Todos los viernes pasamos por aquí, una exposición de Julián Madero Islas
por Eric Valencia
En Ladrón galería
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¿Y si la pintura es una alucinación material, puesta ante nuestros ojos para participar en ella? La pregunta surge mientras miro las obras de Todos los viernes pasamos por aquí del artista Julián Madero Islas, curada por Christian Camacho y que se presenta actualmente en LADRÓN galería.
Dada la explícita violencia, resulta complicado acceder a la escena sin evitar algún estupor. Para hablar de estas obras y de la exposición, me gustaría hacer patente mi propia sensación en forma de desconfianza y tratar de hacer de ella la base de un método interpretativo. Partir de una premisa: la de acercarnos a la obra sin creer en los fantasmas. Esto nos revelaría una serie de operaciones pictóricas de alta complejidad que suceden en la obra de Madero. De ninguna manera pasar por alto la violencia, sino ver en ella un recurso de la imagen, ¿justificada? Ya lo veremos.
Las obras
Nastagio reflexiona sobre la escena que se despliega ante sus ojos: el alma de una mujer es castigada por corresponder con desprecio a las intenciones amorosas de un hombre. Al verse el propio Nastagio envuelto en una situación semejante, la de ser despreciado por la mujer que “ama”, decide usar la escena para alterar el desenlace de su propia historia: organiza un banquete en el bosque en el que invita a la mujer de sus cortejos a encontrarse con la tragedia ajena y fantasmal. De esta manera, la mujer presencia el futuro castigo que sufriría su alma si no accede a casarse con él.
Esta es, a grandes rasgos, la historia descrita en la quinta jornada de la octava novela del Decamerón de Giovanni Boccaccio (1351-53), llamada “El infierno de los amantes crueles”, que sirve de motivo a una serie de cuatro pinturas que realiza Sandro Boticcelli como regalo de bodas para Giannozzo Pucci y Lucrecia Bini en 1483 y que, a su vez, Julián Madero reinterpreta para esta exposición. El cambio más evidente que introduce es la inversión de los géneros de los fantasmas: el hombre por mujer y la mujer por hombre.
Todos los viernes… recibe al visitante con el cuadro Caballo Blanco que representa el momento en que el fantasma del hombre es destripado por el fantasma de la mujer, ambos desnudos. Esta escena corresponde al segundo cuadro del tríptico Historia de Nastagio de los Onesti de Madero y también al segundo de la serie del mismo nombre en la obra de Boticcelli. Los detalles de la muerte del personaje masculino, se repiten con diferentes variaciones (ahora por la espada, ahora por los perros) en las obras S/T 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7 y en Espada. Esta es la imagen que nos convoca.
Julián Madero Islas, Historia de Nastagio de los Onesti I, 2021. Cortesía de LADRÓN galería y del artista. Foto: Bruno Ruiz.
Las imágenes que faltan
Sabemos por Bocaccio los detalles de la historia que vemos desplegada en las pinturas: el desprecio hacia Nastagio por la mujer –que da origen a la historia de las obras– y la boda de Nastagio con la mujer –que corresponde al cuarto panel en el políptico de Boticcelli, el cual Madero decidió no pintar.
Pascal Quignard (2015) escribe sobre la relevancia de estas imágenes faltantes en la historia de cierto tipo de pintura: “Una imagen falta en el origen. Ninguno de nosotros pudo asistir a la escena sexual de la que es el resultado [...] Una imagen falta al final. Ninguno de nosotros asistirá, vivo, a su propia muerte”. Para acercarnos a la propuesta de Madero, esta tesis es de gran relevancia: la pintura es la tensión entre estos dos momentos. “Medea medita: La meditación en el mundo antiguo se imagina, como un debate de voces que tiene lugar en el interior del cuerpo”.
Así, vemos el tríptico Historia de Nastagio de los Onesti como el desarrollo de esta tensión, de esta meditación, del debate interior de Nastagio. El primer módulo corresponde al momento en el que presencia, en el bosque, en soledad, el sangriento encuentro entre los fantasmas. Quiere intervenir pero pronto es convencido de que nada puede en contra de los designios divinos. Recordemos que no creemos en fantasmas, por lo menos no en la acepción común a la que se refiere Bocaccio en su historia: en supuestos espíritus o almas que se nos manifiestan. No creemos en fantasmas. Siendo así, ¿qué vemos?, ¿qué es entonces lo que Nastagio observa? En La lógica del Fantasma (1966-67), Lacan lo define como lo que sostiene, en el inconsciente del sujeto, su deseo y determina su forma de gozar. El sueño y la alucinación son dos maneras en que el fantasma retorna (de) lo reprimido. Vemos la alucinación de Nastagio, sus propios “fantasmas”.
Julián Madero Islas, Historia de Nastagio de los Onesti II, 2021. Cortesía de LADRÓN galería y del artista. Foto: Bruno Ruiz.
El segundo módulo de este tríptico es la escena en la que sucede el asesinato del hombre desnudo por la mujer a caballo. Vemos a Nastagio horrorizado, tratando de huir pero aún atento a la escena. Siguiendo a Quignard, “un profundo deseo de no ver lo real permite ver la imagen”. La pintura es la imagen consolidada, puesta a la vista. ¿Por quién? Por el propio Nastagio: es su obra. Nadie está aún con él para dar cuenta de la veracidad de sus alucinaciones. Las cree reales: este espectáculo sangriento es la escenificación de su alucinación vuelta imagen, vuelta pintura.
En el tercer módulo vemos cómo esta imagen es puesta a la vista de todos. Nastagio ha organizado un almuerzo y ha invitado a la mujer que le desprecia y a todas las damas parientes suyas para atestiguar la escenificación de sus propios delirios. En esta pintura presenciamos un mise en abyme, una puesta en abismo. Si ya lo sospechábamos en la segunda obra del tríptico, en este módulo lo confirmamos: personas actuales, vivas, que podemos reconocer, presencian la escena. El propio Madero aparece ahí. Escucho su voz en la visita a su exposición: se refleja en la obra y en su reflejo me incluye, nos incluye, como participantes y testigos de esta locura urdida por Nastagio. No creemos en fantasmas, lo que vemos, lo que Nastagio nos hace ver en todo el tríptico, es su propio deseo en pintura. Y es una pintura que, puesta en abismo, nos interpela.
Julián Madero Islas, Historia de Nastagio de los Onesti III, 2021. Cortesía de LADRÓN galería y del artista. Foto: Bruno Ruiz.
El cuarto módulo de Boticcelli, faltante en el tríptico de Madero, es el de la boda de Nastagio con la mujer que antes no correspondió a sus intenciones amorosas. En esta escena, ella no sólo ha “cambiado su odio por amor” accediendo a contraer nupcias, sino que, además, como nos cuenta Bocaccio, “todas las mujeres ravenenses sintieron tanto miedo que fueron siempre luego más dóciles a los placeres de los hombres que antes lo habían sido”. Podríamos interpretar la ausencia de este módulo como un final abierto, como una posibilidad de reflexión sobre estas violencias repetidas. ¿Habremos de caer, nosotrxs, a quienes se nos ha invitado al banquete, a ceder a esta extravagante forma de coerción, de coercionar? La imagen que nos falta está sucediendo justo ahora, justo aquí.
Todos los viernes pasamos por aquí puede visitarse en LADRÓN galería hasta febrero del 2022.