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Mark Powell

Mark Powell

All Goodbyes

Arróniz presenta All Goodbyes de Mark Powell.

El proyecto comenzó con fotografías personales: el lugar donde solía atrapar ranas  cuando era niño, ahora asfaltado por la suburbanización; un autorretrato frente a un  granero abandonado que alguna vez exploré; el vestíbulo del edificio donde viví con  mi familia; el camión atascado en el barro antes de ser vendido; la silla de camping  de mi padre, construida con madera flotante del lago; una escena en un techo después  del terremoto de la Ciudad de México; el reflejo del rojo en una bebida, visto a través  del vaso de un amigo; un árbol talado antes de las oscuras nubes de una tormenta; las  llamas de una fogata en el jardín donde crecí. Estos momentos, aunque íntimos, no se  ofrecen como historias cerradas, sino como puntos de entrada para la contemplación.

Todo lo que alguna vez tuvo vida ahora parece no cumplido, como si estuviera  suspendido antes de alcanzar su plena capacidad. Una vez vividos o con propósito,  estos momentos ahora permanecen en un estado de ambigüedad. Estas imágenes  tratan sobre el seguir adelante y dejar ir, existiendo en el espacio entre lo que fue y lo que queda. Su origen y biografía ya no son importantes. Esto es una forma de  preparación fotográfica para el espectador, o una pura metáfora suspendida, y lo más  importante, una historia eterna.

La fotografía, en este contexto, es tanto ancla como trampa. Conserva y fija el  significado de maneras que quizás nunca lleguen a ser completamente claras, lo cual  es algo muy bueno. La tensión radica no solo en lo que se ve, sino en lo que queda sin  resolver. Así, todas las despedidas se convierten en ensayos para finales que no elegí.

La imagen de los perros callejeros refleja este estado. Tal vez hayan olvidado que  alguna vez tuvieron manos con las que aferrarse, perdidas para siempre en el sueño,  nunca para contar.

–Mark Powell