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Entre el fantasma y la materia vibrante: sobre 'The Zone, Chernobyl' de Raúl Ortega Ayala

Reseña

Entre el fantasma y la materia vibrante: sobre 'The Zone, Chernobyl' de Raúl Ortega Ayala

por M.S. Yaniz

En Proyectos Monclova

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Tiempo de lectura

5 min

Dentro de la fachada modernista de Proyectos Monclova, tras cruzar un pasillo blanco, se llega a la gran sala de la galería y frente a ti aparece un despliegue de tiempo y espacio; es la impresión tamaño real 1:1 de una fotografía de Raúl Ortega Ayala. Una cancha de basquetbol de la ciudad de Prípiat, en Ucrania. Ese espacio fue abandonado hace 36 años tras el accidente nuclear de Chernóbil. La imagen de la cancha, que empata en tamaño cuasi exacto con las dimensiones de la galería donde está expuesta, funciona como un doblez de la modernidad quebrada. Parece que habitan los fantasmas del fracaso utópico del desarrollo nuclear. Es un trampantojo de la historia. Esa pared, cual portal, funciona como espejo entre los dos bloques de la guerra fría: un capitalismo triunfante, con su pulcro cubo blanco aesthetic, vibra materialmente con los sueños rotos de la modernidad socialista.

Una vez que salí del asombro del trampantojo y volteé al resto de paredes observé una serie de fotografías en formato medio con un aura de ruina y melancolía, objetos perdidos en una prolongada extensión de tiempo. La segunda imagen a la izquierda era un rostro roto de una estatua de Lenin expuesta cual trofeo: un primer signo reconocible.

Raúl Ortega Ayala, Field note 24-03-14-120mm 196 (Wallpaper, Pripyat, Chernobyl) en colaboración con Roberto Rubalcava and Peter Miles, 2022. From the Pit of Et Cetera. Cortesía del artista y Proyectos Monclova
Raúl Ortega Ayala, Field note 24-03-14-120mm 196 (Wallpaper, Pripyat, Chernobyl) en colaboración con Roberto Rubalcava and Peter Miles, 2022. From the Pit of Et Cetera. Cortesía del artista y Proyectos Monclova

The Zone, Chernobyl (2013-2020) es una serie producto de la práctica artístico-antopológica del artista Raúl Ortega Ayala, quien a lo largo de siete años viajó a Ucrania, posiblemente animado por una curiosidad genuina: ¿Cómo se ve un acontecimiento histórico? ¿Cómo se hace visible el tiempo, los sueños y el fracaso? Lo que anima tanto la serie de fotografías como la película es datar la permanencia de un acontecimiento, los ánimos de un Estado previo al abandono del espacio por la radiación, los afectos que quedan impregnados en la materia y las fantasías modernizadoras ocultas por el polvo.

La Historia nos cuenta Chernobyl como un hecho sin precedentes, como un gran suceso en que la ciencia y la gubernamentalidad falló. Una pérdida no sólo de la geografía, el ecosistema y el pueblo, sino de la mentalidad moderna misma. La derrota del hombre frente a la materia. Pero también pasaron otras cosas en los intersticios de la historia geopolítica de la guerra fría y ahí es donde se muestra el arte de Raúl Ortega, en la singularidad de lo histórico. Las fotografías muestran un parque de diversiones jamás inaugurado, casas, escuelas y la rueda de la fortuna; una serie de proyectos que cayeron de tajo en cuestión de días.

Raúl Ortega Ayala, Field note 25-03-14-1535 (Wallpaper, Pripyat, Chernobyl) en colaboración con Roberto Rubalcava and Peter Miles, 2022. From the Pit of Et Cetera. Cortesía del artista y Proyectos Monclova
Raúl Ortega Ayala, Field note 25-03-14-1535 (Wallpaper, Pripyat, Chernobyl) en colaboración con Roberto Rubalcava and Peter Miles, 2022. From the Pit of Et Cetera. Cortesía del artista y Proyectos Monclova

La exhibición se redondea y expone sus alcances con la película The Zone, Chernobyl (ver el trailer aquí). Cuatro veces tres hombres y una mujer caminan desde el horizonte al centro de la toma de la cámara. Cuatro veces tres hombres y una mujer se presentan y relatan una etnografía en primera persona de un desastre planetario. Cuatro veces hacen tangible la experiencia tenue de un acontecimiento que dañó la tierra por millones de años.

Raúl Ortega recorrió Prípiat, Ucrania, con Alexander Yesaulov, Alexander Sirota, Vladimir Tarasov y Natalya Panteleevna, acompañada de su hijo; en 1986 eran el vicealcalde, un niño pequeño, un profesor de educación física y una madre con su hijo. Ellos cuentan cómo vivieron el accidente y cómo se les arrancó la vida que tenían. Una migración forzada que anula cualquier posibilidad de nostalgia por la tierra natal. Al no haber posibilidad del retorno por la radiación, se vuelven migrantes de un fragmento de mundo muerto. En las caminatas que realizan con Raúl Ortega recorren espacios arrancados del tiempo histórico, pues ya sólo existen en los relatos de quienes los vivieron. Son lugares que ya no pueden producir experiencia. La misma investigación del artista y su relación con el espacio está mediada por su contacto con la gente que vivió ahí y los planes frustrados de la Unión Soviética que yacen neutralizados.

Raúl Ortega Ayala, The Zone, Chernobyl (2013-2020), Proyectos Monclova. Cortesía de la galería. Foto: Ramiro Chaves
Raúl Ortega Ayala, The Zone, Chernobyl (2013-2020), Proyectos Monclova. Cortesía de la galería. Foto: Ramiro Chaves

Hay un correlato entre la memoria impregnada en el espacio abandonado como ruina con sus fantasmagorías y la presencia del átomo como agente de cambio. En el video aparece la leyenda “Deja que el átomo sea un trabajador, no un soldado”. Ahí se cifra un pensamiento materialista fuerte. La obra de Ortega llama a escuchar la historia colectiva retenida en los objetos y espacios de un proyecto político y científico que le daba agencia real a la unidad mínima de lo físico. En esa doble escucha se torna visible la vida anímica de lo que se piensa que es materia inerte y se abren los sentidos a una materialidad que vibra e invoca su agencia política y vital.

El átomo vibra en la memoria de los hombres que vieron la materia colapsar, cuyo gobierno ponía hoal nivel de los seres humanos en la cadena de producción. The Zone, Chernobyl es un tiempo arrancado de su espacio, la memoria del mundo en la materia rota. Al final, el silencio en una extensión muy larga de espacio.

M.S. Yaniz

Publicado el 5 agosto 2022