Popocatépetl (Love is in the air)
Exposición
-> 3 oct 2024 – 3 nov 2024
Casa Siza
Saenger Galería continúa su programa en Casa Siza con la muestra Popocatépetl (Love is in the air) de Robert Janitz.
En las obras artísticas encontramos características técnicas, materiales y ejecuciones como elementos que existen, progresan, desaparecen o perduran. La evolución como característica principal e inefable del arte.
La obra de Robert Janitz nos recuerda la importancia de la paciencia y el silencio de la contemplación, invitándonos a disfrutar el proceso subconsciente de los detalles de las piezas y nuestra relación hacia ellas, rehusándose al efecto inmediato.
La interdependencia de los patrones nos da una visión general, encontrándonos a la espera del descubrimiento de distintos atributos como la harina para hornear y la cera como medio. El reencuentro de las marcas, el reconocimiento de las líneas y texturas, el entrelazamiento de los colores. Los trazos de las manos y la difuminación nos otorgan una distinta percepción de las capas. La transformación de la textura como vehículo para la imaginación.
Las “heridas” de la obra son la reminiscencia de la belleza en las piezas creadas por Robert Janitz. Lo que caracteriza al objeto artístico es el proceso de libertad. La intencionalidad de no urgir, forzar o instrumentalizar la ejecución de la técnica, el no imponer nada a la pieza. La vehemencia de la obra, la ejecución irreflexiva dejándose llevar por los impulsos.
Los movimientos y características naturales, la relación con lo orgánico, lo irregular y el cambio constante liberan la obsesión del proceso calculable y controlable de la obra creando una percepción y personalidad única dependiendo desde dónde se observe.
Como el artista lo menciona, su trabajo aborda la facilidad con que la mente puede dotar a las marcas pintadas más simples de una función representacional; las pinceladas conservan su autonomía y sugieren la columna de un volcán, una cabeza extraña o pura marca. Su empaste autorreflexivo se convierte ahora en una afirmación antropomorfa casi aleatoria.
Popocatépetl, el volcán icónico personificado, y su homólogo Iztaccíhuatl, ambos majestuosamente visibles en días despejados desde la Ciudad de México, cuentan una historia de amor que es una parte viva de la psique mexicana.
Su trabajo contempla lo que está frente a sus ojos, es a la vez un pedazo inanimado de la naturaleza y una leyenda local significativa; un ancla de identidad. La armonía entra la racionalidad y la ilusión, de lo físico a lo no físico, lo mental. La introspección y el desvelamiento progresivo de la obra nos otorga una satisfacción personal, un sentimiento único, un recuerdo en la memoria. La belleza presupone un juego, una invitación a no perderse la diversión por hacer trampa, la libertad de un proceso activo y consciente, permitirnos ver, disfrutar al exponernos a un suceso.
Lo bello es siempre vinculante.
— Eduardo Luque