Cierto día, movido por una intensa curiosidad, le pregunté a Álvaro Verduzco si prefería dibujar en silencio o si dejaba que la música se colara de alguna manera en sus procesos. Muchxs artistas —visuales y no tanto— ven el acto de dibujar como una manera de pensar. Así que la intuición me decía que habría quienes preferirían el silencio para poder escucharse a sí mismos. Álvaro me respondió que, en su caso, la relación con la música era intensa y profunda. “Hay veces en que pienso que cuando estoy dibujando, estoy haciendo una especie de partitura”, me dijo aquel día.

Hace 12 años, Álvaro comenzó un proyecto peculiar, cuyas resonancias musicales diría que apenas empiezan a manifestársele. Desde 2008, hace un dibujo diario basado en fotografías de la prensa; específicamente, del periódico local de la ciudad en la que se encuentre. Hojea el periódico y selecciona algunas fotos de manera más o menos aleatoria, y el dibujo del día acaba siendo un detalle de alguna de esas imágenes. Su intención es personalizar una imagen y luego atestiguar cómo se preserva en la memoria. Es fascinante revisar con él al lado alguna de las carpetas donde almacena esos dibujos y escucharle recordar la fotografía noticiosa de la que partió cada trazo. ¿Será que tiene fresco el recuerdo del origen de cada una de esas más de cuatro mil imágenes (eran 4,039 hasta el pasado 12 de septiembre)?

Hoy en Espacio Unión, tenemos oportunidad de asomarnos a varias de esas carpetas, pero también a varias de las historias que ha conseguido invocar reconfigurando ese archivo: escenas surreales, oníricas, fantásticas, en las que un tobogán puede convivir en el mismo marco espacial con un dinosaurio y personajes de muy diversas fuentes, o magnéticos retratos construidos a manera de caprichosos y delirantes identikits.

Lo que Álvaro está haciendo es usar un recurso musical, la variación, que utiliza un tema con transformaciones sucesivas –rítmicas, melódicas o de otro tipo–, pero aplicado a su búsqueda de nuevas imágenes y nuevas narrativas. Su archivo de dibujos diarios constituye su repertorio. Y hoy le vemos ​remixeando todo ese archivo en busca de nuevas composiciones, consiguiendo con cada una de ellas una reflexión sobre la memoria –uno de los principales ejes de su trabajo–, pero también sobre la implantación de nuevos recuerdos, el propio dibujo como práctica y el archivo como una especie de prótesis de la imaginación.

— Jesús Pacheco