Ecos y resonancias. Una entrevista con Concepción Huerta
por Mariel Vela
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El repertorio de Concepción Huerta está constituido por frecuencias espectrales, así como por deslizamientos entre texturas sonoras que permiten adentrarse en el ritmo interior de una atmósfera. Escuché estos ruidos y armonías incluso antes de escuchar su voz, que ahora suena en mis audífonos entre sonidos de pájaros y motores. “Transcribir es un acto de escucha cuidadosa”, pienso mientras intento traducir la gramática que resbala, el hilo perdido de nuestras ideas o las risas mezcladas. Ambas nos encontramos a inicios de septiembre para conversar sobre la electricidad, el ruido y una estrella muy antigua llamada Betelgeuse.
Concepción Huerta. Creo que no haber entrado a la academia de música fue lo mejor que me pudo haber pasado porque eso permitió que mi aproximación a los sonidos fuera desde otro lugar. Al principio decía, bueno yo no hago música, hago grabaciones. Luego me di cuenta de que mi tascam es un instrumento y que de alguna manera lo que registraba con ella generaba ciertas armonías y ritmos, aunque no tuvieran estructuras musicales formales. He dejado de juzgar mi proceso. También, al estudiar medios audiovisuales, me di cuenta de que el sonido y la imagen siempre están relacionados, siempre se corresponden. Por ejemplo, cuando hacía foto fija yo sentía que también podía transmitir una sonoridad, a veces silencio, a veces ruido. Ahora, cuando trabajo en mis piezas sonoras, aparecen imágenes todo el tiempo.
Comenzamos a hablar sobre las imágenes y los sonidos de nuestras vidas, sobre todo los de la infancia. Cuando era niña, Concepción vio imágenes muy extrañas en televisión que se quedaron con ella varios años. Tiempo después, mientras estudiaba cine, se dio cuenta que pertenecían a la película Opera (1987), dirigida por Dario Argento. Las dos compartimos un amor profundo por las giallos y juntas fantaseamos con tener el poder de comunicarnos con insectos, como Jennifer Connelly en Phenomena (1985). En esta última, hay una escena en la que una de las compañeras de Jennifer corre por los pasillos de la escuela en camisón mientras se escucha una canción de Iron Maiden. Irrumpe el recuerdo de estar en el asiento de atrás del Thunderbird negro, vibrando con heavy metal, las manos de mi papá al volante y mis hermanas junto a mí rumbo a la escuela.
CH. Acabo de ver la película Memoria de Apichatpong Weerasethakul. Tilda Swinton interpreta a una mujer escocesa que escucha una explosión honda al amanecer y se obsesiona, busca su origen por todas partes. Pensé, ¡este personaje es como yo! Creo que a veces así me pasa, hay sonidos en la vida que me han llamado y se han vuelto parte de mis procesos. Yo no creo en las ideas increíbles, creo en el hacer cotidiano, en dejar que las cosas lleguen a ti.
Mariel Vela. Algunos de los temas que te interesan son la ciencia ficción, la idea de tiempo y las relaciones interespecies. Por ejemplo, me gusta pensar que aun cuando sabemos que en el espacio exterior no existen las moléculas vibratorias del aire para transportar sonidos, persiste un deseo por imaginarlos.
CH. Disfruto hacer el ejercicio de intentar salir de mi cuerpo y sentir, tal vez, como una planta. Nunca voy a saber cómo esa planta siente, pero sólo el hecho de preguntarme por esto ya me pone en otro lugar sensible. Hace poco me obsesioné con una estrella supergigante roja llamada Betelgeuse. Dicen que una estrella es más luminosa cuando está a punto de morir. Esta idea me tocó y forma parte de un disco reciente titulado Harmonies from Betelgeuse. Durante el proceso, empecé a sentir que desde la estrella venían señales que yo recibía e intentaba traducir. ¿La muerte significa eso, no crees? Transformarte en algo más. Pasé tres días encerrada con unos sintetizadores que apenas empezaba a usar y de verdad me conecté con estas máquinas de una forma muy extraña. Sentí cómo la electricidad que yo transmitía a través de mi cuerpo era interpretada como una señal.
Daniel Castrejón, diseño de portada de álbum Harmonies from Betelgeuse, 2022
“No recordamos las cosas como fueron sino como somos, como fuimos. La madeja de los recuerdos es imprecisa, inasible, infiel”, escribe la curadora Gabriela Mosqueda. La exposición Negra espalda del tiempo en Cuarto de máquinas habla sobre los mecanismos de la memoria a través de los dibujos espaciales de Vanessa Enríquez y de una pieza sonora para sitio específico creada por Concepción Huerta.
CH. Yo conocí a Vanessa el año pasado cuando me invitó a un grupo de trabajo. Vanessa y yo trabajamos con el mismo medio desde lugares muy distintos. Ella le llama a sus obras dibujos espaciales, entonces en resonancia intenté hacer un dibujo sonoro, distribuido en ocho canales. Si hiciera una cartografía o una partitura de mi memoria personal, ¿cómo sonaría? Creo que ahí se hallan todos los procesos que he tenido: algunos sonidos vienen de grabaciones, otros fueron procesados en cinta magnética y también utilicé frecuencias muy graves. Hay partes de la pieza que registran el momento en que Vanessa toca la cinta; se escucha como una cuerda, un chirrido que procesé después.
Vanessa Enríquez. Until I disappear (13), 2019.
Polvo magnético de cinta VHS, cinta adhesiva, acrílico sobre papel.
Pienso en la materialidad de las cintas en donde los sonidos se transfieren como un campo magnético; una forma de guardarlos. ¿Qué significa permitir que otros tactos se inscriban en el campo fragmentado del propio recuerdo, incluso del propio hacer? El trabajo de Concepción Huerta es uno de resonancias, sampleos y ecos. Me habla de la Generación Espontánea, de sus conversaciones con Fernando Vigueras, sobre cómo lee el rostro de Gibrana Cervantes mientras tocan en vivo. Escucho también las voces fantasmales de Mabe Fratti en algunos de sus tracks y leo las palabras de Camille Mandoki que acompañan Eclipse (((cuestión de tiempo))), dedicada a Manrico Montero.
Portada de Eclipse (((cuestión de tiempo))), 2017. Concepción Huerta.
CH. Recuerdo una conversación en la que él [Manrico Montero] me decía: “bueno, si vas por el camino del sonido, implícate.” Hablábamos mucho sobre la vida…el ruido. Entre los consejos que me daba, había una frase en la que aún pienso mucho: “todo es cuestión de tiempo”. Después falleció y ahí en su ausencia fue cuando sentí la fuerza de la palabra y su resonancia en mis memorias. Cuando alguien desaparece en un plano, creo que hay otros en donde se vuelve más poderoso.