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Reparaciones visibles: Kader Attia en el MUAC

Reseña

Reparaciones visibles: Kader Attia en el MUAC

por Constanza Ontiveros Valdés

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Tiempo de lectura

5 min

¿Es posible reparar lo irreparable? A través de objetos, reflejos, testimonios y sonidos evocativos, Kader Attia (1970) explora las profundas heridas colectivas producto de choques culturales. Sin embargo, también se detiene en aquellas que surgen de vivencias individuales: las de los sujetos que entrevista y las de cada uno de nosotros, si nos atrevemos a mirarlas. Descenso al Paraíso, la muestra de Attia en el MUAC, nos sumerge en la psique del artista franco argelino y en sus cuestionamientos filosóficos, históricos y existenciales por medio de un lenguaje que es a la vez crítico, lúdico y poético. Por medio de múltiples estrategias, que van de la instalación y el video, a la fotografía, pintura y escultura, la primera exposición individual del artista en México sigue un hilo narrativo que transita entre la apropiación, la superposición de tradiciones, el ritual, la supresión y la memoria. Lo anterior, siempre haciendo visibles las cadenas de interpretación y resignificación que dan vida al mundo postcolonial, independientemente del esfuerzo por borrar los rastros, por ese aparentar y ocultar forzado que acaba hablando a gritos.

Kader Attia. “Un descenso al Paraíso”. Vista de exposición. Museo Universitario Arte Contemporáneo, MUAC/UNAM, 2025. Fotografía: Oliver Santana.
Kader Attia. “Un descenso al Paraíso”. Vista de exposición. Museo Universitario Arte Contemporáneo, MUAC/UNAM, 2025. Fotografía: Oliver Santana.

Al adentrarse en cada sala de la muestra, curada por Cuauhtémoc Medina y Alejandra Labastida, se revelan fragmentos de referencias y tradiciones entrelazados por un comentario social anclado en la experiencia: somos incluidos por medio del reflejo de ese espejo que multiplica o distorsiona. Lo anterior se percibe especialmente en piezas como Continuo de reparación: La Luz de la Escalera de Jacob (2013), conformada por pilas de libros sobre diversos temas y calendarios de años pasados. El material está dispuesto en estanterías a modo de una biblioteca envolvente que rodea un gabinete de curiosidades repleto de objetos que remiten a la ciencia y conocimiento moderno. En el centro, unas escaleras inspiradas en un relato bíblico del Génesis —donde Jacob soñó una escalera que llegaba al cielo y por la cual ángeles subían y descendían— nos llevan hacia un abismo de reflejos y luces neón. En una especie de oda a la modernidad, tanto los libros como las personas que recorren el laberinto del conocimiento se desdoblan e invierten sin aparente fin y sin rumbo fijo. Este reflejo inestable nos confronta, nos hipnotiza y nos inspira a cuestionar la manera en la que nos acercamos al saber, que es también creencia.

Kader Attia. “Un descenso al Paraíso”. Vista de exposición. Museo Universitario Arte Contemporáneo, MUAC/UNAM, 2025. Fotografía: Oliver Santana.
Kader Attia. “Un descenso al Paraíso”. Vista de exposición. Museo Universitario Arte Contemporáneo, MUAC/UNAM, 2025. Fotografía: Oliver Santana.

Otras piezas, como las réplicas de máscaras africanas de madera, parte de la serie Mirrors and Masks (2024), intervenidas con pedacería de superficies reflejantes, también funcionan como un reflejo metafórico, ritual y corpóreo. Aquí, se alude a la apropiación de tradiciones africanas por las vanguardias occidentales, principalmente el cubismo. Pero más allá de esto, al observarlas, nuestro reflejo se vuelve a dispersar en destellos de luz que parecen invitar a otras miradas que hablan de una ruta alterna a la elusiva, o quizá inexistente, “autenticidad” cultural. Esto se conecta con el concepto de reparación, aspecto medular de la práctica de Attia y que interpreta como el flujo, adaptación y superposición de tradiciones y conocimientos que ocurren en paralelo a momentos de crisis y opresión. Al mostrarse, resultan en algo nuevo, un posible punto de encuentro. Este concepto surge de la experiencia multicultural del artista —entre Francia, Argelia y posteriormente países de África y Sudamérica— junto con una investigación teórica e histórica, lo cual dota a su producción de un carácter vivencial e, incluso, íntimo.

Kader Attia. “Un descenso al Paraíso”. Vista de exposición. Museo Universitario Arte Contemporáneo, MUAC/UNAM, 2025. Fotografía: Oliver Santana.
Kader Attia. “Un descenso al Paraíso”. Vista de exposición. Museo Universitario Arte Contemporáneo, MUAC/UNAM, 2025. Fotografía: Oliver Santana.

Con un matiz más poético, piezas como Sin título (Palos de lluvia) (2024), donde 21 palos de lluvia de origen amazónico giran por medio de mecanismos mecánicos y emiten sonidos concatenados, nos hablan del flujo de cada paso que damos, de cada mirada y gesto. Es aquí donde Attia sintetiza la complejidad de la experiencia humana, inmersa en el caos y el conflicto, pero también en esa reinvención sutil del ir y venir de sonidos y momentos que forman parte de nuestra individualidad y de lo que nos rodea, incluida la naturaleza. Este respiro contemplativo resuena con el video Pluvialidad #1 (2023), ubicado en la sala continua. En él, de la mano de un atisbo a las tradiciones anímicas y budistas en Tailandia, se muestran gotas de lluvia cayendo sobre monumentos y naturaleza, dejando marcas que transforman con sutileza. De la misma manera, cada tradición —y nosotros mismos— va cambiando.

La última sala es la más explícitamente autobiográfica. Presenta un documental (La maleta olvidada, 2024) que conjuga historias de la rebelión argelina contra el régimen francés con vivencias de la propia madre de Attia, todas ellas conectadas por medio de maletas cargadas de imágenes que adquieren nueva vida al ser develadas. Esta pieza, en cierto modo, condensa los recuerdos, objetos, superposiciones culturales y actos de violencia que Attia explora en la exhibición por medio de historias interconectadas: algunas sugeridas y otras, como aquí, narradas a detalle.

Aunque la exhibición aborda la pérdida, violencia y sometimiento, al salir de la última sala, inmersa en la penumbra, es posible atisbar una luz, una posibilidad. Attia parece sugerir que el primer paso es el mostrar y buscar puntos en común que aparecen en esos momentos de conexión emocional con el otro y con nosotros mismos. Abre así una ruta para el ciclo infinito de reparaciones, en el cual las heridas marcan también el rumbo hacia la conciliación, conciencia y afirmación del carácter enigmático y siempre cambiante del fenómeno cultural. En palabras de Attia: “la reparación también es hablar de lo irreparable”.

Constanza Ontiveros Valdés

Publicado el 29 mayo 2025