Una invitación a intervenir el monumento a la intimidad de un hombre, a introducirse en las segundas y terceras capas dérmicas con las cuales diseñó la domesticidad de su habitar y, en mutua ausencia asincrónica, entablar algún contacto entre los objetos. La conversación de las cosas acogida en seis espacios de la Casa Barragán.
El vestíbulo
Entrar al pie de una cascada rosa magenta, negro pedregal y deshielo de alba que se vierten desde una ventana al devenir del día.
En el centro de la mirada está el primer muestrario de seda teñida en variaciones de grana cochinilla. Tras días de aprendizaje para impregnar la suavidad con un eco, el textil es desplazado de sus sitios habituales, hacia el muro y dentro de un marco.
La biblioteca
Entre los cientos de libros resguardados, solo algunos tienen una segunda piel. Se desconocen los motivos por los cuales Barragán decidió hacerlo; el reencuadernado sustituyó las guardas originales con papel al engrudo y los títulos de los lomos con caligrafía manual. Esta es la piel papel, preludio y epílogo en el contacto más interior con el texto, antes de su salto hacia los muros del estudio.
Mientras tanto, en el extremo opuesto del cuarto:
Un cuadrado de amarillo monocromo es la superficie de encuentro entre la luz Sol y la luz proyección. Desde ella brotan las siluetas diáfanas y mutables de discos, órbitas y líneas en un loop de parpadeos. Una pintura, una película.
El vestidor
Un terso repertorio de paños entre un espejo sin aristas y un crucificado sin cruz, síntesis de los viajes tras los colores de la Tierra. Ecos cromogeométricos para la piel de los ojos, como un prisma que recoge los gradientes emanados por una terraza que se asoma a sus espaldas; las huellas de la grana y el púrpura tirio; las señas de los Albers, de Rothko, de Goeritz.
Yto Barrada, Practice Pieces (Color Charts), 2019, en “Double Skin”, imagen de la instalación en Casa Luis Barragán (Clóset de jinete), Ciudad de México, 2019. Cortesía de la artista, PACE, Steir-Semler Gallery, Galerie Polaris y Estancia FEMSA - Casa Luis Barragán. Fotografía: Ramiro Chaves.
La habitación
Pequeña cama de un hombre alto que duerme la noche diurna. Junto a la cabecera, seis veces seda y castaño, seda en castaño, seda castaña. En el buró, una madonna dorada; a los pies, seis veces la piel de una modelo castaña.
Un cuadro dentro de un cuadro dentro de un cuadro dentro de un cuadro.
El cuarto blanco
Una esquina recibe la luz ventana y el azul que respiran dos botellas de vidrio y un paño. El vértice es una amplia gama de añil en la que se desdibuja la similitud de sus diferencias con el movimiento del Sol y el caminar alrededor.
Aliteración evanescente de un color que apenas se revela, se retrae: donde había brillo hay un azul cerrado, donde había sombra aparece un roce.
Yto Barrada, Practice Pieces (Color Charts), 2019, en “Double Skin”, imagen de la instalación en Casa Luis Barragán (Cuarto de invitados blanco), Ciudad de México, 2019. Cortesía de la artista, PACE, Steir-Semler Gallery, Galerie Polaris y Estancia FEMSA - Casa Luis Barragán. Fotografía: Ramiro Chaves.
El estudio
Tres diseños de papel al engrudo han cambiado de sitio, del acostumbrado interior de un libro, hacia los muros del taller del arquitecto.
Sobre el nuevo tapiz, nueve patrones de retículas ondulan desde una escala que se abre como un zoom dentro de los marcos que les mantienen en vertical.
La piel papel se desliza y trepa hasta abrazar a la casa que le alberga.
Yto Barrada, Paste Papers [papel tapiz y enmarcados], 2019, en “Double Skin”, imagen de la instalación en Casa Luis Barragán (Estudio), Ciudad de México, 2019. Cortesía de la artista, PACE, Steir-Semler Gallery, Galerie Polaris y Estancia FEMSA - Casa Luis Barragán. Fotografía: Ramiro ChavesYto Barrada, Paste Papers [papel tapiz y enmarcados], 2019, en “Double Skin”, imagen de la instalación en Casa Luis Barragán (Estudio), Ciudad de México, 2019. Cortesía de la artista, PACE, Steir-Semler Gallery, Galerie Polaris y Estancia FEMSA - Casa Luis Barragán. Fotografía: Ramiro Chaves.