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Morten Slettemeås

Morten Slettemeås

Apples and Frostbites

Exposición

-> 10 abr – 10 jun

JO-HS presenta Apples and Frostbites de Morten Slettemeås. El día de la inauguración, habrá una instalación comestible de Queremos Pastel.

Hay solo dos lugares en Noruega donde crecen manzanas. Morten Slettemeås, originario del pintoresco pueblo de Gvarv en Noruega, trae a su evocadora obra una profunda conexión con la tierra, sus ritmos y sus cosechas. Gvarv, enclavado en una región agrícola reconocida por el cultivo de frutas, especialmente manzanas, forma el telón de fondo de su exploración artística.

"Apples and Frostbites" explora la capacidad única de Slettemeås para transmitir los contrastes y la fragilidad del mundo natural a través de la pintura, alternando entre lo figurativo y lo abstracto. La exposición aborda la tensión entre el atractivo de la manzana y el poder destructivo de la helada, simbolizando cómo la belleza (como la manzana) a menudo conlleva un peligro inherente (como la helada), creando una narrativa sobre la fragilidad de la vida en el mundo natural.

Una simple manzana —indicativa de un cambio de estación— potencializa un cambio radical en la atmósfera de Gvarv. Un elemento que Slettemeås integra profundamente en sus obras. Las presagiosas frecuencias de rojo, verde y amarillo despiertan a todo el Midt Telemark (una región noruega) a una cosecha emocional donde la comunidad y la alegría desbordan frente a los oscuros meses de invierno, cuando las temperaturas alcanzan al menos los -25°C. Es en los contrastantes meses de verano cuando el calor devuelve las texturas y colores que permanecieron invisibles por al menos ocho meses. Es interesante notar cómo una manzana puede convertirse en un símbolo relevante tanto para la comunidad como para el propio Slettemeås. Para aquellos que no han experimentado una transición estacional tan marcada, puede ser difícil comprender cuánto el "ánimo" o la "atmósfera" de los patrones climáticos pueden alterar el comportamiento humano. Sin embargo, para Slettemeås es evidente que el mundo adquiere un nuevo florecer, acentuando la cosecha de manzanas como el ascenso desde el inframundo. En otras palabras, el contraste entre las manzanas y las heladas es un homenaje a la cosmovisión de Slettemeås.

Las cálidas obras hipnotizan al observador hacia un primer plano de una figuración que no puede vincularse a una línea temporal específica. Su trabajo busca una forma eterna de expresión, aunque su atemporalidad transmuta el fondo con naturalidad y nos lleva a un viaje que incorpora el paisaje de su amado Gvarv. Hay un juego sutil y lúdico en la intención de Slettemeås y en el reconocimiento de patrones por parte del público. Tanto la visibilidad como la trazabilidad son elementales en la temprana influencia de Cézanne sobre Slettemeås y en su homenaje a la fruta que este anacrónico mentor adoraba. Él también aprecia la esencia meta-contextual de cómo una fruta puede evocar los aromas de los campos, el sol que la adorna, las lluvias que la nutrieron y la melancolía que despierta cuando la temporada ha superado su apogeo.

Además, los claros paisajes afectivos que Slettemeås plasma en sus pinceladas son vestigios de un linaje noruego. De hecho, camina en los zapatos de gigantes noruegos - y no nos referimos a los Jötnar (los gigantes mitológicos nórdicos) - sino a maestros noruegos como los colores y las capas de pigmentos de Ludvig Karsten, la joven carrera y las formas melancólicas de Halfdan Egedius, el tardío Edvard Munch y su obra emocional, y un toque de Harald Sohlberg, cuyas obras estaban profundamente ligadas a experiencias afectivas manifestadas en el paisaje. Estas influencias son claramente perceptibles en la técnica y visión de Slettemeås. No obstante, su proceso es radicalmente distinto: algunos trabajaban con precisión temporal, evitando que la velocidad o el azar intervinieran en sus obras, mientras que otros reflejaban con pinceladas una prisa y ansiedad por crear algo capaz de transmitir emociones. En este sentido, Slettemeås ha tejido una conversación con numerosos elementos para construir cada parte de sus pinturas. Como escribe Jarle Strømodden en exposiciones anteriores sobre sus paisajes: “[Él] no adopta una posición dominante, sus paisajes, por el contrario, desglosan apariencias efímeras.”

La obra de Slettemeås respira nuevos aromas, como cuando experimentamos el primer bocado de una manzana recién cosechada, recordándonos esas sensaciones que disfrutamos la primera vez.

–JO-HS