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Sanar con materia y signos: María Sosa en Llano

Reseña

Sanar con materia y signos: María Sosa en Llano

por M.S. Yániz

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Tiempo de lectura

5 min

Qué es el cuerpo sino carne que agencia mundo. María Sosa (1985) desdobla su cuerpo cifrando sus enfermedades como patologías históricas de la razón instrumental. Lo hace desde una sensibilidad feminista que cuida y entiende la relación entre los materiales y sus historias. En Llano exhibe El otro lado de uno mismo.

La galería se vuelve el despliegue sensorial de la artista, quien muestra su cuerpo como en un ritual en el que se desmiembra y deja ver las suturas que lo afectan, las memorias que lo sostienen, los mitos que lo representan y los anhelos que lo habitan. A manera de bandera o advertencia, antes de entrar al rito, se encuentra Tlacuacuallo “una xaqueta labrada de huesos de hombres” (2021); unas piernas flacas hechas de tubos fluorescentes con pies de yeso y unas manos de plásticos colgantes sostienen una chalina cual si fuera un lienzo. Por el frente tiene pintado (con degradado de grana cochinilla) una pelvis recortada a la mitad que divide el sacro de las crestas ilíacas, así como un corazón, una mano, una pierna volteada, un órgano y un rostro posiblemente olmeca. Por atrás, están pintadas la columna vertebral y sus costillas, las de la izquierda están rotas, desvanecidas por la mancha de grana cochinilla. Debajo hay un pie y un brazo. El signo es claro: vas a entrar a mi cuerpo mutilado.

María Sosa, El otro lado de uno mismo, 2022, LLANO. Cortesía de la artista y LLANO. Foto: WhiteBalanceMX
María Sosa, El otro lado de uno mismo, 2022, LLANO. Cortesía de la artista y LLANO. Foto: WhiteBalanceMX

Suelo pensar que ver exposiciones es una suerte de coreografía entre los ojos; las paredes, los objetos y otros cuerpos con sus ritmos. Sosa construye su muestra apelando al baile de mirar y sentir el arte. No hay punto de vista para tener una impresión completa de la exposición. A partir de pinturas de tela de gran formato suspendidas del techo, esta se cierra sobre sí misma, creando un espacio propio dentro de la galería. Mi primer recorrido por el lugar fue por la parte de atrás, debido a un descuido quizás intencional, es decir, rodeé la muestra por las cuatro pinturas viéndoles las espaldas. Al ser telas con transparencias, pude apreciar cómo fueron hechas: sus pliegues y variaciones de texturas. Sin embargo, no vi las pinturas, para eso tienes que entrar al ritual y ser cobijado por ese pequeño rectángulo que demarca a las piezas.

María Sosa, El otro lado de uno mismo, 2022, LLANO. Cortesía de la artista y LLANO. Foto: WhiteBalanceMX
María Sosa, El otro lado de uno mismo, 2022, LLANO. Cortesía de la artista y LLANO. Foto: WhiteBalanceMX

Al recorrer las obras, rodeándolas y viéndolas de cerca, noté iconografías prehispánicas, figuraciones de partes del cuerpo, trajes cubiertos de cerámica y latón: una descomposición del ser en mediaciones específicas. Había un misterio, un subtexto no tan evidente que se gestaba en el espacio que había entre las pinturas de tela y un cuadrado de madera que sostenía cuatro esculturas ceremoniales, como si señalara los puntos cardinales. Esas esculturas tenían agua y viento que se tensaba con la cerámica y un par de pies y manos que colgaban del techo: el cuerpo se suspendía entre materiales, historias y vacío.

María Sosa, El otro lado de uno mismo, 2022, LLANO. Cortesía de la artista y LLANO. Foto: WhiteBalanceMX
María Sosa, El otro lado de uno mismo, 2022, LLANO. Cortesía de la artista y LLANO. Foto: WhiteBalanceMX

¿Estaba frente a un emblema, un ritual, un templo sagrado o el desobramiento del cuerpo de la artista que anhelaba ser reunido o distendido? Un juego entre lo que se abre y cierra. Quería entender y giraba por la galería alrededor del tablero escultórico y la persona que pensaba era la artista (no la conocía), quien hablaba con una afamada curadora. La entreveía a ella y a las piezas esperando que ese movimiento revelara el secreto. ¿Cómo se puede estar listo para el rito? ¿Qué bailes del cuerpo nos preparan para sumergirnos en experiencias ancestrales? ¿Cuál es el índice de sabiduría que una necesita para sanar desde los símbolos? El cuerpo y sus ecos en el pasado precolombino se tensaron en ese momento.

María Sosa se estaba mostrando a sí misma cifrada históricamente. El ritual consistía en la curación simbólica de su tiroides, su cadera y otras dolencias. La muestra intenta decir que al ser el cuerpo quien guía la experiencia, hay que entender cómo se ha comportado y moldeado nuestra idea de este. Los símbolos son una historia de los modos en que Occidente dominó nuestra postura o cómo los dioses prehispánicos adoptan posiciones que deforman nuestra idea de homínidos para acceder a otro conocimiento.

María Sosa, El otro lado de uno mismo, 2022, LLANO. Cortesía de la artista y LLANO. Foto: WhiteBalanceMX
María Sosa, El otro lado de uno mismo, 2022, LLANO. Cortesía de la artista y LLANO. Foto: WhiteBalanceMX

Al fondo de la sala había un video a doble canal de María estirándose y reproduciendo posturas características de culturas precolombinas, el cual especula con la idea de sanarse con movimientos del cuerpo que fueron olvidados, pero que se hacían antes de la conquista de América. Se reanima la historia para que atraviese el cuerpo de la artista. La idea es moverse y vivir sin las lógicas sedentarias de Occidente. No sé cómo está María Sosa, no sé si ha sanado desde entonces. Me quedo con la idea de que un gesto puede traer la historia; al releerla uno se posiciona desde otro lugar, el cuerpo cambia junto a sus esquemas.

M.S. Yániz

Publicado el 23 noviembre 2022