Terr(or)itorios de la ficción de clase | Sobre la exposición de Paloma Contreras Lomas

Paloma Contreras Lomas (México, 1991) presenta Dr. Psiquiatra o el Más Allá Mexicano, en Salón Silicón. La artista explora su propia posición respecto a cuestiones de clase y género en relación con el arte y la sociedad mexicana, continuando con una investigación que inició en 2017.

La novela

La exposición nos remite a Los miedos ancestrales pueden volver (2018), novela producida como parte de su beca FONCA. El giro hacia la literatura, como proceso de pensamiento y producción, le permitió ocuparse de las problemáticas que surgieron a partir de un replanteamiento de su investigación: lo que comenzó bajo el romanticismo que suponía documentar la otredad, se tornó hacia un cuestionamiento de su propia clase.

En la novela, la autora relata una crónica ficcional sobre sus visitas a una comunidad en la sierra de Puebla, realizadas entre 2013 y 2017. La novela combina la ciencia ficción y el terror a través de personajes que encarnan figuras del imaginario mexicano como Juan del Monte, El Activista, Ranulfo “el cazador”, El Brujo, María (“una niña iconoclasta atrapada en el cuerpo de una adulta compacta que parece competir con cualquier becerro recién nacido”) y un Más allá del Mexicano que se va configurando conforme avanza la narración.

En el movimiento hacia los cuestionamientos de clase, Contreras decidió ficcionar sus propias contradicciones y problemas. Durante su investigación, le surgían interrogantes como: ¿qué hago en esta comunidad?, ¿qué fantasías están en juego al realizar estas visitas?, ¿quién aparece ahí y cómo? Tras conversar con ella, comprendí algunos de los planteamientos que atraviesan la novela y, posteriormente, la muestra. En ambas se conjugan la ficción, el terror y la clase. La artista se preguntó desde qué posición podía referirse a la otredad y se dio cuenta de que sólo podía hacerlo desde una fantasía, desde la posición del turista que ingresa a un territorio ajeno.

En esa coyuntura, la literatura le permitió crear personajes a partir de su propia falta de certezas y, así, auto-ficcionarse. Dice la artista:

“no tengo que hablar desde una marginalidad que no me corresponde. Vivo ciertas opresiones específicas, pero no puedo asumirme en una otredad”.

Ficción y clase se entrecruzan en las piezas teniendo como punto de partida situaciones particulares que vivió y de las cuales fue testigo; la artista no hace una referencia descriptiva de ellas, ni se identifica con aquello a lo que se enfrenta, más bien, a partir del uso de la imaginación como modo de metaforización, habla de condiciones que atraviesan a cierto tipo de clase media en México.

Salón Silicón

La exposición se compone de 5 piezas que se distribuyen en Salón Silicón. Olga Rodríguez, Laos Salazar y Romeo Gómez, quienes están a cargo de la galería, colaboraron con la artista para tomar decisiones de montaje y exhibición. Se muestran 4 piezas en la parte de enfrente y una pieza en la parte trasera. En la muestra, algunos de los personajes de la novela y sus situaciones se materializan en vestuarios imaginados por la artista. Las obras están confeccionadas con materiales como el peluche, distintos tipos de telas, espuma y detalles en plástico. Con dichos elementos, Contreras creó vestuarios que representan a los personajes de su novela, los cuales no se muestran como personas, sino como paisajes-testigos, nombre otorgado por la propia artista. Las piezas se realizaron a partir de símbolos del imaginario mexicano, tanto de territorios como de modos de ser, habitar y transitar.

Sombrero de Hidroeléctrica y El monte son dos de estos paisajes-testigos en forma de sombreros que contrastan entre sí a partir de la paleta de colores y materiales predominantes en cada uno. Mientras que el primero remite al conflicto que supone el despojo del territorio y la destrucción del paisaje natural, el segundo evoca un paisaje verde y frondoso, haciendo un guiño al personaje Juan del Monte, en la novela. En palabras de la artista:

“si entran las hidroeléctricas canadienses y las mineras, arrasan con el paisaje y todo lo que habita ahí, no sólo lo material desaparece, como la fauna y flora, también parte del imaginario, como Juan del Monte.”

En la parte trasera de la galería encontramos el vestuario de “El Más Allá del Mexicano”. Este paisaje-testigo, que da nombre a la exposición, es un portal masculino y fálico que utiliza un sombrero alargado y porta coloridas pistolas de peluche. Este “más allá” se presenta en la ficción como una advertencia de muerte: “es un portal que es capaz de desaparecer mujeres y nunca más las vuelves a ver. […] El más allá mexicano es la dimensión de lo infinito. Es algo que traspasas y quién sabe si regreses”, dice la artista.

Al fondo de la galería, unas largas piernas y brazos de peluche nos recuerdan a Bugs Bunny, se trata de La cueva, pieza de 120x120 cm. El espectador puede adentrarse entre sus pliegues de satín rojo y anaranjado que emulan un portal hacia una dimensión tenebrosa. También encontramos la misma figura del conejo, al que no le vemos el rostro, en el único dibujo de la exposición: Bugs Bunny detrás de un arbusto mesófilo presenta un arbusto que cubre gran parte del cuerpo del personaje. En el centro del dibujo, vemos el sombrero alargado entremezclándose con la hierba.

En Dr. Psiquiatra o el más allá mexicano, Contreras está tramitando el horror que le produjo el habitar un territorio al que no pertenecía, del que ella fue testigo. A la vez, el paisaje mismo fue testigo de la visita, tanto de ella como de los otros personajes, algunos de los cuales están ahí para destruirlo. La artista realiza un cuestionamiento sobre su propio papel en este escenario a partir de la elección de distintos elementos como telas, material suave y colores vívidos. La caricaturización juega un papel importantísimo, ya que, capa tras capa, camufla su preocupación sobre su propia condición y territorio: la clase media. De este modo, logra dar el giro hacia el lugar en el que sí se reconoce: “yo no quería emular ningún tipo de tradición material de la comunidad que visité, sino de mis referencias visuales que parten mucho de la moda y del uso de diferentes telas.” La fantasía de crear otros territorios le permitió localizar la dificultad de abordar un proceso de des-clasamiento; proviniendo de una clase media conservadora, el proceso de producción le hizo darse cuenta de que lo más conservador era ocultar su procedencia.

La estetización del horror vuelto peluche es el terror de la clase media por habitar su propia condición, es una forma de mostrar esos fantasmas que le persiguen en su narrativa aspiracional y que la sitúan en el “entre” de dos estratos sociales. Contreras logra tramitar sus fantasías y angustias a través de algo que parece gracioso porque de otra manera se volvería demasiado incómodo. Por otro lado, la alternativa de des-clasarse, como menciona la artista sobre su propia experiencia, es también un intento fallido. Todo intento fallido evoca el terror de enfrentarse a la posibilidad de perder, por eso es necesario lo suave para contrarrestar el Terror de habitar el propio Territorio, la propia clase. En palabras de la artista:

“el terror existe y subyace en la ingenuidad de la clase media al acercarse a esos territorios porque hay algo que nunca va a entender.”

Para la artista, hablar desde su propia condición implicó ponerse en una situación más vulnerable que hablar desde la fantasía del otro. Esto supuso reconocer su propio terror y vergüenza sobre su condición de clase, creando una especie de guión imaginario que le permitió hacerse cargo de su propia ficción. Mediante la traducción de su novela a otro tipo de registro (vestimentas que cualquiera podría usar) y a partir de los paisajes-testigo (que permiten que los personajes aparezcan en cuerpos diferentes), la artista abre paso a un “entre”, a un “más allá”, al lugar del terror, que no es exterior, sino que se presenta dentro del mismo problema.

Quizá lo que buscamos en el otro es evadir la pregunta por nosotros mismos. No nos damos cuenta de que es preciso recurrir a otros fantasmas y espectros que nos permiten reconocernos, para hacerle frente a nuestras propias fantasías. Si no fuera por la posibilidad de ficcionar, nos volveríamos dementes.

Dr. Psiquiatra o el más allá mexicano se presentará en Salón Silicón hasta el 14 de marzo.