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Enrique Hernández

Enrique Hernández

Una línea en construcción (Fuga incidental)

Saenger Galería presenta la primera exposición individual del artista tapatío Enrique Hernández en la Ciudad de México, Una línea en construcción (Fuga incidental), bajo la curaduría de Juvenal Urzúa y Christian Barragán.

Asumiendo como propia la consigna del pintor norteamericano Clyfford Still, “Es intolerable detenerse por el borde de un marco”, Enrique Hernández (Guadalajara, 1975) transita de una pintura sobre lienzo con rasgos que se debaten entre postfigurativas y abstractas, hacia una pintura más cercana a lo denominado no objetiva, a través de emplazamientos que hacen del ensamblaje su denominador común. Después de realizar el proyecto Traspasar un jardín (el edén enmarañado), exhibido en el Museo Cabañas (Guadalajara, 2023) y en el Museo de Arte Contemporáneo de Querétaro (2023-2024), Enrique ha profundizado y depurado su concepción del desplazamiento pictórico y sitúa ahora su práctica en medio de una disyuntiva que él define como “abrir un espacio de intercambio entre lo introspectivo y lo público”; una línea en construcción que va más allá de la superficie pictórica, que la traspasa y deviene en una fuga incidental sobre el espacio de exhibición, interrumpiendo el curso convencional para contemplar y contener una pintura, para conversar sobre ésta. Semejante al frenesí que se experimenta cotidianamente en su estudio, Enrique Hernández te transporta de un ambiente a otro, para regresar después a una palabra inscrita en un muro o a la búsqueda de un libro en la biblioteca, haciendo entretanto una escala en la cocina para preparar café, encender un cigarro o servirse un tequila, al tiempo que sortea a cada paso bastidores y telas con olor a óleo y aguarrás, mientras de fondo se escucha a Iggy Pop o a quien en ese momento Enrique esté interesado en traer a la memoria. Su ejercicio actual de la pintura sucede in situ; se trata de una pintura que transita, que acontece mientras articula un sentido de movimiento regido, como su conversación, por una pauta prevista y una intuición inesperada. La presente obra del artista −constituida por ensambles elaborados con pesados polines de madera provenientes de la construcción de inmuebles que han sido preparados con DM55 y acrílico, pintados densamente con óleo− provoca una ruptura en el espacio, una incisión palpable que reconfigura la manera en que nos relacionamos con una pintura, y aún más, con la realidad de lo pictórico. Traspuesto el interés por la imagen (que cita a menudo los paisajes natural y urbano, sean éstos extraídos desde una dimensión virtual como las imágenes distorsionadas de Google Earth o desde las calles, donde el grafiti es un gesto insignia), Enrique Hernández ha decidido cruzar los límites del cuadro e instalar una línea en que convergen el “paisaje-espacio” en tiempo real. O, como él prefiere decirlo, construir una fuga de “pura materialidad pictórica”.

—Juvenal Urzúa y Christian Barragán