la excesiva cantidad de $2,100 millones de dólares, duplicando su valuación de 2017. Además, en octubre Supreme finalmente ganó la legendaria y controversial batalla contra sus falsos legales —legal fake— en Europa, fenómeno que nace con esta marca y que consta en el registro del logo, imagen y estrategia de marketing por parte de un tercero en otro país, echando mano de las ambigüedades internacionales de las leyes de registro de propiedad intelectual e industrial.
Supreme marcó un punto de inflexión en la historia de la moda, especialmente en lo que refiere a su conceptualización, exhibición, valoración y circulación, ancladas en la producción de escasez artificial: el control de la oferta muy por debajo de la demanda, generando piezas limitadas y exclusivas, dirigidas a conocedores dispuestos a formarse 36 horas antes del semanal Thursday Drop y a coleccionistas desembarazados de pagar 12 veces su valor inicial a través de revendedores y subastas. Es a partir de este deseo y de la falsa legalidad, la piratería y las economías desde abajo, que nace Superarme, dispositivo mediante el cual Medina explora las similitudes entre los sistemas de distribución de moda y de arte contemporáneo, se burla de la codependencia que subyace entre el mercado formal e informal, e inicia un ejercicio de inversión económica, simbólica, cromática y ontológica.
El trabajo del artista tiende un puente entre el ready-made y la logomanía: un sticker puede ser el responsable de la modificación del valor de cambio de los objetos escogidos y marcados. La apropiación y el reverso de las lógicas de Supreme le permiten a Medina crear asociaciones inauditas, como el idear piezas de Superarme en colaboración consigo mismo a través de su plataforma de dibujo _0nly_cash_, ampliando así las posibilidades de alcanzar a su hipotético mercado objetivo. Las pinturas que forman parte de esta primera colección, a través de la porosidad de la marmolina pigmentada, contrastan con lo pulido, lo liso y lo impecable de su verdadero-legal, sugiriendo así la rugosidad del circuito desde el cual se activan: uno sostenido por sujetxs ultraprecarizadxs que, en lugar de socializar e identificarse mediante el consumo, socializan mediante la producción y el anhelo de ser-consumidxs. Y es que ante el panorama que pinta la era postpandémica, fraustiana, #capítulo3000, ¿qué le queda al artista más que volverse entrepreneur? Yo también quiero Superarme.
— Diana Cantarey