Ensayo
por Fernanda Ballesteros
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Chavis Mármol creció con las dos perlas de esta historia en casa de su abuela paterna. La escultura es un homenaje a ellos. Expuso la obra en Zsona Maco, en la galería JO-HS. Chavis buscaba una introducción íntima y cruda. Escribí este texto a partir de lo que me contó: recuerdos de infancia, admiración a sus tíos gemelos. Lo imprimimos en papel rosa brillante como las perlas –como los tíos– y lo leímos en la feria frente a la escultura, que es también ofrenda.
Gemelos, mis tíos nacieron en Apán, redondos y brillantes como dos perlas de una misma concha. Gemelos morenos, obesos, la homosexualidad la descubrieron desde la oscuridad de los primeros impulsos de la carne. El primer amor arranca gajos de la razón y exprime el jugo en los músculos palpitantes de los sentimientos. El jugo lubrica los celos, los celos de ver a tu gemelo, perla de tu misma costra, nácar de tu mismo nácar, envolverse con el hombre que te gusta, modelo vivo de tu idea de romance, fantasma de tus deseos. El jugo lubrica los actos descontrolados, como llamar a la policía para decir que tu gemelo trafica drogas, tienes las pruebas, métanlo en una celda, encierren a la competencia, así aseguras la victoria, así el hombre que aman ya no tiene que elegir entre dos pulpas gruesas que forran esqueletos y ojos duplicados. Los nervios te paran de la silla, te llevan a una, dos calles del pueblo para entrar en la tiendita y comprar una Coca que te calme con el gas metiéndole burbujas al techo de tus locuras. Sales de la tienda y ahí está la policía, la que invocaste con tu espíritu y tu voz. Dices que tú no eres al que buscan, pero cómo comprobarlo si tienes la misma pulpa gruesa, el mismo nácar, los restos de la misma costra. Te meten en una celda por diez años y no sabes qué hace en ese tiempo tu otra mitad. Atado aún a la celda de tu cabeza, tus pulmones respiran libertad rara cuando te sacan de ahí. Te sueltan en el pueblo donde naciste amarrado a otra perla. Por dos años andan los dos rodando por Apán, evitándose. Para qué verse en un espejo roto. Mejor aceptas la mano flaca de la muerte que se tiende a ti desde una enfermedad. Tu gemelo, pulpa de tu pulpa, nácar de tu nácar, acepta la otra mano flaca y se van los dos volando juntos, globos redondos y brillantes en el infinito.
Publicado el 6 abril 2025