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Un pan no es una selva peligrosa, pero se asemeja a un jardín | Presencia Lúcida

Reseña

Un pan no es una selva peligrosa, pero se asemeja a un jardín | Presencia Lúcida

por Sandra Sánchez

En el ESPAC

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Tiempo de lectura

5 min

Ana Tores Valle Pons fue a comprar plantas a Xochimilco para la exposición. Su propuesta curatorial consiste en llenar los pasillos y las salas de verde vivo que respira, se humedece y crece. Al entrar pensé en Virginia Woolf: “Mrs. Dalloway said she would buy the flowers herself”* ¿Qué sentido tiene comprar plantas? ¿Qué tipo de hospitalidad ofrece su figura? Ana nombró a la muestra Presencia Lúcida porque le interesa propiciar una vivencia.

El jardín es una pausa: hay un entusiasmo corporal que puede sentirse ante la belleza y el enigma de una planta (la casualidad de su armonía, su fuerza para mantenerse viva).

El jardín es una estrategia: su función es parecida a la del vaso con agua que se ofrece en un café; no solo sacia la sed, también permite notar con mayor facilidad las gamas de sabor de la bebida.**

El jardín es una trampa: el ojo descansa del ajetreo de la ciudad para disponerse a mirar los detalles de las hojas y las minucias de las piezas con una calma producto del ritmo vegetal.

El jardín no se siente como un ejercicio forzado porque el Espacio de Arte Contemporáneo (ESPAC) es una casa adaptada como cubo blanco. Las plantas devuelven al lugar una memoria conocida: hacer hogar.

Miré hacia abajo y pensé en Alicia en el país de las maravillas. Hongos en el suelo crecen sobre codos y tejas de barro; las setas se van transformando rápidamente, día con día. Paola De Anda es la artista detrás de las esculturas. A primera vista, me gustó su forma y la audacia de su tiempo propio, después pensé en que es fabuloso que De Anda trabaje con los ciclos de vida de otro ser sin la intención de transformarlo o añadir algo nuevo que genere un efecto ¡wow! Los hongos están ahí, haciendo lo suyo, sin ninguna demanda extraordinaria por parte de su productora.

Paola de Anda. "Eventos fungi II (tejas)", 2018-2019. Presencia Lúcida, ESPAC, 2019. Foto: Sandra Sánchez
Paola de Anda. "Eventos fungi II (tejas)", 2018-2019. Presencia Lúcida, ESPAC, 2019. Foto: Sandra Sánchez

Aunque hay plantas y hongos, la exposición no busca imponer un tema. Si bien la naturaleza es el hilo conductor, la invitación consiste en abandonar momentáneamente la búsqueda del significado para adentrarnos en una relación donde opera la empatía. Si nos sentimos bien en un lugar, podemos aproximarnos a las obras con una disposición más abierta para escuchar lo que nos proponen. Desde ahí cada uno decide si le parecen interesantes o no, si traduce a palabras la experiencia o se queda en la presencia como primer sitio de contacto.

En la exposición también hay producciones de Christian Camacho, Sara García, Almudena Lobera, Lorena Mal, Tania Solomonoff, Los Carpinteros, Mónica Castillo, Andreas Fogarasi, Lourdes Grobet, Millree Hughes, Chantal Peñalosa, Melanie Smith, Rirkrit Tiravanija, Benjamín Torres y Joaquín Torres García.

De entre todas las obras, me interesan en particular las que concuerdan con el planteamiento de la exposición; las que favorecen la producción de puntos de encuentro y ambientes:

Cuadros para Marta (1995), de Mónica Castillo, es un conjunto de pinturas pequeñas que satisfacen el criterio de gusto de Marta, a quien la artista le pide que elija el paisaje más cercano a su idea de belleza. Si bien, la obra puede ser leída bajo una mirada crítica, en la que el gusto manifiesta una serie de relaciones económicas y de poder, también invita a adentrarse en la mirada de alguien más, en su agrado y su placer. ¡Qué difícil es ceder! Uno puede juzgar con argumentos, pero con argumentos no puede abrir la sinrazón propia para abrirse a una sensibilidad ajena.

Paola de Anda. "Eventos fungi II (brazo)", 2018-2019 y Mónica Castillo, "Cuadros para Marta", 1995. Presencia Lúcida, ESPAC, 2019. Foto: Sandra Sánchez
Paola de Anda. "Eventos fungi II (brazo)", 2018-2019 y Mónica Castillo, "Cuadros para Marta", 1995. Presencia Lúcida, ESPAC, 2019. Foto: Sandra Sánchez

Estructuras invisibles (2010-2012), de Lorena Mal, es un video en dos canales, sin sonido, en el que la artista traza líneas a partir de los movimientos de las manos que realiza una persona mientras cuenta algo. Los entrevistados están describiendo espacios, lugares en los que han vivido. Esta pieza es importante no sólo por la belleza de la geometría involuntaria que se produce con el lenguaje manual, también porque evidencia la presencia del cuerpo en situaciones en las que creemos que la protagonista es la palabra.

Finalmente, Miga (2019), de Sara García, es una hogaza realizada con loza esmaltada. La hogaza es negra, por lo que introduce una contradicción: la calidez de la cocina (la hogaza) se opone el simbolismo del color negro (veneno). El día de la inauguración en vez de la loza esmaltada había un pan real. Podías arrancar y comer un trozo de materia negra; la sensación era, al menos, rara.

Además de una conversación con los bodegones en pintura, Miga pone sobre la mesa el problema de un encuentro en donde las condiciones no son necesariamente las mejores, en donde hay desconfianza porque el color o la forma presentan algo extraño ante los ojos de alguien. Si bien algunas veces hacemos el esfuerzo por transformar nuestros cubos blancos en jardines, es posible que lo que para uno es un jardín, para otro sea una selva peligrosa. El pan estaba delicioso.

*La señora Dalloway dijo que ella misma iría a comprar las flores”. Esta línea es el comienzo de la novela Mrs. Dalloway de Viriginia Woolf.

** La estrategia del vaso con agua forma parte del corpus imaginario del dramaturgo Ricardo Díaz Sánchez.

Publicado el 16 agosto 2019