↓
 ↓
Tahanny Lee Betancourt

Tahanny Lee Betancourt

Nube alada, fulgor amarillo

Daniela Elbahara presenta Nube alada, fulgor amarillo de Tahanny Lee Betancourt. Curaduría por Lorena Peña Brito.

Cuando la dinastía Qing colapsaba y China se encontraba al borde del caos, mi bisabuelo, Lee Cuan (más tarde Juan Lee), salió de Cantón con poco más que la esperanza de una vida mejor. Llegó a México en vísperas de su propia revolución y sobrevivió a uno de los episodios más obscuros de nuestra historia: la matanza de los chinos en Torreón, en 1911. Esta historia se entrelaza con la de otro exilio, el libanés: mis bisabuelos Catalina y Abdo, aún niños, cruzaron el mar para huir del Imperio Otomano y ser acogidos por familiares en el norte del país. Pertenezco a la tercera generación después del destierro. Mi historia son varias, transmitidas en retazos no siempre anecdóticos, manifestados en tics nerviosos, en miedos que a veces no parecen tener explicación, en comida, en mañas familiares, en historias difusas y cortadas. En mi familia hay un tic del ojo derecho, lo parpadean muy rápido involuntariamente mi abuelo y dos de mis tías. Mi papá a veces también cuando está concentrado. ¿Qué significa constituirse en esa repetición, en el eco del eco del eco?
Aprendí a ver en un casa que armaron simbólicamente para devolvernos a un lugar de origen. Una escenografía íntima con decoración oriental, habitado por madera laqueada, jarrones de porcelana, tapices, tallas de marfil. Maqueta del anhelo, la ensoñación y la nostalgia. Relato de lo que nunca conocimos de forma directa. Esa atmósfera doméstica es lo que heredé del exilio. Mis abuelos montaron un escenario. Sin vestigios materiales nos quedan los tics. La casa se convirtió en una escenografía que evoca a un origen. Disponer, colocar, elegir y representar la identidad fragmentada.

Nube alada, fulgor amarillo presenta una nueva serie en pintura que Tahanny Lee Betancourt desarrolla a partir del proyecto “Las constelaciones cambiantes de las cosas”, serie que recoge fragmentos y detalles de los objetos que conformaron la casa de sus abuelos paternos. Ornamentos configurados con los elementos clásicos de la decoración china en imágenes de fauna y flora asiática, personajes femeninos en atuendos tradicionales, con el color, el brillo y la pátina delicada de los materiales principales del arte popular de China. En un ejercicio de memoria y de reflexión sobre el ser exiliante, sus pinturas reconstruyen la esencia de estos objetos desde la repetición y la vibración, una suerte de conmemoración del vestigio falso, de la necesidad de traer el pasado y el país de origen a lo que del exilio desciende, y de lo doméstico como un espacio performativo.

–Daniela Elbahara

-> Más expos en la zona