Adán y Eva los cavernícolas
Exposición
-> 23 jun 2023 – 5 ago 2023
Arañados por los arbustos llegamos al claro prometido. El sabor a sangre en la espalda, la tierra entre las uñas, el aroma de la maleza detenido sobre los hombros, en el frenillo lingual. La desnudez del resto saltaba ante nuestros ojos. Surgió la intención de rozar esas piernas, los vientres enlodados, los torsos con surcos trazados por gotas de agua, sobre polvo seco y áspero. Debajo de una de las rocas el grupo se había acomodado en resguardo del sol y del viento. La noche se anuncia. Palabras que corren como miel y resina, escaldando el instante, se dejan llevar a rastras por el deseo y la queja: el gemido. “La Quinta Temporada. Albucius, Las Mil y Una Noches del Mundo Romano*1”. Unido por hilos de saliva, Ouallet ubica el relato erótico de Quignard en un tiempo otro que suspende el calendario diurno del trabajo y los días, en el que las épocas se mezclan. Ouallet escribe sobre esta temporalidad que es la Noche, no en la que se duerme, no la de los sueños, es el sueño nocturno de los ojos abiertos “de las historias escritas con la punta de la aguja en el ojo”. Lo que leo, lo leído, Liber Pater. Temporada sagrada, maldita, prohibida, chamánica. Es el sueño recostado sobre un sexo, su olor a muerte de cloro y a sangre, a la noche pegajosa del lenguaje, la ficción, la fricción y la violencia. La narradora está a la cacería. Scherezade posterga la muerte a partir del relato que escurre en la oscuridad y con él las horas que se alargan. El tiempo que se abre para procrear tres hijos. Ella es la víctima convertida en cazadora. Un cuerpo violentado que se erige, se repliega y se desdoba para mostrar una dermis transgredida que es hoja y libro. Una panza que contiene dentro la semilla fecundada de la voz y la saliva, la letra teñida violeta, teñida de líquido baboso, de esmegma. Caza a través de un relato siniestro que cautiva y amanza bestias y sultanes. Ella expande la noche y la alarga sin suspender la noche sexual, ata la noche del cuento a la noche del sexo, al pelo del que rasga. Lengua a contrapelo.
El relato y las escenas narrativas de Julián Madero, insumisas y voluptuosas, sensuales y violentas, evocan distintas historias provenientes de la mitología griega, romana o cristiana, del sueño lúcido, y traslapan energías que le son propias a la carne y a la pintura. Pelambre y líquido, lo vizcoso devela lo que de sensual y libidinal puede abrirse al ejercicio pictórico; el relato débil por el que lx expectadorx puede entrar, no sin rasguño alguno. “Existe un mimetismo triangular entre el relato, la sexualidad y la caza*2”. ¿Es posible la supervivencia de la caricia dactil, sin la extrañeza y el extrañamiento del hematoma, de la gónada viva y azulada? Del deseo y la pulsión que hace vivir una materia y su vibración sensible, fuera del sueño. Estructura ósea, dermis irritada, la pintura repele a la huella dactilar interpele al olfato y a un pubis que se eriza.
Geometría impúdica que se repite, bombea un círculo, bombea un triángulo, deviene en cuadrado. No basta a mi deseo la estructura, necesito siempre algo que me arrastre, que me impulse a continuar la pintura. “Preferiría no hacerlo” pero es entonces cuando aparece la figura o las figuras, fuerzas, tensiones, fricciones. Un cuerpo sobre otro cuerpo, un cuerpo inerte, dos cuerpos copulando. Mi pequeño teatro de lujuria que se acopla a las formas elementales: las diagonales, la horizontal y la vertical, el medio círculo. Es una imagen casi infantil: batir el huevo, hacer la emulsión, mezclar el pigmento y embarrarlo en el lienzo*3. La construcción del tiempo pictórico, el relato sobrepasa la palabra y lo que escudriña es la imagen en tanto narración de sí misma. El mito y la historia copulan dentro de la caverna. El ojo, la sangre y la orina corren paralelos. Se deslava el pincel que se úne a lo maravilloso y lo sórdido. En Adán y Eva Los Cavernícolas se reconstruyen relatos que nos ponen en alerta; hay un juego con lo salvaje que escapa al plato de leche, ojo de gato*4, de la historia blanca, algo irracional que reúne los olores corporales de animales y humanos primitivos. Estas obras tienen la energia de la mordida, del deseo de tragar la lengua de los muertos y el sexo de las flores.
— Lorena Peña Brito
*1: “La quinta temporada. Albucius, las mil y una noches del mundo romano” de Yves Ouallet. https://circulodepoesia.com/2018/11/la-quinta-temporada-albucius-las-mil-y-una-noches-del-mundo-romano-por-yves-ouallet/
*2: Ídem.
*3: Julián Madero Islas. “Adán y Eva Los Cavernícolas” a propósito de esta exposición. Texto para publicación.
*4: En referencia a “Historia del Ojo” del Georges Bataille.