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Fernando Rodríguez Durán

La historia de cómo la humanidad se percató de que la Tierra no era el centro del Universo se ha contado muchas veces. Su puesto fue ocupado temporalmente por el sol que, tras algunos siglos de descubrimientos y debate científico, cedió su posición a la propia galaxia de la que forma parte (la Vía Láctea). Y ahí se mantuvo hasta que a principios del siglo XX se descubrió algo radical, que el Universo no tiene centro: la privilegiada posición central fue, en todos los casos, sólo una ilusión.

Parece que hoy en día estamos viviendo algo parecido a esto en lo que concierne a nuestro papel en el mundo. Vivimos en una cultura antropocéntrica: los intereses de la especie humana, sean cuales fueren, ocupan el centro, son lo único importante y han primado sobre cualesquiera otros. Sin embargo, parece que nuevamente nos hemos equivocado. Si vivimos en un Universo que no tiene centro qué sentido puede tener creer que estamos en él.

En la naturaleza todo es un proceso en marcha sin resultado garantizado ni consideración alguna por ninguna especie concreta y, por supuesto, por absolutamente ningún individuo. Es completamente ajena a los valores sociales cualesquiera sean éstos. No conoce el significado de nuestra justicia, ni de nuestros sueños y esperanzas. Nuestras nociones de trivialidad y grandeza pierden todo su significado. El concepto de importancia desaparece. Si nuestra extinción llega a producirse será una más de la enorme cantidad de ellas que ya se han producido, una más de la enorme cantidad de ellas que se producirán. De algún modo somos una especie privilegiada porque hemos sido capaces de darnos cuenta de esto. Pero es un privilegio sin concesiones: solo somos una pequeña parte de una totalidad indiferenciada en permanente interacción y precario equilibrio.

Parto de estas ideas y trato de construir una experiencia sensible con ellas. Al mismo tiempo, todos los elementos representados se erigen en símbolos que aluden al contexto actual, un momento en el que nos hallamos en el umbral del descubrimiento de vida extraterrestre en otros mundos a la vez que el cambio climático, los problemas medioambientales y la extinción de especies se convierten en una creciente amenaza para nosotros y la biosfera del planeta que habitamos.
— Fernando Rodríguez Durán