Travesía Cuatro presenta Dormir, la 6a exposición individual del artista mexicano Gonzalo Lebrija, que inaugura simultáneamente en los dos espacios de la galería en México: CDMX y Guadalajara.
Sueño, ese reborde de la vida que no posees
— Jorge Luis Borges
Cuando dormimos se asientan en el cerebro la memoria y el olvido. Sucede a través de una activación neuro-emocional compleja y distinta de la que ocurre durante la vigilia. El sueño es un fenómeno que siempre ha despertado fascinación en el ser humano. Envuelto en misterio, en controversias y especulaciones, a pesar de que no deja de ser un fenómeno fisiológico natural.
En las dos exposiciones que inaugura simultáneamente Gonzalo Lebrija (CDMX, 1972), en los espacios de Travesía Cuatro en la Ciudad de México y Guadalajara, el artista propone una nueva serie de fotografías donde aparece dormido en diferentes espacios domésticos. La dinámica de estas fotografías nos remite a su serie de imágenes “The distance between you and me”, donde el propio artista aparecía corriendo por diferentes paisajes. Preparaba la cámara, ajustando el timer en 20 segundos, y salía corriendo alejándose del espectador hasta que la máquina disparaba. El proceso en esta nueva serie de fotografías es muy parecido. Otra vez, él mismo es el protagonista de la acción: la cámara dispara después de 20 minutos, asegurando que este entra en un sueño profundo.
A lo largo de la historia del arte, se han representado humanos durmiendo. Matisse, Modigliani, Picasso etc., pintaron el sueño casi siempre aludiendo a la sensualidad del reposo. Será más adelante, ya entrados en el s.XX, cuando se empiece a utilizar el reducto del sueño, del descanso como reclamo social y experimento artístico.
Chris Burden, en 1972, realiza un performance radical, “Bed Piece”, en el que vive durante 22 días en una galería de arte con una cama apoyada en la pared como único elemento, donde los espectadores podían verle dormir. Charles Ray, en 2012, realiza la escultura titulada “Sleeping woman” mostrando la vulnerabilidad del sueño en público. En la performance de Cornelia Parker, protagonizada por Tilda Swinton en 1995 en la Serpentine Gallery de Londres, la actriz duerme en una urna de cristal en directo durante 8 horas. Los artistas canadienses Mia & Eric hacen una llamada a las siestas publicas en defensa del descanso como resistencia. Los jóvenes artistas Navild Acosta y Fannie Sosa también llamaron al público a participar en siestas colectivas en el MoMA de Nueva York recientemente, en Mayo de 2023, en la acción que llamaron “Black Power Naps”.
Si el sueño, como anuncia Jonathan Crary en su libro 24/7, es el único reducto que queda sin colonizar en la época post-capitalista,
Gonzalo Lebrija lo reclama en público a través de un manifiesto visual en defensa del descanso como resistencia al vertiginoso y acelerado mundo tecnológico, que no parece que vaya a frenarse, sino a deshumanizar todavía más nuestra naturaleza. El concepto de tiempo siempre ha formado parte de su obra; esta vez lo pausa sin condiciones, en un acto radical, a través de la revelación pública de un lugar propio, individual, donde se desarrolla el templo único del yo como máximo exponente de la huida diaria. El sueño se revela como anhelo de un mundo infinito, imposible de vislumbrar cuando estamos despiertos.
Gonzalo Lebrija no recurre aquí, como en otras ocasiones, a acciones que forman parte de su ociosidad y sus aficiones para crear sus obras. En un acto de gran valentía, duerme profundamente, situándose en un lugar de total vulnerabilidad. Son imágenes poderosas donde surge la gran contradicción existencial de los conceptos ausencia— presencia. Como enuncia el filósofo Sloterdijk: “permanecer poderosamente presente en la ausencia. No hay forma mas perfecta aquí en la tierra de ausencia presente como el dormir.” Los conceptos de interior y exterior se difuminan, apreciándose de forma abstracta, generando cierta confusión. El espectador, al situarse frente a un hombre dormido, reproduce de nuevo el acto de vigilia frente al sueño, duplicando la experiencia poética de ausencia presente. La vida transcurre fuera mientras el artista duerme y parece decirnos:
Estoy dormido, Pero estoy despierto porque me miras.
Ahí os dejo mi ausencia.
Lebrija apuesta por dormir en blanco y negro, como acto poético y político, para evadirse de una realidad contemporánea agresiva para la percepción humana. El tiempo se ha acelerado, pero nuestros sentimientos y nuestro organismo piden un momento de reflexión. Quizá ya no queramos aceptar cualquier forma de vida impuesta por un ritmo económico y tecnológico hambriento e imparable, ni dejarnos manipular para sobrevivir. Dormir se revela como una actividad revolucionaria, para despertar de un sueño que nos de las claves para una profunda transformación social.
— Silvia Ortiz