Curada por Amado Cabrales & Gaby Cepeda
Exposición
-> 3 mar 2022 – 21 abr 2022
El Arenero presenta la exposición colectiva Dos tacos de cochambre en el merendero del valle inquietante, en la que participan lxs artistas Silvan Cerviño, Irving Cruz, Camila Gb, Hellène Hector, Georgia Horgan, Agustina Leal, Maggot Mushh y Alberto Perera.
Y curada por Amado Cabrales y Gaby Cepeda.
La exhibición propone un paseo alrededor de la idea del uncanny valley o el valle inquietante. Un término que se origina en la robótica para determinar el fenómeno por el cual la apariencia humana de un robot genera reacciones afectivas, “positivas y empáticas”, hasta que alcanza cierto punto en el que rápidamente se convierte en una “fuerte repulsión”. El término encapsula la idea de desconcierto, miedo, uncanniness, que causa un ente no-suficientemente-humano, no lo suficientemente cercano a lo normal o normativamente humano como para generar empatía.
La exhibición es atravesada precisamente por lo frágil, lo inestable y lo mutable que es esa delgada línea entre lo que encontramos –entre comillas– normal e incluso atractivo versus aquello que transgrede esa línea para convertirse en desconcertante, preocupante, repulsivo. Un estado liminal por demás borroso y voluble, lo que hoy es estéticamente deseable y adquirible, al otro día es repelente: no sobrevivió el vibe shift.
Lxs artistas de esta exhibición realizan una suerte de funambulismo sobre ese margen inestable, se apropian y se expresan desde lo inquietante, tomando esa especie de cochambre, mezcla heterogénea y a la vez indistinguible de la cual mana una sensación de atracción como de repulsión, un je ne sais quoi o para ser precisos, ese “guácala que rico” de dos tacos bien carbonizados y picantes en un puesto luminosos en medio de una oscura y decadente calle apenas visible.
La línea que delimita al valle inquietante es al final la misma que delinea lo que consideramos humano, y por tanto aquello que configuramos como no-humano. La exhibición propone balancearse de un lado a otro de esas líneas hasta cansarnos, a ver qué pasa, a ver si caemos.
— El Arenero