Evidencias de una sospecha: sobre Paleontología Sideral de Dulce Chacón en Banda Municipal
por Jimena Cervantes
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La galería Banda Municipal presenta la exposición Paleontología Sideral de la artista mexicana Dulce Chacón, curada por fernanda ramos mena. Al entrar, me da la sensación de estar de visita en un museo de ciencia ficción o frente a un gabinete de curiosidades geológicas de un pasado-futuro indistinguible. Paleontología Sideral muestra el desarrollo de una investigación de largo aliento que se complementa con otro proyecto de la artista Los objetos que caen del cielo. La investigación-ficción parte de un archivo de imágenes, observaciones y seguimientos acerca de objetos caídos y encontrados. La artista se centra sobre todo en el registro de basura espacial y meteoritas encontradas cerca del cráter del Rincón del Paraguero en el Valle de Santiago, en Guanajuato. A partir de estos registros se despliega una serie de preguntas acerca de las implicaciones que han desencadenado sus hallazgos en diferentes escalas de la vida humana. Este ejercicio de investigación artística tensa las relaciones entre información y visualización desde los marcos de interpretación de hechos científicos e históricos cuando está de por medio el elemento especulativo.
La muestra se compone de una serie de dibujos en lápiz sobre papel de las metoreotitas encontradas, así como de ciertas escenas en las que se puede reconocer el proceso que implicó su descubrimiento y traslado. Estos dibujos parecen estar sacados de una enciclopedia de geología ficticia. Al ver las imágenes, siento que la artista utiliza el dibujo como una herramienta para pensar materialmente. Cada material hace evidente la historia que lo produce y lo acompaña. El carbono como elemento se presenta tanto en el grafito con el que se traza la línea del dibujo como en las meteoritas que se registran en el papel. A veces creo que cada persona tiene una sensibilidad especial hacia ciertos materiales y que estas afinidades son resultado de miles de millones de años en la historia material del universo. Acompañando a los dibujos se encuentran también réplicas de las meteoritas exhibidas. Preciosas y misteriosas piezas en un museo de objetos ficticios que a través de sus formas, texturas y colores despiertan una simpatía casi seductora. Sobre ellas se exhiben sus fichas descriptivas divididas en las siguientes categorías: historia, características físicas, petrografía, geoquímica, clasificación.
Exposición ‘Paleontología sideral’ de Dulce Chacón. Cortesía de Banda Municipal. Foto: Abdel Zuñiga López
De una piedra se puede decir cuándo se encontró, quién, en dónde, de qué color es, cuánto mide, que su composición química consiste en 93% de hierro, 5,8% níquel, 0,42% cobalto, 0,46% fósforo y 0,28% de azufre, si tiene textura, si refleja la luz, cuál es su nombre científico, cuál fue el destino de su paradero, entre otros muchos datos, pero, ¿qué se puede decir de una piedra ficticia o de una piedra imposible? Tal vez se pueda decir exactamente lo mismo.
Esta pieza me gusta en particular porque muestra dos posiciones que aunque parecen antagónicas no lo son. Por un lado, como todo documento científico, parte de un ejercicio de descripción: la interpretación aparece como un modo de dirigir la materialidad de todo objeto, dicha actividad está mediada por factores que producen su conocimiento en tanto forma de narración. Por otro lado, muestra cómo la agencia de los materiales sacude y desborda todo límite de representación y le permite a los objetos entrar en relaciones distintas, muchas de estas imaginarias. En la exposición no se sabe qué es realidad y qué es ficción, pero eso deja de importar cuando se observa el desdoblamiento del que son capaces los objetos al habitar esa tensión. La artista también presenta una bitácora de notas sobre los objetos caídos y una muestra de basura espacial, la cual nos anuncia la omnipresencia del plástico inscrito en rocas y disperso en el suelo, el agua y el aire, debajo de nuestra piel y hasta alrededor de la órbita de nuestro planeta. Esto como una característica particular en la historia material de nuestra época.
Exposición ‘Paleontología sideral’ de Dulce Chacón. Cortesía de Banda Municipal. Foto: Abdel Zuñiga López
Paleontología Sideral despliega una metodología especulativa en la que la artista se sirve de la narrativa visual de la ciencia y del museo de historia natural para mostrar que el conocimiento de los objetos dentro de ese sistema de creencias parte de una ejercicio de imaginación, permitiendo que la exposición se vuelva un lugar seguro para que los objetos reposen de su pretensión de verdad, al evidenciar que la especulación material es lo que sostiene los vínculos entre narrativas y visualidades. Pero al mismo tiempo hace evidente de manera no obvia que aquello que sostiene esa narrativa se cifra en aspiraciones morales y policiales que sostienen los museos de historia natural. Esa construcción sobre el mundo responde a un ejercicio de legitimación en la búsqueda de atesorar la verdad en función del saqueo y el provecho humano, mostrando además el origen colonial de las categorías y métodos con los que se ha analizado y descrito el mundo natural. Las consecuencias de estas clasificaciones sistemáticas del conocimiento son dispositivos de la mirada que han implicado una imposición y una dominación cultural y política sobre la materialidad y, aún más, sobre los imaginarios posibles e imposibles de lo natural. Es en la conciencia de esta captura que se propone la creación de un conocimiento especulativo de los objetos que abra el flujo de la imaginación material.
Dulce Chacón, Espécimen 5, 2020, Cerámica raku, 8.3 x 11 x 7.7 cm (pieza). Cortesía de la artista y Banda Municipal. Foto: Abdel Zuñiga López.
Las meteoritas son un caso paradigmático de asombro, pues cada piedra alberga el gran misterio de la materia, el misterio que nos introduce al tiempo profundo de aquello que atraviesa lo vivo y va más allá de él. Me pregunto, a propósito de la catástrofe ecológica que atestiguamos hoy, si podremos vincularnos con la existencia y la ruina sin la noción de vida y organicidad como mediación moralizante.
Las piedras guardan la memoria de las fuerzas que le dieron forma al universo. Entre el núcleo de la tierra y la creación de las primeras galaxias late al mismo tiempo, el tiempo profundo de lo inerte. El cráter contiene la vibración latente de la huella de una colisión como origen de lo posible y lo imposible. Vivimos en tiempos inciertos y de una crisis de expectativas; viejos mundos están cambiando fuera de su sincronía y nuevos mundos se sumergen en la confusión. ¿Qué preguntas les dirigiremos ahora a los objetos? ¿Cómo seremos capaces de intuir algo en ellos sin el deseo de anteponer una respuesta? Un mundo puede ser todo aquello que existe aun si no obtenemos respuestas, pero quizá podemos confiar en aquello que no está contenido en la presencia, voltear con otros ojos hacia el cielo, hacerle preguntas nuevas, ordenar de otra manera los datos, dejar abierta siempre la sospecha como primer paso para lo posible.