Ensamblajes
Exposición
-> 7 nov 2019 – 21 dic 2019
Para las escultoras Naomi Siegmann e Inmaculada Abarca la experiencia de crear un proyecto de trabajo en conjunto representó una oportunidad para poner a prueba su creatividad y desarrollar una suerte de juego-trabajo. En 1994, Inmaculada Abarca supo de un depósito industrial en Mixcoac que estaba por cerrar sus puertas, y le dijo a Siegmann que ahí podrían encontrar material de trabajo para crear esculturas. En aquel lugar recuperaron un lote de piezas talladas con las cuales se fundían, en hierro o acero, partes mecánicas (engranes, prensas, abrazaderas) y al rescatarlas decidieron crear con ellas ciertas composiciones. Los resultados fueron esculturas que, respetando la procedencia industrial, tenían un aire cercano a las obras cubistas de las primeras vanguardias del siglo XX, enriquecidas ahora con un carácter lúdico y reflexivo. Durante el proceso creativo, las escultoras confrontaban unas piezas con otras buscando una forma o un simbolismo.
Se sabe que cada material tiene una carga alegórica particular que inevitablemente se refleja en el sentido y la factura de la obra final, y en este sentido las artistas decidieron manipular lo menos posible estos moldes y más bien encontrar su significado coherente. Primero seleccionaban las piezas con las que trabajarían —respetando las formas y los acoplamientos posibles— tratando de encajar unas con otras. Después les quitaban el barniz para recuperar el acabado de la madera y poco a poco las ponían a dialogar hasta descubrir un nuevo significado para estos objetos gracias a su visión artística.
"Nuestro reto —mencionaba Naomi Siegmann— es crear esculturas con estos objetos y rescatar de entre el polvo de los años este trabajo elaborado por manos muy hábiles para dar soluciones técnicas a innumerables procesos artesanales. Asimismo, descubrimos que, allí donde la función determinaba la forma, ahora podía invertirse el proceso y permitir que estas formas recrearan una función: la de involucrar al espectador en un diálogo con las piezas y su propio espacio constructivo". Su trabajo consistía en organizar el caos y la dispersión de aquellos moldes de fundición, de tal manera que pudiera establecerse una relación entre el todo y sus partes. Como se percibe en las piezas de esta exposición, realizadas entre 1994 y 1995, cada obra estimula la percepción del espectador y juega con el “deber ser” de las cosas para provocar una reacción que altere el modo de ver el mundo, pues, de alguna manera, la labor escultórica permite que la forma fluya y los observadores la conviertan en otra estructura.
Los títulos de las esculturas también fueron elección en conjunto entre Abarca y Siegmann y reflejaban el interés de ambas por atender al diálogo formal que presentaba cada pieza que surgía en el ejercicio del ensamblaje. Cada nombre, como M.6-Árbol, Agosto Blanco ó Pequeño Templo, brinda pautas de lectura para las piezas y son también resultado de la síntesis conceptual y matérica de las obras. Tanto Siegmann como Abarca aportaban ideas que reconfiguraban la obra a partir de su co-autoría y que concretaban su significado en el título.
Al rescatar los moldes de la fundidora y empezar a manipularlos para encontrar formas orgánicas, entendieron que el reúso del material era también un medio para dar continuidad a la labor artística; para 1995, Siegmann ya no podía hacer talla de madera debido al avance de su artritis reumatoide —que comenzó en 1985— y previo a este trabajo con Abarca pensó que era el fin de su carrera. No obstante, juntas descubrieron que podían dotar de vida a estos moldes y vehiculizar así conceptos e inquietudes en las piezas abstractas producto de esta experimentación; manifestando al mismo tiempo el manejo de la materia: la escultura como la significación de los cuerpos en el espacio.
Hay piezas que trascienden por sí mismas y que se vuelven atemporales; si un objeto recreado provoca en nosotros alguna inquietud o impresión es porque representa la esencia del arte que va más allá de determinado contexto histórico y artístico. Es ahí donde se concreta el papel de la escultura: como otra manera de referir a nuestra historia, que al mismo tiempo nos posibilita hablar de ella en nuestra contemporaneidad. Las impresiones que se experimentan en Ensamblajes dan continuidad al interés de Naomi Siegmann y Inmaculada Abarca por permitir que el espectador dialogue con las piezas y con su propio espacio.
— Proyectos Monclova