Ambar Quijano presenta Terrenos Maleables de la artista brasileña Paula Turmina.
Paisajes inquietantes y fascinantes que parecen familiares y a la vez ajenos envuelven al cuerpo a través de un juego de escalas, una multiplicidad de delgadas capas y una serie de dinámicas simbióticas. Ambiguas y fluidas, como las figuras sin género o las representaciones alargadas de partes autónomas del cuerpo dentro de ellas, las pinturas de Paula Turmina (Brasil, 1991) crean experiencias transportativas de y en relación con el paisaje al evocar conexiones físicas con el mismo. Los cuerpos se convierten en parte de su entorno al imitar el mundo que los rodea y viceversa —una cabeza, una montaña; un par de piernas, un valle— con anatomías que se entremezclan. Arraigadas, en expansión y metafóricamente elásticas, las figuras dentro de la obra se transforman, se fusionan y proponen nuevas posibilidades. Las extremidades y el cabello imitan el crecimiento natural, mientras que otros elementos se hunden en el terreno agrietado y tembloroso que los rodea. En estos escenarios en desarrollo, se vislumbra un rastro casi imperceptible de hormigas que actúan como agentes de resistencia al unir la superficie con el subsuelo. Explorando de esta forma a la pintura como campo expandido y evocando procesos de conexión y restauración.
El cuerpo de obras más reciente de Turmina se produjo a lo largo del verano durante su residencia en la Ciudad de México, y medita sobre las posibilidades táctiles, el paisaje que la rodeó estos últimos meses y los posibles futuros que algún día podríamos habitar. Las capas fluidas y gestuales de tonos cálidos crean fondos sensoriales en los que representaciones viscerales experimentan con dinámicas ficticias y visiones imaginarias. Llenos de humanos alargados y animalísticos en estado autorreflexivo o inclusive hipnotizados por los elementos —que a momentos parecen tomar un rol protector— estos escenarios naturales de montañas, planos áridos, raíces y tonalidades incandescentes provienen del paisaje de la Ciudad de México, cuyo terreno tembloroso está lleno de vida, conexiones y contradicciones que evocan la forma en que Édouard Glissant, uno de los escritores más importantes del Caribe francés, propone que nos acerquemos al mundo. Estos escenarios especulativos surgen de la reflexión de Turmina del presente arraigado en el pasado, así como de su interés en experimentos que imaginan o plantean preguntas sobre las formas en que podríamos tener que evolucionar para garantizar nuestra supervivencia.
Profundamente influenciada por la formulación del "aprendizaje rizomático" de los filósofos Deleuze y Guattari, Turmina crea mundos que dan lugar a la ambigüedad y ofrecen una serie de puntos de entrada y salida que imitan la estructura abierta del rizoma. Obras en las que un crecimiento multidireccional se apodera del primer plano en una visión de un futuro especulativo que incorpora el tremblement de Glissant en la medida en que propone establecer vínculos de solidaridad entre modos de existencia diversos y diferentes.
A momentos literalmente conectadas entre sí, sus pinturas se involucran con la noción de "pensamiento tentacular" de la teórica y pensadora contemporánea Donna Haraway al representar a seres o partes del cuerpo en proceso de entrelazarse con su entorno, explorando activamente el mundo que los rodea, adaptándose y asimilándose. En este sentido, Complex Rhythms, Adaptive Processes, Tentacular Landscape y Left Behind encarnan el proceso de sentir para convertirse, con el tacto tomando mayor importancia en los procesos de percibir y conectarse con el mundo natural más allá de las restricciones impuestas por los modelos actuales de relacionarnos. Reflexionando sobre los legados que han devastado aspectos de nuestro mundo y abordando el lienzo y otras superficies como un espacio a través del cual puede crear mundos transportadores, elementales y ficticios llenos de metáforas, alusión y significado, Turmina llama nuestra atención a escenarios que subvierten la visión centrada en el ser humano que Haraway critica como esencial para el Antropoceno.
En el segundo piso se encuentra una serie de obras en papel que ofrecen una visión del proceso de Turmina y marcan su primera vez mostrando piezas que emplean papel como superficie. Llenas de ideas, teorías y experimentos entrelazados, las obras sobre papel de Turmina reflejan los nexos y redes de exploraciones interconectadas que dieron forma a las pinturas en la planta baja. Su serie de rostros, cuyos títulos ofrecen interpretaciones de una miríada de características y eventos procedentes de One world in relation (2009) de Glissant, fungen como exploraciones metódicas que trabajan en contra del pensamiento sistemático, marcando una nueva dirección en la obra de Turmina. Varios experimentos llenan las paredes de la habitación que sirvió como su estudio a lo largo de su residencia de verano en Ambar Quijano, proporcionando un viaje a través del "temblor" físico, geológico, mental y espiritual que permitió a Turmina crear obras que re-imaginan lo que es posible y ofrecen posibilidades de cómo emanciparse de las ideologías estancadas a través de exploraciones exhaustivas e inventivas de un futuro terreno maleable.
Además de varias otras exhibiciones y una trayectoria sobresaliente, Turmina ha exhibido su obra en LAMB Gallery, Berntson Bhattacharjee y Kristin Hjellegjerde Gallery en Londres, Andrew Reed en Miami, Sens Gallery en Hong Kong, y Mama Projects en París. Muchas de sus obras forman parte de colecciones privadas importantes a nivel internacional y dos piezas de Turmina fueron adquiridas recientemente por el Xiao Museum of Contemporary Art en Rizhao, China.
–Ambar Quijano