Cinco portales hacia Shizuoka, Pátzcuaro y la Ciudad de México
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Un puente entre latitudes distantes bocetado por los materiales y las variaciones de la naturaleza. La relación simple entre el espacio de trabajo, vuelto espacio de exhibición, y el plegado de la tridimensión sobre sí misma en cinco proposiciones volumétricas entrelazadas por un horizonte de color.
Tras dos años recorriendo y trabajando en México, el escultor japonés Yutaro Aoki presenta Puerta del cielo en Studio Block M74. Las esculturas producidas in situ continúan la investigación de Aoki sobre los modos de articular materialmente la potencia de los espacios intermedios, visibles pero fuera de foco, estructuras en las cuales:
“...la forma es vacío, el vacío es forma; la forma no difiere del vacío, el vacío no difiere de la forma; lo que sea forma, es vacío; lo que sea vacío es forma.”*
Yutaro Aoki, Vista de instalación, Puerta del Cielo, Studio Block M74, 2019. Cortesía de Studio Block M74. Foto: Sergio López
Las obras se desdoblan desde los muros y se pronuncian sobre el piso para abrir zurcos en el entorno, como un encuadre a la espera de ser atravesado por una escena. Cada una es un marco tanto como un trazo y una partitura para el movimiento, para el mirar-caminar de la escultura. Un balance sutil entre el actuar y la no-acción para crear obras conscientemente permeables, cinco membranas visuales diseñadas para abrirse desde escalas monumentales o casi imperceptibles; un fractal donde entre más se mira, más difícil resulta señalar cuál es el espacio lleno y cuál el vacío, cuál la sustancia y cuál su afuera:
“Treinta radios convergen en el centro de la rueda, pero la ultilidad para el carro reside en el vacío del centro. El cuenco obtiene su forma de la arcilla moldeada pero la utilidad del cuenco reside en el vacío. Así, obtenemos un provecho de lo que es y sobre todo obtenemos una utilidad de lo que no es.”**
Yutaro Aoki, Vista de instalación, Puerta del Cielo, Studio Block M74, 2019. Cortesía de Studio Block M74. Foto: Sergio López
Hay algo irrevocable en la geografía, en las atmósferas dictadas por el clima, las cualidades de la tierra y los legados de la arquitectura. El trabajo de Aoki, estrechamente vinculado al trabajo con la madera y su milenaria tradición en Japón, encontró un nuevo eco y contrapunto en Pátzcuaro, en el occidente de México, de cuyos bosques provienen la madera de las obras y el nombre de la exposición; de acuerdo con la Relación de Michoacán, el pueblo de Pátzcuaro fue fundado en 1305 y su nombre en lengua purépecha significa puerta del cielo, entrada al paraíso y canal para los dioses. Pensadas así las cinco esculturas podrían ser portales, umbrales, cruces, instrumentos de medición, mapas y enunciados para encontrar las perspectivas en las que lo distante por un instante se toca.
Yutaro Aoki, Vista de instalación, Puerta del Cielo, Studio Block M74, 2019. Cortesía de Studio Block M74. Foto: Sergio López