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Luis Figueroa

Centro Cultural Plaza Fátima presenta la exposición individual de Luis Figueroa: Soñé con el calor de un eco, bajo la curaduría de Manuel Sentíes.

Cuando una pintura nos habla, habla el tiempo, la memoria, la imaginación, el cuerpo entero; su hablar es origen fugaz, movedizo, el cuerpo inundado… Porque no se cristaliza en palabras, mas resguarda su potencia previa al estatismo de un grafema, todavía como nodo vital en el que se conjuran las realidades del mundo.

Yo tengo la sospecha que esta particular relación de la pintura -especialmente el color- con el lenguaje se debe a que ambas comparten un sentido de involucramiento esencial: Ambas resultan en última instancia inasibles y aun así capaces de soportar los muros dentro de los cuales podemos concebir su desbordamiento. El lenguaje y la pintura, considero, son posibilidad de metabolismo de la vida y de nosotrxs mismxs. Es decir que tanto la pintura como el lenguaje, despiertan procesos del ser mucho más amplios y misteriosos que los que podemos inteligir en una semiótica del texto. Apelan al carácter vibratorio del ser en un orden de amplitudes inmensas que operan en resonancias y repercusiones, como nos enseñó Bachelard y Luis ha aprehendido bien.

Partiendo de aquí, podemos entonces encontrar las pinturas de Luis Figueroa como ejercicios de invocación de este potencial. Consciente de la transdimensionalidad de la pintura, busca -y entiéndase la búsqueda como hazaña- que sus obras cobren lucidez en el traspasar fronteras; en primera y última instancia: la del adentro y el afuera. Así, las pinturas se comportan como ensayos de una ontología extensiva, una ontología metabólica cuyos límites se desdibujan en el constante esfuerzo de dar con su concepción, y para ello, Luis se sitúa donde pueda dejarse atravesar por el flujo, el momento en que el color y la forma se funden el uno en la otra y se inaugura el espacio espectral de la pintura: una suerte de potencial vibratorio, cuya dinámica es absorber y devolver, como manteniéndonos en el umbral de nuestras facultades perceptuales, ¿parecidos acaso al sueño…? Planos de color que no son áreas sino territorios, franjas que sostienen verticales pero no son columnas sino espacio por abrir-se, motivos que no son íconos sino formas en formación. Es así como la pintura se asume como pulsión que respira y penetra la piel y se torna calor, el calor de un eco que se sueña pintando.

— Manuel Sentíes